Federico Delgado (Madrid, 1969) no se dedica al negocio musical, "ni tiene cultura de conservatorio, ni se gana la vida como crítico". Sin embargo, como demuestra en este original ensayo, es un ferviente aficionado del rock, pasión que ha vivido y vive de manera absolutamente radical y exigente. No se trata de una afición decorativa, por horas, para quedar bien y pasar el ratón, o para ir de pedante por la vida fardando de cantantes, canciones y ritmos. Federico trabaja como editor, y de los buenos -como se nota hasta en este libro, muy bien escrito y editado (recomiendo consultar después de leer el libro la página web creada para ampliar información: www.playloudlibro.com)-, pero su afición a la música es para él lo más parecido a una enfermedad y el motor de su vida.
Intenta desentrañar esta desmedida afición en las primeras páginas y las últimas de este ensayo, que mezcla lo musical y biográfico: para Federico Delgado, su ya larga y persistente experiencia es, sobre todo, "una iniciativa vitalista que logra trascender la realidad". Y es que, como escribe con una imagen que va más allá de lo que es una pasión, "hay canciones que literalmente te dan la vuelta, como un jersey", canciones que atraviesan y estremecen a quienes las escuchan, que provocan en cada uno diferentes sentimientos que van de lo reconfortante a lo sentimental y despreocupado, aunque también pueden transmitir, y hay que contar con ello, una lacerante angustia y un inquietante desasosiego. Con todo, el arte musical, difícil de explicar y de definir como cualquier arte, es, en su caso -y en el de tantos otros-, una "poderosa arma de felicidad".
Este libro, escribe Delgado, "está escrito por alguien que escucha música, colecciona discos, va a conciertos y acumula objetos relacionados" con una entrega absoluta, sin fisuras ni descansos. Es alguien que puede "tacharse de fan, o de "pirrado, o "loco", aunque de sí mismo en estas páginas preferirá considerarse un estigmatizado". Y esta palabra es el hilo conductor de un relato apasionante, ameno, culto, muy entretenido, repleto de sorpresas sobre la música, el rock y el propio autor, "un melómano melancólico", que incluye en la narración frecuentemente recuerdos personales, anécdotas y opiniones que combina con la descripción de múltiples aspectos, directos o indirectos, que tienen que ver con el mundo del rock, en un sentido amplio, escribiendo así sobre la fuerza de la música para transformar primero las personas y luego todo lo que rodea al estigmatizado, que vive por y para la música como una dicha y como una maldición. Como escribe Delgado, "este libro habla sobre un modo de entender la música ya casi extinguido, incómodo, exigente, que supone una lealtad más allá de toda duda, incondicional, que no sabe de tiempo ni de espacios".
Es consciente el autor, además, de que su biografía y su manera de vivir su pasión se encuentra en estos momentos en vías de extinción. Es cierto que él, y los de su generación, han sido testigos directos de una drástica y progresiva revolución que ha afectado a todos los campos que tienen que ver con la música, desde los difusos y múltiples géneros musicales a la personalidad y carisma de los cantantes pasando por el espectáculo de los conciertos, las catárticas actuaciones y la manera material de difundirse la música a través de sucesivos cachivaches, aparatos que han transformado completamente una manera de disfrutar, paladear, vivir y entender la música. Por eso, el testimonio de Federico Delgado puede elevarse a la categoría de generacional, pues lo que cuenta el autor el difícil que vuelva a repetirse de la misma manera y, encima, sólo va a ser "reconocible por aquellos que lo han vivido y que saben reconocer todo lo que supuso".
Junto con sus certeras y personales observaciones sobre el rock y sus protagonistas, repletas de sabiduría al hablar de cosas de las que tiene criterio y le conciernen de manera especial, destaco de este ensayo el ingrediente memorialístico, ya que todo está apoyado en vivencias individuales. Por ejemplo, recomiendo especialmente el capítulo "El principio de todo esto", donde el autor cuenta sus iniciáticos contactos con la música en su casa familiar, bajo la influencia de su hermano. Lo señala el autor de manera explícita: "este libro describe una trayectoria vital de alguien que ama la música, que no entiende la vida sin ella". La casa familiar, sus hermanos, los viajes en coche... "No puedo determinar en qué momento la música pasó a ser algo más en mi vida". La evolución es diáfana: primeros tanteos adolescentes, su trabajo en un bar, la vida universitaria (estudió Filología) que le dio la oportunidad de abrirse a otros estilos y géneros más "aristocráticos", su etapa bilbaína, el regreso frustrado a Madrid... Estamos a finales de los 90 y Federico Delgado ya "siente palpitar un estigma" que le "aleja de la masa".
En capítulos sucesivos, con elementos que van de lo general a lo particular, y con mucha ironía y humor, Delgado disecciona los principales rasgos del estigmatizado, como por ejemplo su irracional obsesión por coleccionar todo tipo de materiales y objetos, desde entradas a vinilos pasando por camisetas y cedés. Habla también de conciertos míticos y de los conciertos personales: "todos tenemos nuestros "woodstocks particulares, generacionales incluso". Él destaca como muy especial su asistencia en 1985 al concierto de The Smiths en el Parque del Oeste de Madrid. Luego, la universalidad del rock, que no entiende de fronteras, aunque sí de patrias (Gran Bretaña y Estados Unidos, especialmente). Repasa y destaca la proliferación de cantantes femeninas y las líneas principales de las letras de las canciones (donde todo tiene cabida, desde "la intelectualidad más críptica hasta la zafiedad o la intrascendencia más absoluta").
En su repaso por los infinitos recovecos e ingredientes del mundo del rock salen a relucir las dramáticas consecuencias que en algunos casos ha tenido el culto a la imagen y a la transgresión, con demasiados suicidios a cuestas y con un elenco de vidas rotas que idealizaban la autodestrucción. Habla el autor de los nombres de los grupos, donde siempre hay algún tipo de mensaje secreto, de las trabajadas portadas de los vinilos y de los cedés, de la atracción del rock por el mundo del cine... "Mi autobiografía -escribe- está repleta de antros en los que he visto todos los modos posibles de entregas a la danza", otro de los fieles acompañantes del rock. Viajes a Londres y a Oporto, y a otros muchos sitios, para asistir a conciertos únicos, la apoteosis de los festivales y la increíble velocidad de la tecnología a la hora de reproducir la música hasta la llegada de Internet, que abre infinitas y distintas posibilidades y también interrogantes.
Dedica un divertido capítulo a los y las fans, los sufridos e impenitentes seguidores que buscan unas migajas de gloria de su admirado artista. Muy interesante resulta el capítulo sobre la crítica musical, pues es evidente que este ensayo es también, y a su manera, una personalísima apuesta por la práctica de la crítica musical, clave para deslindar el grano de la paja. También resultan agudos sus comentarios sobre la piratería.
Como decía, hay opiniones e intuiciones en este ensayo que demuestran la sabiduría, la calidad y el exhaustivo conocimiento del rock que tiene el autor. Por ejemplo, cuando opina que "si la música sirve solo para ambientar no es verdadera música", o su crítica a recientes y populares programas televisivos musicales, donde se disfraza "de videoclip lo infame". O con esta clarividente apreciación sobre Mark Knopfler, "un mago de la guitarra, pero que ha creado los discos más irritantes de la historia del rock". O su atrevida opinión sobre Leonard Cohen, "una de las voces más profundas y personales del globo, pero sus estructuras musicales son a menudo cursis".
"La fuerza de una simple canción puede desencadenar la leyenda", afirma resumiendo y concretando la trascendental potencia de la música, que es de lo que se trata. Su ensayo es, por tanto, un recorrido personalísimo por el mundo del rock para "acercar al neófito la realidad de ese enfermo de música que es el estigmatizado". Todo un homenaje, pues, a la música, al rock y al constante terremoto de una irremediable pasión.
Play Loud
Federico Delgado Scholl
Huerga&Fierro Ediciones. Madrid (2019)
344 págs. 22 €.