Después de una larga trayectoria profesional, el editor norteamericano Robert Gottlieb (1931) decidió en 2016 escribir este libro de memorias para contar con precisión algunas historias profesionales y, también, para transmitir sus ideas sobre el mundo editorial. Gottlieb ha trabajado en la editorial Simon & Schuster, ha sido director editorial durante veinte años de la editorial Alfred A. Knopft y también ha dirigido el semanario The New Yorker, a lo que hay que sumar sus colaboraciones en diferentes medios y revistas literarias.
Su libro se suma a la larga lista ya de memorias y ensayos que forman el llamado género book on books, libros sobre cómo se editan libros, de los que merecen citarse los de Jason Epstein, André Schiffrin, Michael Korda, Bennet Cerf, Maxwell Perkins, Roberto Calasso, Giulio Einaudi, Severino Cesari, Giangiacomo Feltrinelli; también los escritos por editores españoles como Carlos Barral, Mario Muchnik, Jorge Herralde, Ester Tusquets, Rafael Borrás, Beatriz de Moura, Manuel Pimentel y libros ya clásicos de este género como los de Kurt Wolff, Siegfried Unseld, Jacobo Muchnik y Jean Echenoz. Todos ellos, la mayoría escritos con una intención memorialística, proporcionan una visión muy directa, personal y cercana sobre el arte y el proceso de editar libros.
Casi al final de su libro, Gottlieb, resumiendo algunos de los consejos que da a los alumnos de un máster en edición con el que colabora, destaca algunas de las ideas que siempre le han acompañado: “Es el libro del escritor, no el vuestro”, “contestad a vuestros escritores de inmediato”, , “si crees en un libro hay otros que también lo harán, porque tú no eres especial”, “los lectores no son estúpidos: sus instintos demostrarán ser más sensatos que los vuestros”, “cada libro tiene su propio público potencial: intentad averiguar cuál es y tratad de llegar a él. No intentéis venderle cada libro a todo el mundo”, “el acto de editar es un proceso lento y laborioso”. Estos consejos son fruto de una larga experiencia, que el autor desarrolla en su libro contando sobre todo su trabajo y su relación con un largo número de autores, con los que ha intentado mantener un trato pacífico, aunque también ha tenido fiascos y encontronazos (como, por ejemplo, con el escritor Roald Dahl). A la vez, Gottlieb relata su propia vida personal.
La lista de autores con los que ha trabajado es extensa: Joe Heller (de quien editó su famosa novela Trampa 22, un éxito espectacular), Jessica Mitford, Ray Bradbury, Cham Potok, James Thurber, Michael Crichton, John Cheever, Doris Lessing, Anthony Burguess, Bob Dylan, Barbara Tuchman, John Gardner, Raymond Carver, Cyntia Ozick… De manera especial, Gottlieb destaca su continuada relación con Toni Morrison y John Le Carré, “una de las relaciones más estimulantes de mi vida laboral”. Y también fue el editor de algunos libros de gente famosa del mundo del espectáculo, del periodismo y de la política, como las actrices Liv Ullman, Lauren Bacall y Katharine Hepburn, el director de cine Elia Kazan (“el hombre más complicado, interesante y exigente con el que estuve trabajando”) y hasta con Bill Clinton, a quien ayudó a escribir sus memorias y con el que mantiene desde entonces una gran amistad.
Al hilo de las anécdotas y encuentros con estos autores, Gottlieb habla de otros temas colaterales relacionados con el mundo de la edición, como la fabricación de una literatura popular (aquí pone como ejemplo a Michael Crichton), la versatilidad de la novela rosa, el interés de los lectores por las biografías y por historias humanas, la relación con las cadenas de librerías, el mundo de los agentes literarios…
Y en este libro relata también los sucesos más destacados de su vida, siempre en contacto con el mundo del libro. Así condensa Gottlieb su biografía: “Lo que amábamos era el trabajo, la familia y todo lo demás era una distracción, más o menos”. Comenzó a leer desde muy pequeño gracias al ejemplo de sus padres. Destaca los libros infantiles que más le gustaron y el paso a la literatura de adultos. La lectura con dieciséis años de Emma, de Jane Austen, supuso un antes y un después en su vida como lector: “fue la primera vez en la que relacioné lo que estaba leyendo con mi verdadero yo. No habría recibido ninguna instrucción religiosa, no me guiaba más principio que el trabajo duro, y no tenía una mente filosófica. Fue en la novela, empezando por Emma, donde descubriría cierto tipo de brújula moral”. Como escribe Gottlieb, sus padres, judíos, eran ateos confesos y él también se confiesa ateo: “Mi religión es la lectura”.
Tras sus años universitarios, incrementó su pasión por la lectura y algunos escritores, como Henry James y Marcel Proust. Estuvo una temporada en Cambridge. Se dedicó al teatro. Su primer matrimonio, con un hijo, se rompió a su regreso a Estados Unidos, cuando ya estaba trabajando en Simon & Schuster. Habla de su segunda mujer y de los hijos que tuvo con ella, uno de ellos, Wick, nació con una enfermedad. Sorprende el alto concepto de la amistad del autor, que la vivió con sus colaboradores y con los escritores que conoció, siempre dispuesto además a hacer favores.
Vivió momento complicados, como su salida de Knopf y su llegada al semanario New Yorker, del que fue despedido años después, aunque siguió colaborando en Knopf, del mismo grupo, durante muchos años. A la vez, cuenta su dedicación, absorbente, a algunas de sus aficiones, como la danza, el jazz, el cine y, por supuesto, la literatura. Gottlieb cuenta desde dentro el proceso de producción de un libro, intentando destacar los hechos más sobresalientes y ofreciendo una imagen positiva, por lo general, de su relación con los autores y todo lo que rodea el mundo editorial. Las cosas algo han cambiado en las últimas décadas, pero la figura del editor siempre será necesaria para descubrir nuevos valores y para intentar sacar lo mejor de sí a los escritores con los que trabajan. Como ha escrito Gottlieb, su trabajo ha consistido en intentar “ayudar a que el libro sea una versión mejorada de lo que es; no intentéis que sea lo que no es”.
Lector voraz
Robert Gottlieb
Navona. Barcelona (2018)
424 págs. 26 €.
T.o.: Avid Reader. A Life.
Traducción: Ainize Salaberri.