sábado, 26 de mayo de 2018

"Insumisa", de Yevguenia Yarovslávskaia-Markón


Sugestivo testimonio, otro más, de la represión soviética y de la vida en Rusia después de la revolución. No estamos ante un texto literario convencional sino ante el descubrimiento de una declaración que la autora realizó a los servicios secretos soviéticos poco antes de que fuese fusilada en 1931 en las islas Solovkí, lugar en el que también transcurre la última novela del francés Olivier Rolin, El meteorólogo(Libros del Asteroide), autor del prólogo de esta edición. 
            Este testimonio fue descubierto en 1996 en los archivos del Servicio Federal de Seguridad de la región de Arjánguelsk por Irina Fliege, directora de la Asociación memorial de San Petersburgo. Fliege es la responsable del epílogo, donde explica con todo lujo de detalles dónde apareció este escrito y las circunstancias de la vida de la autora. 
            Yevguenia nació en 1902 en Moscú en el seno de una familia de la burguesía intelectual judía. Estudió filosofía y periodismo y se sumó de manera entusiasta a los ideales de la revolución, con la que colaboró en movimientos políticos y artísticos. Sin embargo, pronto se decepcionó con el rumbo del país. Ella hubiese preferido un régimen radicalmente anarquista, por el que sentía muchas más simpatías. 
            En 1922 conoció a Aleksandr Yaroslavski, poeta que militó en los círculos futuristas: el futurismo, como cuento en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag, estuvo muy ligado a la Revolución, de manera muy especial con el poeta Vladímir Maiakovski. Yaroslavski fundó con otros poetas el grupo de “los biocosmistas inmortales”, reunidos en torno a la revista “Besmartie”. Se casaron en 1923, año también en el que la autora sufrió un grave accidente ferroviario. Después, junto con su marido, recorrieron la URSS impartiendo conferencias y charlas sobre temas literarios y, sobre todo, antirreligiosos.
            En 1926 consiguieron viajar a Berlín, también para impartir conferencias, en las que en ocasiones criticaron la política oficial. En 1927, pasaron una temporada en París. Decidieron regresar a la URSS en 1928. Ese mismo año detuvieron al poeta, acusado de “desacreditar a la Unión Soviética en el extranjero mediante la calumnia en la prensa extranjera y blanca”. Detenido en Leningrado, lo llevaron prisionero a Moscú, a la cárcel de la Lubianka, la sede de los servicios secretos soviéticos. 
            Cuando detienen a su marido, se da una radical transformación en la vida de la autora. Es cuando decide cambiar radicalmente de vida y convivir de manera continua con los delincuentes y ladrones, a los que considera la vanguardia de la auténtica y verdadera revolución. En su escrito, muestra un radical y romántico entusiasmo por la vida de los vagabundos y los llamados “urkas”, prisioneros de los gulag que proceden del mundo de la delincuencia. Curiosamente, no tiene nada que ver esta imagen, poética e idealista, con la que otro eminente preso del gulag, el escritor Varlam Sahalámov, ha mostrado en el último de los volúmenes, el sexto, de su monumental obra “Relatos de Kolymá”, titulado Ensayos sobre el mundo del hampa, el único en el que abandona el tono literario para escribir una reflexión realista y ensayística  sobre su experiencia en los campos de trabajo en contacto con unos presos que consideraba peligrosos y lo peor de lo peor. Para Shalámov, “el subterráneo reino del hampa es un mundo cuyo objetivo es la ávida satisfacción de las pasiones más bajas”.
            Primero llevó una vida vagabunda y después se dedicó a la delincuencia. Comenzó con robos sin importancia, pero cada vez más necesitaba recurrir al robo para sobrevivir. Como escribe Fliege, “de la simpatía teórica por el mundo del hampa, predicada por muchos anarquistas, pasó a practicar el robo por razones ideológicas”. En 1929 fue detenida por primera vez, la primera de sucesivas detenciones que la llevaron al destierro a la ciudad de Ustivzhna, donde sobrevivió dedicándose a echar la buenaventura. Al final, tras varias huidas y detenciones, fue enviada a Solovki, donde ya su marido había sido ejecutado, aunque a ella no le transmitieron la noticia. Se enteró estando presa e intentó suicidarse en varias ocasiones. Acusada de terrorista y de propaganda antirrevolucionaria, fue finalmente ejecutada, también en Solovki en 1931, cuatro meses después de terminar este escrito.
            Estamos ante un testimonio en vivo y en directo de una mujer que decidió voluntariamente vivir al margen de la ideología imperante y entregarse al mundo del hampa, al que continuamente instaba-incluso en las cárceles- a levantarse contra el espíritu de los bolcheviques. Todo apunta a que esta narración fue escrita en la cárcel, poco antes de ser fusilada, de un tirón: "Si digo todo esto con franqueza -escribe, es porque espero ser fusilada de todos modos". Los servicios secretos obligaban a los presos a un relato pormenorizado de sus vidas para demostrar sus inclinaciones contrarrevolucionarias. La autora lo hizo de manera compulsiva, sin ocultar nada, de alguna manera sabiendo el trágico destino que ya la esperaba, pues en su confesión no ahorra ninguna crítica contra el régimen imperante ni disimula algunas de sus acciones delictivas. Aunque estemos ante un nuevo testimonio de los gulag, su perspectiva es distinta a otros muchos libros, lo mismo que sus premisas ideológicas. Yevguenia decidió compartir destino con los desheredados, los abandonados, los pordioseros, las prostitutas, los niños de la calle…, a los que consideraba, con una visión extremadamente romántica y libertaria, unos auténticos revolucionarios. 


Insumisa
Yevguenia Yarovslávskaia-Markón
Armenia. Madrid (2018)
160 págs. 18 €.
Traducción: Marta Rebón.

domingo, 20 de mayo de 2018

"La palabra arrestada", de Vitali Shentalinski


En 1988, en plena perestroika, el poeta y escritor Vitali Shentalinski (Siberia, 1939), consiguió implicar a la Unión de Escritores para solicitar una autorización a las autoridades soviéticas que les permitiese investigar en el paradero de miles de escritores soviéticos que fueron perseguidos, represaliados y asesinados durante las décadas de dictadura comunista. Al final lo consiguió y fue la primera persona a la que se le permitió entrar en los archivos del KGB y rescatar valiosos documentos relacionados con estos escritores. Fruto de este trabajo, escribió tres libros donde reconstruyó los procesos que arruinaron la carrera y la vida de tantos escritores: Esclavos contra la libertad (2005), Denuncia contra Sócrates (2006) y Crimen sin castigo (2007): estos tres libros los comento ampliamente en Cien años de literatura a la sombra del Gulag. En este nuevo libro, La palabra arrestada, “el autor reordena y amplía la información ya presentada en esta trilogía”.
El libro se abre con un prólogo que es una síntesis del que abría la edición de Esclavos contra la libertad. En él, relata las peripecias que tuvo que pasar para hacerse con estos informes, los constantes enfrentamientos con las autoridades del KGB, las miradas críticas de muchos escritores consagrados que temían también que su nombre saliese a relucir a propósito de las delaciones y condenas a  sus colegas… Concluye con un epílogo titulado “La delación como género del realismo socialista”, en el que se resumen otras muchas cuestiones y anécdotas que se abordan en esos volúmenes. El cuerpo del libro constituye el estudio, ordenado, de los procesos y las historias de siete famosos escritores soviéticos que sufrieron persecución por parte de los servicios secretos del Partico Comunista ruso: Isaak Bábel, Ósip Mandstam, Bulgákov, Marina Tsvietáieva, Platónov, Ajmátova, Maxim Gorki y Boris Pasternak.


Desde la llegada al poder del Partido Comunista, los escritores que no participaron de las ideas de la Revolución y no se sometieron al “realismo socialista” comenzaron a estar bajo sospecha. Las autoridades impusieron una forma única de hacer literatura en donde “la vida fuera reflejada no tal como era, sino como debía ser, y nadie podía vivir su propia vida, sino la preescrita por la ideología imperante”. Pronto empezaron las purgas y las delaciones (muchas de ellas, como demuestra Shentalinski, a cargo de destacados miembros de la Unión de Escritores Soviéticos).
En estos ensayos hay revelaciones sorprendentes que se refieren a los métodos empleados por los órganos políticos para controlar y censurar la literatura de escritores que contaban en ese momento con un reconocido prestigio, como Isaak Bábel y Ósip Mandelstam (que no fue rehabilitado hasta 1987). En el expediente dedicado a Andréi Platónov (1899-1951), se reproducen los informes literarios que se hicieron sobre él, y sobre su hijo Platón Platónov, detenido en 1938 con sólo quince años de edad. Falleció de tuberculosis poco después en un campo de concentración. El capítulo sobre Pasternak explica la persecución que sufrió antes y después de conseguir el premio Nobel de Literatura, al que se vio forzado a rechazar. 


Al escritor Mijaíl Bulgákov (1891-1940) está dedicado el capítulo “El Maestro en el punto de mira de la GPU”, donde se muestra la persecución que sufrió, que impidió que se dedicase más intensamente a la literatura. 
El capítulo dedicado a Maxim Gorki explica su biografía, sus tensas relaciones con el régimen bolchevique (en un principio), su vida en el extranjero (financiado por la OGPU, precedente de la KGB), su entusiasta regreso en 1933 (siempre rodeado de servidores de la Lubianka) y la decisión de Stalin de convertir a Gorki en el supremo escritor del régimen (“con un culto aplastante y nefasto”, similar al de Stalin)… El juicio que Shentalinski hace de él es demoledor: “cuando las autoridades, con el pretexto de luchar contra los kulaks, exterminaron al campesinado, Gorki, el pilar de Rusia, les proporcionó un horrible eslogan: Si el enemigo no se rinde, se le extermina” (Pravda, 15 de noviembre de 1930).
La vida de la escritora Marina Tsvietáieva estuvo marcada por la tragedia tras su decisión de regresar a la URSS en 1939 después de vivir muchos años fuera de su país. Tsvietáieva volvió con su hijo Gueorgui (Mur), de catorce años. Dos años antes habían vuelto su hija Ariadna y su marido Serguéi Efrón. Poco después, detuvieron primero a su marido –que había sido espía ruso en París- y a su hija Ariadna, acusada de ser espía francesa. Sola y desesperada, acabó suicidándose. A la gran poeta Anna Ajmátova dedica Shentalinski el capítulo “Deus conservat omnia. Ajmátova estuvo casada con Gumiliov, con el que tuvo un hijo, Lev, luego etnógrafo, cuya detención propició la escritura del dramático poema Réquiem. Este capítulo narra muchas cosas de la vida de Ajmátova antes y después de estos sucesos. Estuvo en todo momento en el ojo del huracán, observada constantemente por el régimen, que siempre estuvo a punto de caer sobre ella. 
En el epílogo aparece esta cita de Shentalinski que resume la magnitud de la represión contra los escritores soviéticos: “Durante los años del poder soviético represaliaron a más de tres mil escritores y otros dos mil fueron fusilados o murieron en las cárceles y en los campos, sin esperanza para la libertad. No sólo rusos. Las pérdidas fueron globales: exterminaron a casi todos los escritores armenios, a toda la intelectualidad del pequeño pueblo de los cheremíes, a todos los escritores udmurtos, altaicos, bashkirios, komis… No hubo pueblo ni lengua en el territorio del Imperio soviético que se librara de esta tragedia”.


La palabra arrestada
Vitali Shentalinski
Galaxia Gutenberg. Barcelona (2018)
556 págs. 26,90 € (papel) / 16,99 € (digital). 
Traducción: Ricard Altés, Jorge Ferrer, Marta Rebón.

martes, 15 de mayo de 2018

"Nueva York. El color de una gran ciudad", de Theodore Dreiser


El escritor Theodore Dreiser (1871-1945) es uno de los máximos representantes de la novela naturalista norteamericana, con obras de crítica social en las que describió las injusticias de la sociedad de su tiempo. Es autor de las novelas Nuestra hermana Carrie (1900), El financiero (1915), El titán (1914), The genius (1915) y, entre otras, Una tragedia americana (1925). Una constante en sus obras literarias y en sus ensayos políticos y filosóficos, como destaca Miguel Ángel Martínez-Cabeza en el prólogo, sobre la que da vueltas constantemente es que el ser humano está a merced de las fuerzas sociales inexorables y que la vida es una batalla desigual entre los fuertes y los débiles. Toda su obra tiene un marcado componente moral y político.
            De formación autodidacta, ejerció como periodista en diferentes medios de comunicación. Sus años de periodista, ha confesado, modularon su estilo y condicionaron su manera de ver y entender el mundo. Tras vivir en diferentes ciudades, se instaló en Nueva York en 1894. En sus primeros años, solía pasear frecuentemente por los distintos barrios, desde los más ricos y aristocráticos, hasta los más populares y deprimentes, como la calle Bowery, en la que se daban cita mendigos, pobres y marginados. Años después, entre 1910 y 1915, escribió la mayoría de los artículos que componen este libro, que publicó en 1923.

            “Para Dreiser –escribe Martínez-Cabeza-, el color de la gran ciudad es el sepia con los contrastes de los tonos oscuros y brillantes de las viejas fotografías”. Conviven las escenas de miseria y pobreza con la descripción de lugares más refinados, como Brodway y la Quinta Avenida. Pero hay en Dreiser una predilección por mostrar el reverso del lujo y el esplendor.


            “La gloria de Nueva York está en su variedad y el drama se encuentra en sus extremos”. Por sus páginas desfilan inmigrantes de muchas nacionalidades, oficinistas, trabajadores portuarios, ferroviarios… También los lugares que muestra presentan esta variedad, alejándose de manera deliberada de los lugares más turísticos para mostrar la dura vida en una ciudad que multiplicaba las injusticias y donde en esos años eran todavía más sangrantes las diferencias sociales.


            Dreiser comenta también en el prólogo que escribió para esta edición que el Nueva York que él conoció a finales del siglo XIX sufrió después radicales transformaciones, y que sus artículos también querían fijar no sólo lugares físicos sino también un modo y un estilo de vida que cambió con el paso de los años. Con un estilo detallista, con una mirada objetiva y distanciada –aunque se notan sus preferencias y frecuentemente se inmiscuye en los artículos-, Dreiser describe las zonas más extrañas, peculiares e interesantes de un Nueva York en proceso de cambio donde tenían una destacada presencia los mendigos, los granujas y los perdedores.


Nueva York. El color de una gran ciudad
Theodore Dreiser
Abada. Madrid (2018)
432 págs. 17 €.
T.o.: The Color of a Great City.
Traducción: Miguel Ángel Martínez-Cabeza.

sábado, 12 de mayo de 2018

"Puskas", de Daniel Entrialgo


Biografía novelada de uno de los grandes mitos del fútbol mundial, Ferenc Puskas (1927-2006), jugador que hizo historia en el Honved húngaro, en la selección nacional de su país y en el Real Madrid de finales de los 50 y comienzos de los sesenta. Sus cifras son increíbles: marcó 746 goles en 754 partidos oficiales; con la selección húngara obtuvo la Medalla de Oro de los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952 y fue subcampeón del Mundo en Suiza en 1954; con el Real Madrid consiguió 5 ligas, 3 Copas de Europa y fue en cuatro ocasiones el máximo realizador de la Liga española. Hay dos momentos inolvidables en su vida futbolística: uno de los goles, sensacional, que marcó en el partido amistoso contra Inglaterra, en el que se impusieron en Wembley con un contundente 6 a 3; y los cuatro goles que marcó en la ya mítica final de la Copa de Europa de 1960 que el Real Madrid ganó al Eintracht de Frankfurt por 7 a 3.


            Pero no hay que haber conocido a Puskas para disfrutar de este libro, que va más allá, además, de la simple biografía de un gran futbolista. El autor, Daniel Entralgo (1971), que se define como “empedernido nostálgico del llamado fútbol vintage”, ha realizado un meritorio trabajo de documentación para situar a Puskas en su contexto vital e histórico. Además, estamos ante una gran novela, pues el autor consigue enhebrar con mucho interés y un excelente ritmo narrativo las peripecias personales con los numerosos problemas que tuvo la trayectoria de este futbolista.
            Resulta meteórica, ejemplar y espectacular su vida como futbolista. Hijo de una familia humilde, su padre era entrenador en el equipo donde empezó Puskas, el Kispest AC, muy cercano a su casa, situada en una pequeña ciudad dormitorio a las afueras de la capital húngara, al sudeste del distrito de Pest. A los 17 años, debutó con el primer equipo, en 1944, y a los 20 años ya era una estrella de su selección. La Segunda Guerra Mundial interrumpió su fulminante ascenso. Tras la Guerra y la ocupación del país por los comunistas, Puskas se sometió a las decisiones que tomó el nuevo Gobierno, que nacionalizó los equipos de fútbol. El suyo pasó a denominarse Honved y dependía directamente del Ministerio de Defensa. De hecho, todos los jugadores fueron adscritos como mandos militares (Puskas con el grado de comandante). El Gobierno no escatimó medios para hacer de Hungría una potencia mundial, convirtiendo el fútbol magiar en un referente mundial. 


            En la vida de Puskas hay un antes y un después de la Revolución de 1956, que fue abortada por los tanques soviéticos. Puskas se encontraba fuera del país disputando una eliminatoria de la Copa de Europa y junto con otros jugadores decidió no regresar a su país. Tras dos años de sanción, fichó por el Real Madrid en 1958, una decisión personal del presidente Santiago Bernabéu que provocó alguna polémica entre el cuatro técnico del equipo blanco, que veía a Puskas muy mayor y “muy gordo”. Sin embargo, en los primeros partidos demostró su increíble capacidad goleadora y su compenetración con la otra gran estrella del equipo, Alfredo Di Stéfano. Puskas se retiró en el año 1966. Después, entrenó a equipos por todo el mundo, aunque su éxito más sonado lo consiguió con el Panathinaikós griego, al que llevó en 1971 a la final de la Copa de Europa.


Puskas no regresó a su país hasta 1981, para rodar un documental y recibir un homenaje, y no se instaló allí definitivamente hasta 1992, ya desaparecido el régimen comunista, que le había acusado en 1956 de “traidor a la patria”. Puskas falleció en 2006. 
            Muchos son los méritos de este entretenido libro: el ameno y apasionado relato de la agitada vida futbolística de Puskas, las certeras referencias al contexto histórico que le tocó vivir al futbolista en Hungría y en España, y, además, las constantes referencias a partidos inolvidables y jugadores que han hecho historia. El libro está plagado de anécdotas relacionadas con el fútbol y la vida en aquellos años. La mezcla de estos ingredientes convierten a esta biografía novelada en un libro muy interesante para los aficionados al fútbol.


Puskas 
Daniel Entrialgo
Espasa. Barcelona (2018)
384 págs. 19,90 €.