miércoles, 31 de julio de 2013

“A sangre y fuego”, de Manuel Chaves Nogales



Libros del Asteroide publica una nueva edición de A sangre y fuego, el libro de relatos sobre la Guerra Civil española que el escritor y periodista Manuel Chaves Nogales (1897-1944) escribió en Francia entre 1936 y 1937 y que publicó en Chile en 1937, antes incluso de que finalizase la guerra. Esta nueva edición, a cargo de María Isabel Cintas, especialista en Chaves Nogales, incluye dos relatos inéditos, “El refugio” y “El hospital”, que ha localizado en revistas de la época. En el prólogo, María Isabel Cintas explica cómo y dónde se han encontrado.

Merece la pena leer este libro, uno de los mejores que se han escrito sobre la guerra civil. “Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera”, escribe el autor en el prólogo de unos cuentos que son una insólita y original reflexión, nada maniqueísta y sí auténticamente veraz, sobre la estupidez y la crueldad que se había instalado en el corazón de las dos Españas. Poco antes, a finales de 1936, cuando el Gobierno republicano había abandonado Madrid para instalarse en Valencia, Chaves Nogales decidió que esa guerra ya no era la suya: “me fui cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba”. Se trasladó a París, donde vivió como exiliado y donde escribió estos relatos que, como buen periodista, describen situaciones y personajes tomados directamente de la realidad, como el autor se empeña en advertir al inicio de la edición. En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, se trasladó a Londres, donde falleció poco años después en 1944. Su actividad profesional estuvo vinculada a la literatura y el periodismo, desempeñando cargos de responsabilidad en diferentes periódicos durante la Segunda República.

Chaves tiene el mérito de relatar, desde la imparcialidad, lo que estaba ocurriendo en España. Aunque republicano, en esos años Chaves no pertenecía a ningún partido político. “Yo era –se define en el citado prólogo- eso que los sociólogos llaman un pequeñoburgués liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria”. Poco a poco vio cómo la vida política se fue radicalizando, provocando una espiral de violencia y sinrazón imposible de parar. En todo momento intentó mantener una postura coherente y pacífica, pero llegó un momento en que la situación fue insostenible, pues día a día “la guerra y el miedo lo justificaban todo”, como se palpa en la mayoría de los argumentos de estos relatos, repletos todos ellos de un realismo que procede de su visión directa y nada ideológica de los hechos.

Su relación con el periodismo le llevó a conocer muy bien las virtudes y los defectos de las dos partes enfrentadas. Por eso son tan reales estas narraciones, pues no aparecen los manoseados estereotipos que los dos bandos tanto han utilizado. En estos relatos hay muerte, dolor, terror, injusticias, abuso de poder, heroicidades... pero sin mitificar ni justificar a nadie. De hecho, el subtítulo del libro es “Héroes, bestias y mártires de España”. Con igual dureza, critica a los dos bandos, pues para él “todo revolucionario, con el debido respeto, me ha parecido siempre algo tan pernicioso como cualquier reaccionario”.

Chaves se sirve de sucesos reales para trazar un marco de enorme fuerza expresiva sobre el ambiente de los primeros meses tras el alzamiento militar. En estos relatos, está lo mejor de Chaves. Por un lado, su estilo, directo, expresivo, trabajado; por otro, el punto de vista moral, su capacidad para no dejarse llevar por la pasión ni por la propaganda, la dosificada descripción de los sentimientos y su equilibrada posición ideológica, que le lleva a mostrar los héroes y los mártires de los dos bandos, y sus acciones más deleznables.

En estas once historias se recogen tragedias de uno y otro bando, porque la guerra arrasa con todo y con todos: señoritos andaluces que van a la guerra a caballo, marroquíes mercenarios, asesinos rojos y blancos que se toman la justicia por su mano, obreros sospechosos de fascismo por no apoyar la revolución, falangistas ciegos que entonan el "viva la muerte"... Como no sirvió para la propaganda de ninguno de los dos bandos, y a pesar de las sucesivas ediciones en el extranjero –en Nueva York en 1937 y Canadá en 1938-, el libro no tuvo la repercusión que se merecía. De hecho, en España no se reeditó hasta 1993.

Tras muchos años de silencio, la obra de Manuel Chaves Nogales vuelve a ocupar el lugar que se merece en la historia de la literatura y del periodismo del siglo XX. Ninguno de los bandos enfrentados en la guerra le reivindicó ni le elevó a los altares. Gracias a los estudios universitarios de María Isabel Cintas, a la llamada de atención de Andrés Trapiello en su libro Las armas y las letras y a la labor que están realizando editoriales como Libros del Asteroide, Renacimiento, Espasa y Almuzara, Chaves Nogales ha salido por fin de las catacumbas.

A sangre y fuego
Manuel Chaves Nogales
Libros del Asteroide. Barcelona (2013)
320 págs. 17,95 €.

“El blocao”, de José Díaz Fernández


 

“Recupera Ediciones del Viento El blocao, de José Díaz Fernández (1898-1941), una de las novelas que mejor supo reflejar el drama de la Guerra en Marruecos, tras el desastre en 1921 de Annual, donde fallecieron miles de soldados españoles”.

El blocao se inspira en la experiencia personal del autor, llamado a filas en 1921, destinado a Tetuán y Beni Arós y licenciado en 1922. La novela, la primera del autor, se publicó en 1928 en la editorial Historia Nueva, dentro de su famosa colección “La novela social”. El blocao se suma a otras novelas contemporáneas que también describieron de manera crítica el desarrollo de esta impopular guerra como fueron La ruta, la segunda novela de la trilogía La forja de un rebelde, de Arturo Barea, y la novela de 1930 Imán, de Ramón J. Sender, también inspirada como las anteriores en la obligada estancia del autor en el Rif en 1923, pocos años después de aquellos sucesos.

Las tres novelas se alejan de la novela bélica y épica y en consonancia con el pacifismo de algunos autores europeos que mostraron con crudeza las consecuencias existenciales de la Primera Guerra Mundial, como fue el caso de Erich Maria Remarque, Barbusse y Gorki, utilizaron el género novelesco para denunciar de otra manera, también con un interés documental, los inútiles desastres de la guerra.

José Díaz Fernández había nacido en Aldea del Obispo, en Salamanca, aunque pasó casi toda su infancia y juventud en Gijón, donde estudió y empezó a ejercer como periodista. Tras su estancia militar, Díaz se trasladó a Madrid para trabajar en el diario El Sol. En esos años, intelectualmente conoció a Ortega y Gasset y a los intelectuales que se aglutinaron alrededor de Revista de Occidente. Políticamente, estuvo muy implicado en la lucha contra la dictadura de Primo de Rivera –por lo que fue encarcelado y deportado- y a favor de la Segunda República, acercándose cada vez más a posturas de izquierda. Fue diputado en varias legislaturas y durante la Guerra Civil desempeñó el puesto de Jefe de Prensa de Barcelona; en enero de 1939 se exilió a Francia, donde falleció en 1941.

El blocao es una muestra de sus preocupaciones éticas y políticas, pues la novela es una inteligente crítica de la desgraciada aventura militar emprendida por el Ejército en África; por otro lado, su estructura responde a las inquietudes literarias de algunos intelectuales, como Ortega, que propugnaban una crítica a la novela tradicional y defendían una manera más vanguardista y experimental de manejar los ingredientes novelescos.

En este sentido, El blocao es una lograda experiencia novedosa, pues no es una novela al uso. Está formada por siete episodios aislados, que pueden leerse como relatos independientes, en los que se aborda desde diferentes perspectivas la guerra en Marruecos. Sin embargo, todos los episodios o relatos están unidos por el yo del narrador, un yo que se implica críticamente, y por la misma atmósfera vital y geográfica. Para Díaz Fernández, que explica en el prólogo a la segunda edición está estructura, “el argumento clásico está sustituido por la dramática trayectoria de la guerra”. No hay, pues, un protagonista individual, ni un héroe o un mártir. Es, como opina el autor, su contribución a lo que él entiende por síntesis de literatura vanguardista (en la estructura) y literatura de avanzada (en el componente políticamente crítico y comprometido de todos los relatos).

Algunos relatos se centran, como el primero, el que da título al libro, “El blocao”, en los largos periodos de inactividad de los soldados mientras esperan entrar en acción; otros describen la fuerte pulsión erótica que se respira entre los soldados y que salta a la mínima de cambio, incluso de manera peligrosa, como sucede en el último de los relatos, “Convoy de amor”. Otros critican abiertamente la soberbia y arbitraria actitud de los oficiales; algunos se inspiran en anécdotas protagonizadas por soldados que se encuentran totalmente fuera de su sitio; y otros relatos muestran la diferencia de culturas a propósito de la guerra. “Magdalena roja” es el relato que mejor explica la actitud antibélica y política del autor, que refleja además el clima revolucionario que ya se vivía en España a finales de la década de los veinte.

El blocao obtuvo un destacado éxito editorial y en pocos meses se sucedieron las ediciones, lo que da pie al autor para opinar de pasada sobre la literatura más en boga en 1928 y la necesidad de dar a los lectores obras con más valores éticos, civiles y literarios: “Esta experiencia –escribe- me ha servido para comprobar que existe un público dispuesto a leer obras de ficción que no sean el bodrio pornográfico o la ñoñez espolvoreada de azúcar sentimental”. Una inteligente reflexión que sigue siendo válida para la literatura actual.

La edición se completa con una interesante selección fotográfica procedente del archivo del diario ABC, donde se muestran algunos aspectos de la Guerra de Marruecos y las actuaciones de los soldados españoles.


El blocao
José Díaz Fernández
Ediciones del Viento. La Coruña (2013)
112 págs. 16 €.

jueves, 25 de julio de 2013

“Todo lo que una tarde murió con las bicicletas”, de Llucia Ramis





Periodista y escritora, Llucia Ramis (Palma de Mallorca, 1977) consiguió en 2010 el Premio Josep Pla con Egosurfing. Publicada originariamente en catalán, Todo lo que una tarde murió con las bicicletas, título tomado de un verso de Pere Gimferrer, es sobre todo una crónica familiar con la que la autora indaga en sus raíces para explicarse también muchas cosas de su propia vida.
            La autora abre el libro con una contundente afirmación: “Esto no es una autobiografía”. Es su manera de poner en aviso a los lectores para que no lean este libro como si se tratase de sus memorias familiares; también es una manera de sortear la rigidez de los géneros literarios y tomar la memoria personal y familiar como el sustrato para alimentar la ficción. Estamos, pues, ante una novela en la que el yo de la autora sirve de hilo conductor para escribir sobre sus abuelos y la relación con sus padres y para analizar también el presente, que poco tiene que ver, en sus formalismos y escalas de valores, con los de sus abuelos y sus padres.
            Cuando la autora comienza a investigar sobre sus abuelos belgas y los negocios que les trajeron a España, sabe que ha comenzado no un libro generacionales sino “una huida para retrasar el momento en el que tendré que empezar de cero”. La narradora, ya treintañera, educada para la independencia, debe regresar a la casa paterna cuando se queda sin trabajo y no tiene claro cuál va a ser su futuro. En ese momento de incertidumbre, la autora busca pausadamente sus raíces con el fin de entenderse mejor.
            La novela describe el mundo de seguridades y certezas vitales y morales en el que vivieron sus abuelos. Unos, cosmopolitas, diferenciándose significativamente del tono gris de la sociedad española de su tiempo; otros, más pegados a las tradiciones españolas, sabiendo que su mundo ha empezado a tambalearse por la presión de las posteriores generaciones, más rebeldes y menos moldeables, aunque los conatos de rebeldía en muchos casos fueran simplemente un cambio en las formas.
Los padres de la narradora forman parte ya de otro mundo y de otros valores políticos y morales, en la órbita de un progresismo que se identificó plenamente con el PSOE. Los enfrentamientos entre sus abuelos y sus padres por cuestiones políticas empiezan a ser más frecuentes, así como por cuestiones educativas y morales. Lo que no esperaban estos padres, bastante menos rígidos y más liberales, es que la relación con sus propios hijos no fuese tan placentera como ellos la habían planificado. Es frecuente que la narradora, a pesar de coincidir en el fondo con los planteamientos de sus padres, rechace sus estilos de vida, sus convicciones, sus formalismos y hasta su lenguaje. La educación de la narradora es en este sentido como la de tantos jóvenes educados en los valores de la transición, con un homogéneo aperturismo moral, ideológico y rebelde que se traslada a la vida cotidiana, a la sexualidad y al rechazo, quizá con mucho tópico, de los valores religiosos.
            La novela funciona muy bien como entretenida crónica familiar y como verosímil retrato adolescente y generacional. A este interés personal y sociológico hay que sumar el gran trabajo estilístico que realiza la autora, que acierta a retratar de manera deliberadamente deslavazada, a través de escenas y recuerdos, momentos familiares, cordiales, íntimos tanto de su vida como la de sus familiares, con una sobria y atrayente emotividad y sentido del humor, esquivando la nostalgia y la melancolía.


Todo lo que una tarde murió con las bicicletas
Llucia Ramis
Libros del Asteroide. Barcelona (2013)
220 págs. 18,95 €.
T.o.: Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes. 

lunes, 22 de julio de 2013

"Todas las criaturas grandes y pequeñas", de James Herriot



          Ambientado en los años 40, este entretenido libro cuenta las peripecias autobiográficas del propio autor durante sus inicios como veterinario rural en 1939, tras concluir en Glasgow sus estudios. El tono es sencillo y altamente positivo, y las anécdotas relacionadas con los diferentes animales a los que tiene que atender se unen a las consideraciones del autor sobre la vida rural en North Yorkshire, incluyendo siempre sentido del humor en sus valoraciones. Al principio, no lo tuvo nada fácil, pues Herriot estaba penetrando en un mundo rural hostil hacia los advenedizos.
      Con mucha amenidad, Herriot cuenta las peripecias de un veterinario que debe enfrentarse a situaciones para las que ni los libros ni las clases le habían preparado. Tampoco le habían enseñado en ningún sitio cómo sortear el carácter de los habitantes de Yorkshire. Pero Herriot acaba superando estas pruebas gracias a su tesón, a su sentido del humor y a su profesionalidad. Herriot se involucra subjetivamente en las narraciones aportando sus personales interpretaciones y viendo cómo su nueva vida profesional afecta muy positivamente a sus relaciones sociales.    

           Este libro apareció en 1969. La fórmula narrativa dio buen resultado y Herriot siguió contando en otros libros sus peripecias como veterinario rural que posteriormente, con mucho éxito, fueron llevadas al cine y la televisión.




Todas las criaturas grandes y pequeñas
James Herriot
Ediciones del Viento. La Coruña (2013)
512 págs. 18,95 €. 
T.o.: All creatures great and small. 
Traducción: Amparo García Burgos.

jueves, 18 de julio de 2013

“El prestamista”, de Edward Lewis Wallant



Fallecido muy joven, Edward Lewis Wallant (1926-1062) escribió sólo cuatro novelas. El prestamista es la segunda que se publica en España, también en Libros del Asteroide, después de Los inquilinos de Moonbloom, novela que apareció póstumamente en 1963. El prestamista es de 1961 y ya en 1964 fue llevada al cine por Sydney Lumet. Las dos novelas tiene muchos puntos en común, pues en ellas Wallant convirtió en novelas su preocupación por los modos de vida de muchas personas anónimas y pobres, que sobreviven como pueden en un mundo adverso y hostil. Si en Los inquilinos de Moonbloom, Wallant puso el acento en una comunidad de vecinos y sus problemas para pagar los alquileres, El prestamista transcurre en Harlem y describe en parte los vecinos que acuden a la tienda que regenta el judío polaco Sol Nazerman para conseguir algo de dinero empeñando algunas cosas de valor o el producto de pequeños o grandes robos para salir adelante. El East Harlem, en los años de la novela, estaba poblado por una variedad degradada de habitantes –yonquis, putas, ladrones, inmigrantes latinos, negros y familias desesperadas-, unidos por su pobreza, algunos sueños y falta de expectativas.

En este ambiente, Sol Nazerman se limita a cumplir con su trabajo, sin dejar que nada de lo que ve y sucede a su alrededor altere su impasibilidad existencial. Su ayudante en la tienda, Jesús Ortiz, vecino de ese barrio, intuye que Nazerman esconde un profundo secreto que explicaría su falta de sensibilidad, humanidad y pasión, su desinterés absoluto sin que esto se traduzca en una actitud despectiva con las personas con las que convive a diario. Son magníficas las páginas en las que Wallant retrata la sucesión de personas que acuden al prestamista con los objetos más insospechados que en ocasiones simbolizan también el fracaso de sus vidas.

Jesús Ortiz no va nada mal encaminado. Nazerman intenta superar como puede la experiencia del Holocausto. Prisionero en un campo de concentración nazi, Sol vio morir en Polonia a su mujer y a sus hijos y a otros muchos familiares y amigos. Profesor universitario y un gran intelectual, ha rehecho su vida en Nueva York, donde vive con una hermana, su marido y dos sobrinos que le sacan todo el dinero que pueden y que se empeñan en que Sol abandone una constante actitud taciturna y sombría con la que ha decidido enfrentarse a la vida después de lo que ha padecido en Europa. Aunque se empeña en no pensar y en vivir casi como un autómata, los recuerdos a veces le invaden y las pesadillas salen de los sueños para mostrar crudamente su pasado.

Aunque parece “un hombre sin corazón”, ayuda económicamente a su hermana y su familia, tiene una amante que también necesita su dinero y transmite a su alrededor una paz sospechosa y un tanto enfermiza, atrayente para los habitantes del East Harlem y para Jesús Ortiz. La novela muestra el proceso de debilitamiento moral de Sol, las crisis de su alma y, a su manera, su generosa escala de valores que se ve sacudida, y redimida, por las vicisitudes de su tienda de préstamos.

El prestamista es la primera novela en la que aparece el holocausto nazi como tema novelesco, lo que supuso una sorpresa para los lectores norteamericanos. También aborda Wallant temas habituales de su corta e intensa novelística, como el proceso de sacrifico y expiación de sus personajes, muy interesante y que hacen que sus novelas transmitan profundos e inmortales conflictos humanos. Eduardo Jordá, responsable de la traducción, es autor también de un excelente prólogo que sitúa al autor en la novelística de su tiempo, a la vez que explica las principales motivaciones de un autor judío, publicitario de profesión, que prefirió escribir sobre temas universales antes que convertir sus novelas en meros análisis sociológicos. A pesar de su calidad, como escribe Jordá, “Wallant no tuvo suerte con su obra. Por una razón u otra, nunca acabó encontrando un público. Sus temas y sus personajes eran judíos, pero el simbolismo espiritual que presentaban era cristiano”. Esto, que eleva la novelística de Wallant a la categoría de clásico del siglo XX, es más que evidente en El prestamista, una novela honda e inquietante.


El prestamista
Edward Lewis Wallant
Libros del Asteroide. Barcelona (2013)
362 págs. 21,95 €.
T.o.: The Pawnbroker.
Traducción: Eduardo Jordá.

miércoles, 10 de julio de 2013

“El canguro alcohólico”, de Kenneth Cook



Kenneth Cook es un conocido escritor y periodista australiano, autor de diferentes obras, aunque la que le dio más popularidad fueron los tres libros de relatos humorísticos sobre la Australia profunda. Tras el éxito de El koala asesino y El lagarto astronauta, aparece ahora El canguro alcohólico.

Los tres libros tienen parecidos ambientes y protagonistas y contienen las disparatadas aventuras que el autor, aventurero a menudo a pesar suyo, padece en el Outback, la Australia más desconocida y profunda, plagada de personajes y animales extravagantes que ponen al autor en serios aprietos.

El tono del libro es directo y muy divertido y es el autor el encargado de introducir de manera muy personal las anécdotas que va a contar, en las que no se sabe qué es peor, si la inesperada actitud de los animales o el extraño comportamiento de algunos de sus acompañantes o los aborígenes con los que se encuentra, siempre dispuestos a sacar dinero a los turistas y a los inexpertos viajeros que se han perdido por aquellos parajes.

“La creencia de que en Australia –escribe el autor en El koala asesino- no hay más criaturas peligrosas que los cocodrilos, las serpientes y las arañas está muy extendida. Es un error. También hay aborígenes y camellos. Individualmente, son formidables. Combinados son poco menos que letales”. Esta es la introducción a una de sus historias, en las que en mitad del desierto se verá atrapado en una trampa muy bien planeada por un pícaro aborigen.

Su impresión sobre ciertos animales ha cambiado drásticamente después de vivir alguna de estas aventuras. Es lo que le sucede con los koalas, con los que tiene no precisamente una experiencia entrañable: “No me gustan los koalas. Son unos bichos asquerosos, irascibles y estúpidos sin un solo hueso amistoso en todo el cuerpo (...) Tienen mecanismos defensivos repugnantes. Su piel está infestada de piojos. Su semejanza con juguetes adorables es una engañifa abyecta. No son dignos de elogio por ningún motivo”.

En El lagarto astronauta, el segundo volumen de relatos, Cook vuelve a recorrer estas tierras casi desiertas intentado encontrar amenas historias protagonizadas por otros para luego escribirlas, aunque al final todo se le vuelve en contra y se ve metido de lleno en unas desopilantes aventuras contadas con un estilo muy desenfadado, buscando siempre el lado hilarante de lo que le está pasando, casi siempre vinculado a personajes que, por culpa del clima árido y unas condiciones de vida complicadas, han multiplicado sus manías y rarezas.

Muchas de sus observaciones sobre la vida en esas latitudes, los personajes que se encuentra y la situaciones que vive son mordaces, como cuando habla de su encuentro con algunos antropólogos en los desiertos australianos: “No es sorprendente que de pronto aparezca un antropólogo en la región más remota y seca del desierto de Australia. Lo hacen sin parar. Se estima que en el Outback hay más antropólogos estudiando a los aborígenes que aborígenes”.

El canguro alcohólico es el tercer libro. Otra vez Cook tiene que enfrentarse a las condiciones climatológicas de un territorio inhóspito para vivir que se ha especializado en fabricar personajes a veces primitivos que rozan la locura y la extravagancia, como “Codos Jones”, el protagonista de Saben aquel que..., “un personaje que se ganaba estupendamente la vida como luchador de pulsos en Birdsville hasta que su sentido del humor lo arruinó”. O la obsesión por cualquier animal que tiene el piloto Alex Robinson, con quien el autor protagoniza un esperpéntico viaje en avioneta.. Tampoco los animales son precisamente un dechado de idealismo y romanticismo. Así comienza el relato que da título al volumen, El canguro alcohólico: “Es probable que el origen de mi profundo temor hacia todos los animales australianos resida en el hecho de que en la infancia m relacionara con un canguro alcohólico”. Tampoco tiene una imagen complaciente del avestruz. “El avestruz es un pájaro malvado. Esta naturaleza maligna se deja entrever en sus ojos pequeños, mezquinos y despiadados. Su única expresión es de asco y desprecio hacia los seres vivos en general, y hacia mí en particular. También es capaz de dar coces como los camellos y partir piedras con el pico”.

Relatos, pues, entretenidos, amenos, que ofrecen una imagen poco convencional de la Australia profunda, de su fauna y de sus increíbles habitantes.


El canguro alcohólico
Kenneth Cook
Sajalín. Barcelona (2013)
196 págs. 18 €.
T.o.: Frill-Necked Frenzy.
Traducción: Guido Sender Montes.

domingo, 7 de julio de 2013

Selección de lecturas para las vacaciones

 
 
Hemos preparado en Aceprensa una selección de lecturas para las vacaciones. Como en años anteriores, se trata de una selección que hacemos pensando en  el lector que quiera disfrutar de buenas lecturas y que, a la vez, no esté obsesionado ni con la actualidad, ni con los best-seller, ni con las novelas que están más a mano en las grandes superficies comerciales. No es tampoco una lista para especialistas en literatura contemporánea.
Hay buenas novelas policiacas, de aventuras, sentimentales, psicológicas, de acción; excelentes sorpresas que han pasado desapercibidas y otras que ya han tenido una ferviente acogida entre los lectores. Hay reediciones de clásicos y pocos premios literarios y, en general, prestamos poca atención a la literatura más comercial.
En España se publican todos los años miles de títulos. Es cierto que es difícil conocer, abarcar y valorar todo lo que se publica, lo bueno y lo malo. Pero también hay que reconocer que la variedad de editoriales de todo tipo -grandes y pequeñas, comerciales y más literarias- posibilita que todos los años se publiquen muchas novelas de una excelente calidad. Si quieres salirte del guión, en esta selección encontrarás variedad y calidad, con el riesgo de aventura que supone siempre una selección.

miércoles, 3 de julio de 2013

"El silencio del héroe", de Gay Talese



El norteamericano Gay Talese (New Jersey, 1932) está considerado con Tom Wolfe uno de los padres del Nuevo Periodismo, tan frecuentado en Estados Unidos por escritores de la categoría de Truman Capote, Normal Mailer, Hunter S. Thompson, Joan Didion y Terry Southern, entre otros.

El Nuevo Periodismo se caracteriza en abordar la no ficción con los mecanismos literarios de la ficción: creación de escenas, diálogos, dramas, conflictos. “Quería escribir relatos –afirma Talese en la introducción- utilizando nombres auténticos, describir situaciones que habían ocurrido de verdad y que se podían verificar con datos. Quería estar allí en persona y observar situaciones con mis propios ojos, describir lo que veía de una manera literaria digna de los escritores que yo admiraba”. Estos eran Hemingway, Scott Fitzgerald, John O’Hara, Irwin Shaw, Carson McCullers, quienes que le proporcionaron las armas para crear “atmósferas propias de la narrativa” en unos reportajes periodísticos en los que los hechos siempre “se han de subordinar al personaje, no al revés”.

Tras finalizar sus estudios universitarios, empezó a escribir en The New York Times. Pero a mediados de los años 60 abandonó los periódicos para centrarse en las revistas, pues “lo que yo quería escribir necesitaba más espacio y más tiempo, y eso es algo que no es posible hacer en un periódico”. Pronto se especializó en escribir sobre las tareas de personajes anónimos, “los que más me han atraído siempre” y en “escribir perfiles de personas cuyas experiencias con el éxito y el fracaso ampliaran mi capacidad para contar historias”. Ejemplos de estos reportajes aparecen en Retratos y encuentros y en Vida de un escritor. También ha empleado los mismos mecanismos narrativos para escribir sobre la mafia y la familia Bonnano (Honrarás a tu padre) y la sobredosis de sexo en la sociedad americana (La mujer de tu prójimo).

Este libro contiene una antología de 39 artículos sobre temas deportivos ordenados cronológicamente. No se trata de un tema marginal en su producción, pues desde sus inicios, que aparecen en esta antología, se puede apreciar su “permanente fascinación por los deportes como símbolo de la necesidad humana de éxito, y mi respeto por los deportistas, pues asumen riesgos que a menudo no alcanzan sus expectativas, y acaban quedando como perdedores”. Desde sus inicios, su manera de abordar los temas lo alejaron del periodismo de acción y de actualidad. No buscaba Talese informar sobre lo que estaba pasando, sino analizar de manera más pausada y elaborada a los protagonistas de esa realidad: “Quiero que me cuenten sus vidas. Quiero escuchar”.

Algunos de los artículos que aquí se publican, los mejores, ya aparecían en algunos de los libros antes mencionados, como los dedicados a Joe Louis, Joe DiMaggio y a Muhammad Ali. Sobre el boxeador Floyd Patterson escribió más de 30 reportajes, de los que se han seleccionado varios para esta edición. Muchos artículos son breves y están dedicados a “personajes desconocidos e ignorados por la prensa y por los grandes escritores de no ficción del momento”. Talese dedica un reportaje a Ruby Goldstein, un solitario árbitro de boxeo; a Mike William, el herrador del Garden que trabaja deprisa”; a una trouppe de luchadores enanos “que no trabaja por calderilla”; a Walter H. Jacobs, un dentista que se ha especializado en la fabricación de protectores para los boxeadores; a George Bannon, “el cronometrador oficial del Madison Square Garden”.

En todos estos reportajes, estén protagonizados por personajes anónimos o grandes deportistas en sus horas bajas, Talese aplica la misma receta: documentación, escuchar y describir lo que ve de manera muy literaria. “Creo –ha afirmado- que es legítimo escribir reportajes con las armas propias del contador de historias”.
 
 
 
El silencio del héroe
Gay Talese
Alfaguara. Madrid (2013)
352 págs. 19,50 €.
T.o.: The Silent Season of a Hero.
Traducción: Damià Alou.