jueves, 27 de diciembre de 2012

Mi selección de lecturas 2012


Una breve aclaración: pongo los libros que he leído durante el 2012 que más me han gustado a mí. Mi selección no tiene ninguna intención académica, ni siquiera literaria. El orden es aleatorio.

William Kennedy, Tallo de hierro. Novela que obtuvo el Premio Pulitzer en 1983 y que pertenece al ciclo de Albany, conjunto de novelas de William Kennedy (1928) ambientadas en la capital del Estado de Nueva York en los años treinta y cuarenta del pasado siglo. Libros del Asteroide ha publicado también Roscoe, negocios de amor y guerra y La jugada maestra de Billy Phelan. La novela es una excelente aproximación a las consecuencias de la Gran Depresión y se centra en la desafortunada vida de Francis Phelan, un excelente personaje que representa sobre todo las sombras de una vida desgraciada que le arrastra a vivir como un vagabundo, al borde de la quiebra moral y física, aunque siempre queda un resquicio para la redención. (Libros del Asteroide. 304 págs. 19,95 €.).


William March, Compañía K. Publicada en 1933, aborda la guerra sin contemplaciones. La protagonista es la muerte, que aparece mostrando siempre su rostro más tormentoso, obsceno y repugnante. Esta novela, pionera e innovadora en muchos sentidos, es muy original también en su desarrollo literario, pues está formada por 113 estampas, cada una de ellas protagonizada por un soldado de la Compañía K, vivo o muerto. Cada estampa ocupa poco más de una página y se pasa de un escenario a otro, de una batalla a otra, de un paisaje a otro. No existe un argumento único aunque sí hay un hecho central que funciona un poco como hilo conductor: la ejecución a sangre fría de 22 prisioneros alemanes. Los soldados que intervinieron en esa matanza no consiguen liberarse de aquellos macabros recuerdos. March escribe sobre todo esto sin retórica y con mucha ironía, un lúcido efecto que multiplica el efecto demoledor de la novela. (Libros del Silencio. 312 págs. 18 €.).

Andrés Trapiello, Ayer no más. Esta novela tiene como telón de fondo la guerra civil, asunto al que su autor ha dedicado no pocos trabajos y ensayos, el más conocido Las armas y las letras. La novela aborda la Guerra Civil desde la perspectiva actual, cuando un Catedrático de Universidad, hijo de un militante falangista durante la guerra, descubre asuntos turbios en el pasado de su padre que si salen a la luz hoy día pueden abrir una serie de heridas de impredecibles consecuencias. Estos hechos le sirven a José Pestaña, el protagonista, para comprobar con tristeza cómo resulta casi imposible cambiar el enfoque de aquellos sucesos, que todavía hoy se siguen utilizando para fomentar el revanchismo, la división y el enfrentamiento. Con sus luces y sombras, es una novela en la que Trapiello ha intentado salirse del guión maniqueista. (Destino. 312 págs. 20 €.).

Francesco Piccolo, Momentos de inadvertida felicidad. Este arriesgado libro, vanguardista a su manera, consiste en la larga enumeración de aquellos “momentos de inadvertida felicidad” que componen la existencia del narrador. No se trata de grandes cuestiones, ni de sucedidos que vayan a pasar a la historia. Piccolo hace un exhaustivo recuento de pequeños, domésticos, intrascendentes instantes que le reportan una persistente y contable sensación de felicidad. La lista de estos momentos supone un muestrario de escenas cotidianas con las que, en la mayoría de las ocasiones, resulta fácil identificarse, pues uno se ve reconocido en esos minúsculos detalles que están presentes de manera cotidiana en la realidad. (Anagrama. 152 págs. 14,90 €.).


Flann O’Brien. La gente corriente de Irlanda. Selección de las más de tres mil columnas periodísticas que O’Brien (1911-1966) escribió desde 1940 hasta 1966. Con anterioridad, Nórdica ha publicado todas sus novelas: El Tercer Policía, Crónica de Dalkey, La boca pobre, La vida dura y En Nadar-dos-pájaros, todas inclasificables, basadas en increíbles parodias literarias y humorísticas. Las mismas características aparecen en estos artículos, donde tienen cabida análisis sobre los vicios del lenguaje popular pasando y sus desternillantes dardos contra la sociedad literaria de su tiempo. Lo típico de O’Brien es ridiculizar los clichés y estereotipos léxicos, literarios y sociales más extendidos en la sociedad de Dublín. (Nórdica. 412 págs. 22,95 €.).


Edoardo Nesi, La historia de mi gente. No se trata propiamente de una novela, sino de un libro memorialístico que mezcla los recuerdos literarios, familiares y personales con la reflexión social y política sobre la crisis actual. Todo ello con un hilo conductor: explicar el desmoronamiento de la vida empresarial en Prato, ciudad italiana que ha sufrido las consecuencias de la globalización. Nesi describe desde dentro el progresivo hundimiento no solo de estas empresas textiles sino de todo un estilo de vida. El gran acierto de este relato es cómo el autor se identifica con el triste destino de sus paisanos. (Salamandra. 160 págs. 9,50 €.).

Austin Wright, Tres noches. Tras un matrimonio naufragado, Edward y Susan llevan veinte años sin verse. Pero de pronto Susan recibe el manuscrito de una novela escrita por Edward, La novela de Wright, cuenta el desasosegante contenido del libro de Edward y el proceso de lectura fascinada de Susan, que la llevará a replantearse su vida y su futuro. Original reflexión sobre los actos de escritura y lectura, sobre qué ponemos en juego en cada uno de ellos y sobre cómo nos transforman. Una historia brillante y absorbente, casi siempre inteligente. (Salamandra. 380 págs. 20 €.).


Rafael Azcona, ¿Por qué nos gustan las guapas? Conocido sobre todo por su labor como guionista de películas tan famosas como El pisito, El verdugo, Plácido, El cochecito, entre otras muchas, Azcona (1926-2008) cuenta también con una interesante trayectoria como escritor en donde hay que contar sus colaboraciones en la revista de humor La Codorniz desde 1952 a 1958. Aparece ahora el primer volumen de los tres con todos estos textos. Este volumen está dedicado a los años 1952 a 1955 y en ellos está el germen del humor que explotará luego en sus guiones. Todas son colaboraciones breves en las que, con un insólito sentido del humor, se ríe de los tópicos más manoseados por una sociedad esclerotizada que vivía cómodamente asentada en unos clichés lingüísticos, morales, afectivos y sociales. Como escribe el propio Azcona, “me encuentro estupendamente haciendo estas cosas: tirarle de la barba a la severidad, a la tristeza, a la melancolía y a la estupidez, es una delicia”. (Pepitas de Calabaza. 512 págs. 30 €.).


Amin Maalouf, Los desorientados. La última novela de Maalouf, Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2010, condensa los temas habituales de sus novelas y ensayos, en esta ocasión desde una perspectiva biográfica, pues la novela cuenta, con libertad, las repercusiones del exilio y de los sangrantes conflictos bélicos del Líbano entre los miembros de su generación. Adam, el narrador-protagonista, regresa al Líbano más de veinte años después de su exilio para asistir al funeral de uno de sus más íntimos amigos. Ya en Beirut, decide con Semiramis, antigua amiga que, de golpe, se convierte en su amante, organizar una reunión con sus antiguos compañeros. No es tarea fácil pues cada uno ha tomado un camino distinto después de la irrupción de la guerra civil en sus vidas. Maalouf bucea en las claves de la identidad, la religión (tratada con respeto y, a la vez, de una manera crítica), el exilio, el pasado, la memoria. (Alianza. 528 págs. 2 €.).
Javier Cercas, Las leyes de la frontera. En su regreso a la novela, aborda Cercas el mundo de los quinquis y de la delincuencia marginal del posfranquismo, que creó una serie de mitos, como Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, idealizado con tanto éxito en películas, exposiciones y en los medios de comunicación. Cercas se ha documentado muy bien y reconstruye aquella España lumpen. Su protagonista es El Gafitas, antiguo compañero de El Zarco, famoso delincuente con quien compartió fechorías a finales de los setenta. Años después, El Gafitas, ahora prestigioso abogado penalista, vuelve a encontrarse en la cárcel con El Zarco. Otro personaje clave para engarzar el pasado con el presente es Tere. La primera parte, transcurre en el verano de 1978, en una Gerona “húmeda, oscura, solitaria y cochambrosa”. La segunda, veinte años después, cuando El Zarco es ya un mito de la delincuencia por sus fechorías y evasiones. (Mondadori. 384 págs. 21,90 €.).

Cormac McCarthy, El Sunset Limited. Estrenada en 2006 como obra de teatro, es más una novela en forma dramática que propiamente un drama. Toda la obra es el diálogo que mantienen dos únicos personajes, Negro y Blanco, en un mismo espacio: el apartamento de Negro en un suburbio de Nueva York. Negro, un expresidario, ha salvado la vida en el último momento a Blanco, quien ha intentado suicidarse. Negro y Blanco mantienen una apasionada discusión sobre los motivos de Blanco para suicidarse y los de Negro para salvarlo. Blanco es profesor universitario, culto, un ser en bancarrota espiritual. Negro ha pasado siete años en prisión, donde encontró la fe. La obra contiene un lúcido y a veces agrio debate sobre el sentido de la vida y el lugar que puede ocupar la religión. (Mondadori. 112 págs. 14,90 €.).

Robertson Davies, Levadura de malicia. Davies (1913-1995) publicó en 1951 A merced de la tempestad, con la que iniciaba la primera de sus trilogías, la de Salterton. Levadura de malicia, de 1954, es la segunda novela de esta trilogía. Comienza su trama con la publicación en el periódico local del falso anuncio de boda entre Solly Bridgtower y Pearl Vambrace. Este suceso dispara un conjunto de reacciones y rumores que sirven para describir la vida en esta inventada ciudad canadiense a mediados de los cincuenta. Lo interesante es cómo Davies describe y retrata aquella sociedad, sus manías, la obsesión por las apariencias, los rumores, las relaciones sociales, etc. También se ha publicado la tercera parte, Una mezcla de flaquezas, de 1958. Las tres mantienen una misma ambientación y personajes, aunque son independientes. (Libros del Asteroide. 320 págs. 21,95 €.).


Edmund Crispin, La juguetería errante. La acción de esta novela protagonizada por el excéntrico profesor y detective aficionado Gervasio Fen transcurre en Oxford, a donde se traslada el poeta Richard Cadogan para descansar de la vida sedentaria que lleva en Londres. Tras un accidentado viaje, se encuentra con una sospechosa tienda de juguetes y, dentro, con una mujer muerta. Este es el detonante de un misterio que, para resolverlo, necesitará de la ayuda de Gervasio Fen. Los dos inician una investigación que pronto les pone en el disparadero de un misterioso caso que tiene que ver con un esperpéntico testamento, una anciana millonaria muerta y una mujer asesinada. También resulta entretenida El canto del cisne, la segunda novela de las nueve que escribió el autor con este personaje. (Impedimenta. 320 págs. 22,20 €.).

Christopher Morley, La librería ambulante. Helen McGill es una mujer que ronda los 40 años, soltera, que ha llevado una vida bastante monótona, primero como institutriz y los últimos 15 años, con su hermano Andrew, sacando adelante una pequeña granja familiar. Pero las cosas cambian de golpe cuando aparece Roger Mifflin, un librero ambulante que quiere vender su carromato. En un arrebato, Helen compra la librería, pues atisba que detrás de esa decisión se encuentra quizás la última oportunidad para abandonar la vida que lleva. Helen abandona la granja y recorre algunos pueblos con Roger, quien le explica cómo hay que vender libros y hablar de ellos. Andrew, el hermano, no acepta la huida de su hermana y hará todo lo posible para que vuelva. (Periférica. 184 págs. 16,75 €.).


D. E. Stevenson, El libro de la señorita Buncle. Años 30 del pasado siglo. Silverstream es un pueblecito inglés chismoso y apacible, que vive muy pendiente de sus propios asuntos. De repente un suceso va a remover para siempre la placidez de sus gentes: la señorita Buncle ("una cuarentona flacucha y sin estilo") escribe una novela inspirada en sus vecinos, donde todos pueden reconocerse sin dificultad. El libro actúa a modo de espejo y todos pueden saber cómo les ven los demás. Esto inspirará conductas audaces, resolverá situaciones románticas, o reconducirá vidas familiares anodinas. La escocesa Dorothy Emile Stevenson (1892-1973) publicó con éxito esta novela en 1934. El planteamiento es original, el desarrollo atractivo e interesante y el estilo apropiado y culto. (Alba. 378 págs. 22 €.).

Enrique García-Máiquez, El pábilo vacilante. El autor publicó en 2009 Lo que ha llovido una selección de las entradas a su blog Rayos y truenos. Ahora se publica un nuevo volumen, que abarca desde 2008 hasta 2011. García-Máiquez transmite sus inquietudes literarias, existenciales y hasta espirituales. Todo tiene cabida: un comentario sobre sus clases en el Instituto, un libro que está leyendo, el descubrimiento de un autor, una cita deslumbrante, un pequeño poema, haikus, brillantes aforismos. Y pasajes más íntimos y familiares, como la muerte de su madre y el nacimiento de su primera hija. Todos estos sucesos los aborda el autor con naturalidad y confianza, convirtiendo a los lectores en confidentes de sus más secretos pensamientos. (Renacimiento. 256 págs. 18 €.).

Roy Lewis, Por qué me comí a mi padre. Inteligente y humorística obra basada en la vida de los hombres de las cavernas. El narrador es el antropoide Ernest, uno de los primeros pobladores conscientes de su propia individualidad. Ernest relata la vida de su singular familia, y en especial de su padre, el renovador y progresista Edward. Los primeros experimentos los aplica en su propia familia. Luego vienen los irónicos momentos importantes, como el trabajoso descubrimiento del fuego, de la lanza, la cocina casera, el arte figurativo, el matrimonio moderno, el amor, el ocio... Lo mejor es el tono discursivo y filosófico y los deliberados anacronismos. (Contraseña. 192 págs. 16 €.).


Niccolò Ammaniti, No tengo miedo. Vuelve a reeditarse la mejor novela de este famoso escritor italiano, autor de obras de desigual calidad. Se trata de una historia de niños para adultos ambientada en Italia a finales de la década de los setenta. En Acqua Traverse, un pueblo imaginario del sur de Italia, el niño Michele Amitrano, de manera casual, descubre un insólito personaje que provoca que sea vea envuelto en una serie de peligrosas aventuras que le llevan a descubrir la maldad de los adultos. La novela tiene como principal protagonista el mundo de la infancia. (Anagrama. 232 págs. 17,90 €.).


Yann Martel, La vida de Pi. Pi Patel es un adolescente que vive en la India. La familia, dueña de un zoo, practica el hinduismo, mientras que Pi es hindú, cristiano y musulmán, un buscador que armoniza sus discursos filosófico-religiosos con conocimientos enciclopédicos sobre zoología. Su práctica religiosa es un ejemplo de sincretismo un tanto simplista, aunque esté contada con simpatía. Debido a la inestabilidad política de los años 70, la familia decide emigrar. Llevan consigo sus animales más exóticos, que perecerán casi todos cuando el barco naufraga. Solo sobreviven Pi y Richard Parker, un tigre de Bengala. La novela es una aventura náutica que mantiene al lector en tensión constante y que hace que nos preguntemos acerca de hasta dónde llega nuestra fe en el poder de las historias, de la ciencia, de la naturaleza, y de Dios. La novela ha sido llevada al cine por el director Ang Lee. (Booket. 416 págs. 8,95 €.).

Chris Bachelder, A propósito de Abbott. El protagonista, Abbott, es un profesor universitario que pasa los meses de vacaciones cuidando a su mujer, a punto de dar a luz, a su hija pequeña de dos años y a un timorato perro labrador. El argumento del libro consiste en analizar, pormenorizadamente, cómo se desenvuelve Abbott en la esfera doméstica, pues su mujer apenas puede ya ocuparse de nada. Lo más original es la forma en que está planteado el libro. Escrito en tercera persona, con un estilo aséptico y distante, se ofrece, en clave literaria, un informe de la actividad que el protagonista despliega durante estos meses, siempre desde la irónica perspectiva de que Abbott, un intelectual, se está dedicando a algo que no le interesa y para lo que no está preparado. (Libros del Asteroide. 282 págs. 18,95 €.).


David Malouf, Rescate. Utiliza Malouf libremente una historia que se cuenta de pasada en La Ilíada, pero de gran alcance dramático. En un momento de la Guerra de Troya, Patroclo cae muerto a manos de Héctor, uno de los héroes troyanos. Esta muerte provoca que Aquiles derrote a Héctor y arrastre su cadáver durante once días alrededor de las murallas de Troya. El episodio es muy conocido, pero Malouf centra la atención en algo que aparece de pasada: la reacción del rey Príamo, el padre de Héctor, y su solicitud a Aquiles para que le devuelva el cadáver de su hijo. (Libros del Asteroide. 192 págs. 16,95 €.).

domingo, 23 de diciembre de 2012

"El pábilo vacilante", de Enrique García-Máiquez



Poeta, articulista, crítico, profesor y también blogero, Enrique García-Máiquez (1969) publicó en 2009 en Lo que ha llovido, una selección de las entrada a su blog Rayos y truenos. Ahora se publica una nueva selección, que abarca desde 2008, donde terminaba el otro, hasta 2011.

Abierto el debate sobre si se trata de un nuevo género literario, García-Máiquez es consciente de que gracias al blog “me he podido sentir escritor todos los días y no de higos a brevas o a salto de musa”. El blog comparte muchas características con el diario y el dietario, aunque en el blog se remarcan más la inmediatez y actualidad. Y también la brevedad y la fragmentariedad, pues las entradas de un blog suelen ser cortas y lo temas no se agotan precisamente por extenuación. Muchas veces son pequeños apuntes, breves ideas, chispazos poéticos o existenciales, la punta de lanza de una reflexión más extensa que el autor está trabajando en un poema, en una crítica, en un ensayo. Además, el blog supone un contacto constante y permanente con los lectores, aunque sólo sean un puñado de ellos los que dejan algún comentario. Pero esa relación está más latente que en otros escritos. Como escribe el autor, “y luego está la confianza que me habéis ido dando en mis apreciaciones y en mi prosa”.

Para mí, el blog demuestra la versatilidad del género diarístico hoy día, abierto a nuevas fórmulas literarias y narrativas menos rígidas que en otros tiempos, donde el diario era algo así como la diaria contabilidad de la vida de un escritor. Los libros de García-Máiquez, como los de Andrés Trapiello, José Jiménez Lozano, José Luis García Martín, Miguel Sánchez-Ostiz y otros prestigiosos autores de diarios (y también de blog), comparten una misma atmósfera estilística y temática, sin que estos debates más o menos teóricos sobre el género les pongan precisamente nerviosos.

En El pábilo vacilante continúa García-Máiquez con la tarea que inició con Lo que ha llovido: establecer un cauce de comunicación con sus posibles lectores, a los que les transmite sus inquietudes literarias, existenciales y hasta espirituales. Todo tiene cabida: un comentario sobre sus clases en el Instituto, un libro que está leyendo, el descubrimiento de un autor, una cita deslumbrante, un pequeño poema, haikus, brillantes aforismos (“profesionalizarse: pasar de tener algo que decir a tener que decir algo”)... En esta ocasión, un número nada desdeñable de entradas están dedicadas a sucesos íntimos y familiares, como la muerte de su madre, el embarazo de su mujer, el nacimiento de su primera hija. Todos estos sucesos los aborda el autor con naturalidad y confianza, convirtiendo a los lectores en confidentes de sus más secretos pensamientos sobre la vida y la muerte.

El autor apenas menciona en esta ocasión sucesos propios de la vida cultural y política, temas que deja para sus artículos de opinión que suele publicar en varios diarios andaluces y que una selección de ellos también ha recopilado en el volumen De ida y vuelta (Isla de Siltolá) y, más recientemente, en Un paso atrás (Rialp). En el blog prefiere el autor abordar cuestiones más domésticas, que van desde la preparación de una conferencia, un viaje a Madrid para visitar a su suegra e impartir unas clases, la traducción de unos poemas o su trato con compañeros y familiares.

Eso sí, la literatura traspasa absolutamente todos los comentarios, pues su principal hilo conductor es cómo la vida se transforma en literatura y al revés. A diferencia de otros diarios que presentan un imagen crítica y ácida de la vida literaria, sorprende el tono optimista de García-Máiquez cuando se refiere a otros escritores. En este sentido, no gozan del morbo del que disfrutan algunos autores de diarios, cuyos textos les sirven a veces como exabrupto o desahogo. Al autor, como él escribe, le gusta celebrar el presente, con un contagioso tono jovial, nada polémico, con el que resulta fácil, y agradable, identificarse. También hay que destacar la calidad de su prosa y la agudeza de muchas de sus comentarios, intuiciones, aforismos, versos, que denotan un amplio conocimiento de la literatura y de la condición humana.


El pábilo vacilante
Enrique García-Máiquez
Renacimiento. Sevilla (2012)
256 págs. 18 €.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

“A propósito de Abbott”, de Chris Bachelder


Abbott es un profesor universitario que pasa los meses de vacaciones cuidando a su mujer, a punto de dar a luz, a su hija pequeña de dos años y a un asustadizo y tiorato perro labrador. El argumento del libro consiste en analizar, pormenorizadamente, cómo se desenvuelve Abbott en la esfera doméstica, pues su mujer apenas puede ya ocuparse de nada y él debe estar al tanto de todas las tareas del hogar.

Lo más original es la forma en que está planteado el libro. Escrito en tercera persona, con un estilo aséptico y distante, Abbott espera ofrece, en clave literaria, un informe de la actividad que el protagonista despliega durante estos dos meses, siempre desde la irónica perspectiva de que Abbott, un intelectual, está desbordado y se está dedicando a unas actividades que no le interesan y para las que no está mínimamente preparado.

Aunque pone buena voluntad, energía y ganas, no cuenta con la suficiente experiencia para enfrentarse con solvencia a situaciones para él exóticas, como los pequeños incidentes domésticos, la preparación de las comidas, el manejo de los electrodomésticos o la absoluta dedicación que exige la niña de dos años. Abbott tiene que cantar y jugar con ella y no sólo un rato sino casi todo el día. El asiduo contacto con Internet será su tabla de salvación y vía de escape ante una realidad que le aburre y agota, aunque Abbott asume sus obligaciones sin rechistar y tenga que asumir algunos evidentes fracasos, como vestir a la niña de invierno en pleno verano. La novela se centra exclusivamente en sus actividades; tanto la hija como la mujer quedan en un plano bastante secundario.

La novela está estructurada en capítulos muy breves en los que se describen estas mínimas situaciones, encabezadas con sugerentes y originales títulos como “Abbott, atravesado por el subjuntivo”, “Abbott y la paradoja del crecimiento personal” o “La imaginaria irrupción de Abbott en la prominencia de una subdisciplina”. El resultado es un divertido libro sobre la paternidad.


A propósito de Abbott
Chris Bachelder
Libros del Asteroide. Barcelona (2012)
282 págs. 18,95 €.
T.o.: Abbott Awaits. Traducción: Ismael Attrache.

martes, 18 de diciembre de 2012

"El tango de la Guardia Vieja", de Arturo Pérez-Reverte



Dejando a un lado sus novelas sobre el capitán Alatriste, en sus últimos libros parece como si Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) quisiera quitarse el sambenito de mero escritor de novelas de aventuras. Tanto El pintor de batallas como El asedio son novelas en las que hay un proceso de indagación sobre la condición humana desde una perspectiva desencantada y crítica, actitud que el popular escritor reitera también en sus artículos periodísticos. Para conseguir este efecto, suele basarse en personajes que poseen muchos de los rasgos del propio autor: actitud crítica pero desapasionada ante la vida, visión negativa de la condición humana y total ausencia de certezas más o menos existenciales y trascendentes. Así, sus habituales protagonistas –el fotógrafo y pintor Andrés Faulques, el inspector Rogelio Tizón, el marino Pepe Lobo y también la armadora Lolita Palma, a los que hay que sumar los de esta novela: Max Costa y Mecha Inzunza- son seres descreídos, autosuficientes, desengañados, cansados de la vida, cínicos, desafiantes con lo que les rodea y pesimistas ante el destino que les ha tocado vivir. Esta fidelidad a un estereotipo, marca de la casa en Pérez-Reverte, añade a sus novelas dramatismo, pesimismo y desengaño, pero también las hace, en sus planteamientos existenciales, planas, reiterativas, previsibles y vacías.

A estas alturas, nadie discute la capacidad de Pérez-Reverte para construir argumentos y para sacar el máximo partido a la ambientación. Como demuestra en esta novela, Pérez-Reverte es un escritor obsesionado con los detalles y la verosimilitud ambiental. Suele documentarse al máximo, y en esta novela más que en ninguna otra. El tango de la Guardia Vieja transcurre en diferentes momentos históricos, en 1928 en un crucero que finaliza en Buenos Aires; en 1937 en la ciudad francesa de Niza; y en 1966, en la ciudad italiana de Sorrento. Con un meritorio puntillismo, Pérez-Reverte carga la mano en las diferentes ambientaciones en las que se mueven los protagonistas, intentando captar en su novela –y lo consigue con creces- la atmósfera de cada uno de estos tiempos y lugares. Hay, pues, un elaborado y perfeccionista trabajo de reconstruir una época con referencias a la moda, la música, el cine, los lugares, las costumbres, los objetos y las maneras. Desde este punto de vista, hay que reconocer que Pérez-Reverte ha realizado un excelente trabajo.

Sin embargo, este realismo y esta verosimilitud, impecables y necesarios, no bastan para construir una buena historia. Más aún, en esta ocasión, esta obsesión por pintar aquellos tiempos acaba arrinconando y hasta agobiando a los personajes y a la evolución de la propia trama.

Los principales protagonistas de esta novela son Max Costa y Mecha Inzunza, quienes se conocen en un viaje en barco a Buenos Aires. Max trabaja en el crucero como bailarín profesional y Mecha, una joven adinerada, es la esposa del compositor español Armando de Troeye. Entre Max y Mecha surge una atracción que arranca de la habilidad de Max para bailar tangos. Ya en Buenos Aires, se ofrece de guía al matrimonio para enseñarles algunos lugares que frecuentó durante su infancia y adolescencia, antes de su traslado a España. En esos lugares, Max les enseña el nacimiento del tango auténtico, arrabalero, nada turístico ni cosmopolita, el tango de la Guardia Vieja, que se cantaba y bailaba en locales de mala muerte. Luego la acción se traslada nueve años después a Niza, donde Max vuelve a coincidir con Mecha, ahora en otras condiciones, pues Max ha dejado de ser bailarín para convertirse en un gigoló que vive de robar y dar sablazos a damas adineradas de la alta sociedad. Max se ve envuelto en Niza en un peligroso asunto de espías, con maniobras ocultas del gobierno fascista de Mussolini. Y tras casi treinta años sin verse, se reencuentran en 1966 en Sorrento, donde Max, con más de sesenta años, ha asentado la cabeza como chófer de un prestigioso médico. Sin embargo, Max se presenta ante Mecha como un galán elegante y adinerado, que ha triunfado en la vida.

La novela cuenta de manera alterna los sucesos de 1928 y 1937 y los de 1966. En los dos casos, para introducir alguna intriga en la trama, además de la intensa relación que mantienen los protagonistas, Max se ve envuelto en peligrosos asuntos. Si en el primero era el mundo de los espías con el telón de fondo de la Guerra Civil española, en el segundo se encuentra con el largo brazo de la KGB, que protege al campeón del mundo de ajedrez, el soviético Sokolov, quien se enfrenta en Sorrento a un campeonato contra la promesa chilena Jorge Keller, hijo de Mecha Inzunza.

Pero lo más importante de esta historia no son estas aventuras sino la intermitente y alambicada relación que mantienen Mecha y Max. La ausencia de una realización que vaya más allá de la satisfacción sexual –algo que se da en otras novelas del autor- se traslada en ésta al confuso trato afectivo que mantienen sus protagonistas, donde el autor quiere añadir, ahí sí, el toque de originalidad y extrañeza, pues lo que más les une es la actitud que los dos mantienen ante el sexo. Mecha, con el consentimiento de su marido, mantiene relaciones sexuales con otros amantes y, por supuesto, con Max. Y a lo largo de los años, en sus sucesivos reencuentros y situaciones personales, la relación mantendrá su complejidad y sus deliberadas ramificaciones oscuras y turbias con las que Pérez-Reverte, ante la ausencia de otras inquietudes, quiere convertir su trama en una desasosegante variante de la insatisfacción existencial.



El tango de la Guardia Vieja
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara. Madrid (2012)
498 págs. 21 €.

sábado, 15 de diciembre de 2012

“La jugada maestra de Billy Phelan”, de William Kennedy


 

Publica Libros del Asteroide La jugada maestra de Billy Pelan, novela que forma parte del ciclo de Albany del escritor norteamericano William Kennedy (1928). Se trata de la tercera novela que publica esta editorial de este autor, tras la excelente acogida crítica que han tenido Roscoe, negocios de amor y guerra y Tallo de hierro. Además de estas, también están ambientadas en Albany, la capital del estado de Nueva York, El camión de la tinta (1969) y Legs Diamond (1975). Si Roscoe, negocios de amor y guerra, publicada en 2002, transcurría después de la Segunda Guerra Mundial, en La jugada maestra de Billy Phelan, de 1978, regresa Kennedy a la década de los treinta, durante la Gran Depresión, tiempo en el que también situó su obra maestra Tallo de hierro, Premio Pulitzer en 1983, novela que tiene como protagonista a Francis Phelan, el padre de Billy Phelan.

Es esta una característica de sus novelas del ciclo de Albany: unos mismos personajes que aparecen y desaparecen en distinas novelas sobre los que pone la lupa para dar vida a Albany, para Kennedy ciudad "de pecado, corrupción y vicio”, aunque también habría que añadir que hay sitio para los buenos sentimientos y para una tímida redención, como sucede en Tallo de hierro y también, a su manera, en La jugada maestra de Billy Phelan.

Billy, el hijo de Francis, es un profesional de la vida nocturna de Albany, que conoce a la perfección. Personaje habitual de todo tipo de garitos, Billy sobrevive ejerciendo de intermediario en las apuestas de las carreras de caballos y manteniendo su prestigio como excelente jugador de billar, bolos y de póker. Una deuda económica le obliga a dar el máximo de sí para devolver una suma importante de dinero. Pero una de esas noches, secuestran a Charlie, el hijo de Bindy McCall, uno de los hermanos McCall que controlan la vida política del Partido Demócrata y de una cadena de negocios turbios vinculados al juego y la prostitución. De hecho, nada se mueve en Albany, también en los medios de comunicación, sin que lo sepa esta familia, que utiliza la política como la mejor herramienta para controlar la vida en Albany. Billy Phelan conoce bien a esta familia, pero en su trabajo y negocios ha decidido ir por libre, poniendo en práctica una independencia y autenticidad, bien valoradas por los personajes que se mueven en su mismo mundo.

Sin embargo, los McCall solicitan la ayuda de Billy para solucionar el secuestro de Charlie y su despegada y apática respuesta no es bien recibida por ellos, lo que provoca que sea una nueva víctima de los McCall, alguien al que a partir de ahora, es una orden, hay que marginar y hacer el vacío. Sólo Martín Daugherty, conocido periodista y el hijo de un famoso escritor de Albany, confía en Billy y no le rechaza. Martín es otro de los hilos conductores que utiliza el autor para que ejerza de guía de ese mundo de corrupción y cinismo.

La novela retrata con todo lujo de detalles los habituales personajes de la vida nocturna de Albany, aunque la mirada del autor, que coincide con la de Billy, no es despectiva, ampulosa, ni prepotente. Kennedy describe con realismo y piedad a todos esos personajes: jugadores profesionales, camareros, exboxeadores, delincuentes, prostitutas, seres al borde de la quiebra moral, chulos, rufianes, amantes, gángsteres... Incluso hay momentos de una emotividad áspera, como el reencuentro de Billy con su padre, ahora convertido en un vagabundo (es el argumento de Tallo de hierro), tras años de haber abandonado su matrimonio y su familia.

Al igual que en las novelas ya publicadas, el trabajo literario que realiza Kennedy resulta sobresaliente, de gran calidad, pues su interés como escritor busca captar ese ambiente, atrapar con verosimilitud los diálogos, mostrar la variedad de miserias, describir el arraigado sentido del honor de algunos personajes y censurar las obligadas claudicaciones morales... A su manera. Billi es un personaje que posee sólidos valores éticos, aunque forme parte de ese mundo inmoral que se rige por sus propias leyes y donde las relaciones humanas están siempre ligadas al dinero, el juego, el sexo y el alcohol. La dura experiencia que vive Billy al sentirse rechazado y ninguneado por ese mundo que tan bien conoce y que considera su hábitat natural, le sirve para caer en la cuenta de la precariedad y falsedad de su mundo y de su propia vida.


La jugada maestra de Billy Phelan
William Kennedy
Libros del Asteroide. Barcelona (2012)
368 págs. 21,95 €.
T.o.: Billy Phelan’s Greatest Game. Traducción: Jordi Fibla.

domingo, 9 de diciembre de 2012

“Me hallará la muerte”, Juan Manuel de Prada


 
En sus últimas novelas, La vida invisible y El séptimo velo, había abandonado Juan Manuel de Prada (1970) el mundo de la bohemia madrileña que había caracterizado los libros que le habían dado fama hasta ese momento, especialmente Las máscaras del héroe. En la nueva etapa, sus novelas son más densas y contienen unos planteamientos existenciales y literarios quizás demasiado ambiciosos.
 
Me hallará la muerte insiste en esta misma línea, aunque disminuyen las ideas de fondo y el autor opte por unos ingredientes más testimoniales y menos elevados. La novela transcurre en España, en la inmediata posguerra; se traslada después a la Rusia de la Segunda Guerra Mundial y concluye de nuevo en una España, la de la década de los 50, que busca apoyos internacionales para consolidar un régimen con muchos claroscuros.

Su protagonista es Antonio Expósito, un joven hospiciano que sobrevive de sablazos y pequeños robos. Lleva tiempo planeando dar un salto en sus ingresos con una estrategia para sacar dinero a los ricos paletos que visitan Madrid y que aprovechan sus viajes de negocios para echar una cana al aire. Carmen, una vendedora ambulante de la que Antonio está tímidamente enamorado, acepta colaborar de gancho. Los planes les salen bastante bien hasta que uno de estos ricachones descubre la trampa. Tanto Carmen como Antonio se ven envueltos de golpe en un peligrosísimo asunto que les obliga a huir por separado. Cuando Antonio se siente acorralado por la policía, decide alistarse en la División Azul.

La segunda parte de la novela transcurre en Rusia y describe las penalidades y el ambiente de los militares y voluntarios españoles que combatieron en unas condiciones extremas. En el campo de concentración donde cae prisionero, Antonio refuerza su amistad con Gabriel Mendoza, un militar también madrileño que encarna los ideales más nobles del espíritu militar, quizás para redimirse de una vida, hasta ese momento, muelle y desenfrenada. Antonio tiene un gran parecido con Gabriel, hecho que será determinante en el devenir de la novela, pues cuando, doce años después, en 1954, regrese a España con el resto de los prisioneros españoles en el barco Semíramis, suplantará su identidad. Su reingreso en la vida civil no resulta fácil, inmerso ahora en una posición social totalmente distinta y con unas relaciones sociales y comerciales que aumentan su arraigado descreimiento y su cínica opinión de que el fin justifica cualquier medio. Después de su vuelta a España, su única obsesión es volver a encontrar a Carmen, de la que apenas tiene noticias y con la que confía encontrar la paz y el sosiego que su descarrilada alma va buscando.

La historia, muy bien ambientada tanto en la España de la posguerra como entre los militares españoles que viajaron a Rusia, se embrolla demasiado en su parte final, obligando al autor a tomar decisiones muy arriesgadas para que el relato mantenga la intriga, lo que hace que la novela sea por momentos inverosímil y forzada en sus ingredientes detectivescos. Para mí, que Antonio suplante la identidad de Gabriel Mendoza condiciona negativamente la evolución del argumento y obliga a una serie de piruetas que hacen mella en la trama.

Vuelven a destacar, para lo bueno y lo malo, los rasgos estilísticos característicos de la prosa de Juan Manuel de Prada. Sobre todo en la primera parte, la que describe la vida del hampa madrileña, está plagada de efectos barrocos que engordan de manera asfixiante el desarrollo normal del discurso. Se empeña el autor en abusar profusamente de términos de la época ya en desuso, que dan a su prosa un recargado tono en blanco y negro: rebolludos, sanotes, pimpolluda, barbalote, saboneta, verracones... A esta deliberada búsqueda de vocablos antiguos se suma la profusión de imágenes con las que describir la realidad solanesca y miserable de la vida del protagonista, en la que hay una tendencia a la exageración y a la ambientación sórdida. Y, como en libros anteriores, el uso de las comparaciones puede resultar original y sorprendente pero deja de ser eficaz cuando se repite hasta la saciedad, como sucede, por ejemplo, en esta descripción de una corrida de toros: “Ya sonaban los clarines, como una trompetería emergida de las entrañas de la tierra, anunciando la resurrección de la carne o reclamando una primicia de sangre. El cielo tenía un color anubarrado y sucio, como de panza de burro con hidropesía; y derramaba su tristeza sobre el mundo y sobre el clamor de los aficionados en la plaza, que se elevaba como un mugido cárdeno y tribal. Antonio recogió sus juguetes desportillados en un fardel y se ofreció a cargar también con el mueblecillo que Carmen colgaba del cuello, como un sambenito de oprobio”. La prosa de Prada es, pues, más estética que funcional, más para la delectación artística que para contar una historia, en este caso muy larga. También es cierto que después de la primera parte rebaja su barroquismo, lo que es de agradecer. Y una vez más, sus habilidades estilísticas, que son muchas, se escoran hacia la descripción de aspectos esperpénticos y morbosos, propensión con la que Prada parece encontrarse muy a gusto.

Las carencias afectivas del huérfano Antonio son la raíz de muchas de sus equivocaciones ya que, por ejemplo, busca el amor en personas y sitios equivocados. Esto influye en su carácter calculador y en su egoísta concepción de la vida, pues aunque anhela un sentido y una coherencia vital, no está dispuesto a renunciar a sus caprichos por nada, aunque esto le lleve a tomar decisiones desalmadas que le encadenan a la sucesión de mentiras y fraudes en la que se ha convertido su existencia.

Como en las últimas novelas de Prada, asistimos al descenso a los infiernos del protagonista. Pero, en esta ocasión, le falta la aureola de la tragedia y del drama: las dudas, errores y conflictos de Antonio Expósito no son nada existenciales. Maleado por la vida y las circunstancias, no consigue enderezar el rumbo de una vida agrietada en medio de una España obsesionada con la supervivencia. En este mundo mezquino y gris, no hay lugar para la catarsis.

 
Me hallará la muerte
Juan Manuel de Prada
Destino. Barcelona (2012)
592 págs. 22,50 €.

jueves, 6 de diciembre de 2012

“Los pájaros amarillos”, de Kewin Powers


Con veintiún años, el soldado Bartle es trasladado a Irak. Allí es testigo del sinsentido de la guerra, de la apoteosis de la violencia gratuita y de la inutilidad de las vidas y de las muertes de tantos compañeros. Entre ellos destaca uno, Murph, un joven soldado de apenas dieciocho años, amigo de Bartle y al que de alguna manera se ha comprometido a cuidar durante su estancia en la guerra de Irak. Pero Bartle apenas puede hacer nada por Murph, una víctima más de aquella guerra. Sin embargo, para Bartle, su muerte es distinta, especial y marcará su futuro como soldado y también como persona.
 
 
La novela alterna el testimonio directo de algunos episodios bélicos en Al Tafar (Irak) con otros momentos relacionados con la vida del protagonista. Se cuenta la fiesta de despedida de los familiares antes de viajar a Irak (donde conoce a Murph), el viaje de regreso a Estados Unidos, pasando primero por un base en Alemania; el reencuentro con su madre y sus amigos... Sin embargo, la muerte de Murph y las circunstancias en las que tuvo lugar vuelve una y otra vez a su mente, modificando su percepción del mundo y de la vida. Si al principio Bartle era un soldado más, que había aceptado el ejército como “un sitio donde desaparecer”, al final su espíritu sucumbirá y la dura experiencia que ha vivido sumerge a su espíritu en una profunda e irónica devastación. “Me habían adiestrado –escribe- para pensar que la guerra era el gran unificador, que unía a la gente mucho más que ninguna otra actividad. Gilipolleces”.

La novela, la primera de Kevin Powers, está inspirada en su experiencia biográfica, también combatiente en Irak en los años 2004 y 2005. Su novela, áspera y a ratos muy poética, pasa a engrosar la ya larga lista de autores y novelas que han abordado de manera crítica y agónica la experiencia bélica. De manera especial citamos  dos recientes reediciones, Compañía K, de William March, novela publicada en 1933 sobre las experiencias militares del autor en la Primera Guerra Mundial, y Las cosas que llevaban los hombres que lucharon, de Tim O’Brien, basada también en la vida del autor durante la guerra de Vietnam.


Los pájaros amarillos
Kewin Powers
Sexto Piso. Barcelona (2012)
192 págs. 18 €.
T.o.: The Yellow Birds. Traducción: Jesús Gómez Gutiérrez.

domingo, 2 de diciembre de 2012

“Ayer no más”, de Andrés Trapiello



Poeta y ensayista, Andrés Trapiello (1953) es autor de un diario titulado Salón de pasos perdidos, del que ya se han publicado diecisiete volúmenes y al que hemos dedicado alguna entrada en este blog. También es autor de varias novelas, como Los amigos del crimen perfecto (Premio Nadal 2003) y Al morir don Quijote.

Ayer no más tiene como telón de fondo la guerra civil española, asunto al que Trapiello ha dedicado no pocos trabajos y ensayos, el más conocido Las armas y las letras. Trapiello se ha caracterizado por huir del maniqueísmo que se ha instalado entre los historiadores y novelistas. Desde una perspectiva de izquierdas, ha hablado de la represión en el bando franquista, pero también ha señalado los crímenes cometidos en el bando republicano en nombre de la democracia y la libertad.

Pepe es un catedrático de Universidad que se acaba de separar de su mujer y ha pedido el traslado a su ciudad natal, León. La novela comienza con su regreso y con el reencuentro con su padre, con el que mantiene una distante relación a la que poco han contribuido los libros que ha publicado Pepe, especialista en la Guerra Civil española. Su padre se alistó con diecisiete años en el bando nacional, perdió a muchos amigos y militó en la Falange y años después en el partido Fuerza Nueva.

La incorporación de Pepe a la Universidad de León también es traumática, pues tiene que convivir con algunos profesores que, de manera militante, se han entregado a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Aunque comparte las intenciones de esta Asociación, desconfía de los oportunistas, aquellos que, como Mariví, una de las profesoras de su departamento, se creen que tienen “la exclusiva de la República, de los republicanos muertos y de todas las fosas de León”. Según Pepe, estos oportunistas han visto en la Ley de Memoria Histórica la posibilidad de incrementar su poder político y universitario, de hacer negocio y de dar publicidad a sus investigaciones históricas. En el Departamento conoce a la que será más tarde su amante, Raquel una joven profesora que comparte con Pepe unas inquietudes similares sobre la misión de los historiadores no para utilizar la historia en beneficio propio sino para descubrir y describir la verdad.

El cañamazo de la novela es el fortuito encuentro, con Pepe como testigo, de su padre Germán con el hijo de una de las víctimas de la represión falangista en León. Esa persona, un niño en aquellos momentos, fue testigo de la muerte de su padre y reconoce a Germán como uno de los que estaban en el grupo de falangistas en aquel momento. A partir de aquí, Pepe quiere conocer toda la verdad de un suceso que su padre nunca le ha relatado. Sus investigaciones ponen en peligro tanto su fama como historiador como la estabilidad familiar, además de abrir una serie de heridas de las que se aprovecharán en beneficio propio algunos de los implicados. Estos hechos le sirven a Pepe para comprobar, con tristeza, cómo resulta casi imposible cambiar el enfoque de aquellos sucesos, que todavía hoy se siguen utilizando para fomentar el revanchismo, la división y el enfrentamiento.

Aunque la novela tiene a Pepe como personaje central, emplea una estructura coral, pues son los diferentes protagonistas los que cuentan sus opiniones sobre lo que está pasando, aunque son Pepe y Raquel los que tienen una participación más activa. La novela aborda cuestiones que suelen ser habituales en Trapiello: la Guerra Civil, su apuesta por una tercera España, su conflictiva relación con la ciudad de León, la excesiva politización a la hora de conocer la reciente historia de España... Llama la atención, a pesar del mensaje anti-tópicos que lanza Trapiello, que sobre la participación de la Iglesia en la Guerra sólo se ofrezca una única versión, la más simple. Pepe, a pesar de ser un personaje de ficción, posee muchos de los rasgos del propio autor, lo que supone un importante acierto, pues al contarnos sus impresiones recuerda bastante al narrador de los diarios, uno de los mayores logros de la literatura del autor leonés.

Resultan también interesantes las reflexiones de Pepe sobre la Guerra y el papel de los historiadores: “El error en el que hemos incurrido durante tantos años los historiadores a la hora de abordar la Guerra Civil ha sido (...) el de interpretar los hechos a partir de dos bandos, buenos y malos, de dos posiciones, una progresista y otra reaccionaria”. También sobre cómo se ha utilizado demagógicamente la reciente Ley de Memoria Histórica: “Tengo mis sospechas de que la memoria histórica es, en la práctica, un intento de fundar el mito de una España superior a otra”. Y también advierte a Raquel de las dificultades con las que se va a encontrar si decide dedicarse a investigar sobre la Guerra Civil: “no te fíes de nada ni de nadie, no creas lo que te cuentan ni lo que les en los libros, en los periódicos, en los archivos... No he visto nunca nada en lo que la gente mienta más”. Y para contar lo que sucedió, concluye Pepe, “no sirve la Historia, sólo la novela puede hacer algo por la vedad”. Ayer no más, con sus luces y sombras, es una nueva aportación a unos hechos en donde arrasa el simplón maniqueísmo. Trapiello ha intentado, por lo menos, salirse del guión.


Ayer no más
Andrés Trapiello
Destino. Barcelona (2012)
312 págs. 20 €.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

“Misión Olvido”, de María Dueñas



Tras el espectacular éxito de El tiempo entre costuras con más de un millón de ejemplares vendidos en España y traducida ya a más de treinta idiomas, María Dueñas (1964) publica su segunda y esperada novela. El tiempo entre costuras, muy valorada por la crítica y lectores, es un best seller de calidad muy superior a la habitual que, además, en su concepción y desarrollo, no sucumbió a algunos de los casi obligatorios ingredientes de los best seller contemporáneos, más obsesionados por seguir el guión de lo políticamente correcto en lo moral y argumental que por buscar, con algo de riesgo, la calidad literaria.
Misión olvido no supone ningún cambio brusco en estos objetivos literarios: entretenimiento, una pasión humana, interesantes tramas secundarias y, por qué no, unas gotas de melodrama y romanticismo.

Blanca Perea es una profesora de universidad que ha sufrido un importantísimo revés en su vida. Casada, con dos hijos ya con los estudios terminados, es abandonada por su marido, que se ha enamorado de una mujer más joven que ella. Para poner tierra por medio, encajar las piezas de su vida y enfrentarse a un nuevo futuro personal y familiar, Blanca decide solicitar una beca en una universidad extranjera, cuanto más lejos de casa mucho mejor.

A las pocas semanas se traslada a la Universidad de Santa Cecilia, en California, donde tiene que hacerse cargo de poner orden al legado de un antiguo profesor de origen español, Andrés Fontana, fallecido hace ya más de treinta años. Blanca se entrega a su tarea con profesionalidad, con el fin de que el trabajo intenso y el paso del tiempo sean la mejor terapia para las cicatrices de su alma.

Andrés Fontana se trasladó a Estados Unidos para estudiar un curso, pero cuando estaba a punto de regresar a España estalló la Guerra Civil y decidió quedarse para siempre en Estados Unidos. La novela cuenta su vida especialmente hasta ese trascendental viaje; el resto hasta su muerte, va saliendo a retazos gracias a las investigaciones de Blanca y a la relación con antiguos compañeros del profesor, de manera especial con Daniel Carter, discípulo de Andrés, a quien un viaje a España para investigar sobre la obra del escritor exiliado Ramón J. Sender, también acaba por cambiar su vida.

Los últimos años de Andrés Fontana estuvieron dedicados a investigar sobre las misiones fundadas por los franciscanos en la Alta California; Andrés intuye que en las fundaciones llevadas a cabo en lo que hoy se conoce como El Camino Real falta una, que él llama Misión Olvido, y cuya ubicación puede tener algo que ver con Los Pinitos, un antiguo parque donde, con la oposición de los vecinos y de la propia Universidad, quieren levantar ahora una gran superficie.

Blanca realiza al principio su trabajo de una manera un tanto distante; tampoco se implica mucho, al principio, en la vida universitaria ni fomenta ningún tipo de relación social a su alrededor. Sin embargo, poco a poco, las dudas e incógnitas de la vida de Andrés Fontana, su periplo personal, su destino, sus ideas, lo que ha vivido... rompen el caparazón de Blanca hasta identificarse al máximo con el alma de ese compatriota. A la vez, algunas dudas sobre su existencia empiezan a clarificarse gracias al apoyo de Daniel Carter, personaje clave en la novela, quien arrastra una vida con dramas y contrariedades sin resolver. La amistad con Daniel y con la secretaria de la Universidad, Rebecca Cullen, arrastran a Blanca a salir de sí misma y a intentar olvidarse de sus problemas personales. Al final de una serie de aventuras que dejan profunda huella en su alma, Blanca entiende que su vida merece pasar página y afrontar una segunda oportunidad.

La autora maneja un estilo sencillo, funcional y didáctico a la hora de explicar algunos de los ingredientes históricos y sociológicos de la novela. A diferencia de El tiempo entre costuras, quizás la trama no sea tan directa y clara y eso puede llevar a dudar sobre cuál es su hilo conductor; algunas historias secundarias –como el viaje a España de Daniel Carter- las trata la autora con una excesiva prolijidad, mientras que otros aspectos que merecían un mayor detallismo y aclaración apenas son descritos. Desde el punto de vista estructural, la novela resulta débil e hinchada en exceso, sobre todo en la primera parte, la más floja, aunque poco a poco la principal intriga, la relacionada con el devenir del mundo interior de Blanca, acaba por focalizar mejor la novela. Desde el punto de vista sentimental, la autora se mueve en ocasiones en una red de relaciones superficiales, sin llegar a penetrar con profundidad en la vida interior de los personajes, aunque lo que describe siempre resulta emotivo y verosímil.

Y conviene dejar bien claro que Misión Olvido, para lo bueno y para lo malo, pertenece a ese género que promocionan de manera un tanto obsesiva algunas editoriales, las más comerciales: un best seller que entretiene, sencillo, ameno, fácil de leer, con sus buenas dosis de didactismo, y al que pueden acceder sin complejos lectoras y lectores muy variados.

 
Misión Olvido
María Dueñas
Temas de Hoy. Madrid (2012)
512 págs. 21,90 €.

lunes, 26 de noviembre de 2012

“Las leyes de la frontera”, de Javier Cercas

 
 

Tras Anatomía de un instante, ingenioso ensayo sobre la transición española, regresa Javier Cercas (Cáceres, 1962) a la ficción con una novela que guarda bastante parentesco con el anterior, pues también está ambientada en esos años, finales de los setenta, aunque el mundo que retrata y la forma de hacerlo sean radicalmente distintos.

El autor de Soldados de Salamina ha querido novelar en Las leyes de la frontera el mundo de los quinquis y de la delincuencia marginal del posfranquismo, que acabó creando una serie de mitos, como Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, idealizado con tanto éxito en películas, canciones, libros y en los medios de comunicación. Recientemente incluso ha habido una exposición sobre este tema, Quinquis de los 80, quizás el acicate para que Cercas se decidiese a escribir un libro ambientado en ese mundo subterráneo que pocos años después despertó un inusitado interés mediático, convirtiendo a estos delincuentes en personajes mitificados que encarnaban de alguna manera el atractivo por el riesgo, el peligro, la violencia, además de ser también el rostro de la frustración y de los perdedores de la España de finales de los setenta. Resulta curioso que sobre este tema y algunos de sus emblemáticos personajes, como el ya citado El Vaquilla, se rodaran tantas películas y apareciesen tantos libros. Hasta los propios protagonistas sucumbieron a este interés mediático y explotaron su imagen y su fama todo lo que pudieron.
 

Tiene, pues, Las leyes de la frontera un destacado interés social. Cercas se ha documentado muy bien y ha sabido reconstruir con minuciosidad esa España lumpen en la que las bandas juveniles campaban a sus anchas en las zonas pobres “más allá de la frontera”, dedicadas a una delincuencia en principio menor que, sin embargo, sobre todo por la súbita irrupción de las drogas, se dedicó después a actividades más peligrosas, como le sucede a la banda de El Zarco, el delincuente protagonista de esta novela. Pero Cercas es consciente de que su novela no podía quedarse solamente en el terreno documental y debía que incluir otros ingredientes que hiciesen que la novela tuviese más variedad y levantase el vuelo, desde un punto de vista humano y también literario. Para ello, incluye a un personaje, Ignacio Cañas, El Gafitas, prestigioso abogado penalista en el momento en que transcurre la parte final del libro, quien con dieciséis años perteneció a la banda de El Zarco y casi treinta años después ha decidido contar su pasajera relación con la banda y la influencia que ha tenido después en su vida personal y profesional.

La novela está concebida como una serie de entrevistas que hace la persona que ha sido elegida para escribir la vida de El Zarco y El Gafitas. En ellas, los entrevistados recuerdan su relación con El Zarco, cada uno desde su perspectiva. Aunque son tres los entrevistados, el director de la cárcel y el inspector de policía que detuvo a El Zarco después de uno del asalto a un banco en Gerona, el principal protagonismo, con mucha diferencia, lo tiene el propio Gafitas, pues, incapaz de escribir él directamente un libro sobre esos años, ha recurrido a la persona que le está entrevistando para que sea él quien escriba sus recuerdos.

La primera parte, transcurre en el verano de 1978, en una Gerona “húmeda, oscura, solitaria y cochambrosa”. Ignacio Cañas estudia segundo de BUP y en el Instituto ha sufrido muchas vejaciones por parte de un grupo de compañeros que la han tomado con él. Para esconderse de ellos tras acabar el curso, se refugia en unos billares, donde pasa horas jugando a las máquinas. Un día de ese verano entra en los billares El Zarco, ya conocido delincuente, acompañado de Tere, una joven de la que El Gafitas se queda prendado. El Zarco invita a Cañas a visitarle en un bar situado en el barrio del chino. Aunque sabe que El Zarco y Tere pertenecen a un mundo que no guarda ninguna relación con él –Cañas es un charnego de clase media; Tere y El Zarco representan el sórdido mundo que está más allá de la frontera-, acude a la cita más que nada por volver a ver otra vez a Tere. Para estar cerca de ella, y por orgullo personal, comienza a acompañar al Zarco y su banda a cometer algunas fechorías, al principio de poca entidad pero poco a poco más peligrosas. Un día, después de cometer un robo en un banco, se dan cuenta de que a la salida (¿un chivatazo?) les estaba esperando la policía, hay una persecución y acaban deteniendo a El Zarco y a los otros miembros de la banda. Solo El Gafitas consigue escapar y lo sucedido le lleva a recapacitar, a olvidarse de su vida de quinqui y volver a sus anteriores rutinas.

La segunda parte comienza veinte años después. El Gafitas es ahora un prestigioso abogado y El Zarco ha sido un destacado mito de la delincuencia juvenil, un personaje que ha ocupado las primeras páginas en la prensa por sus fechorías y sus evasiones, convertidas en películas y programas televisivos. Pero El Zarco se encuentra ahora en el declinar de su prestigio y liderazgo y apenas nadie la hace ya caso. Por eso decide pedir el traslado a Gerona y, a través de Tere y de la prometida de El Zarco, solicitar que sea El Gafitas su nuevo abogado. Aunque Cañas ha mantenido oculto su pasado, no se ha olvidado de El Zarco ni de Tere, con quien vuelve a mantener una intensa e intermitente relación amorosa, uno de los ejes centrales de la novela. Desde la llegada de El Zarco a Gerona, su vida cambia radicalmente, como si el pasado le exigiese ahora estar a la altura de las circunstancias.

En el desarrollo de la novela, poco a poco la vida de El Zarco pierde protagonismo y el interés pasa a las ambiguas relaciones amorosas entre Cañas y Tere, siempre con el telón de fondo de lo que pasó entre ellos y con El Zarco hace tantos años y de sus vicisitudes en prisión.

Javier Cercas ha buscado una estructura original, con el relato a modo de confesiones de los entrevistados, técnica arriesgada con la que lo que se gana en cercanía e intensidad se pierde en ocasiones en verosimilitud, aunque Cercas maneja la novela con soltura y mucha calidad. El ambiente en el que se mueve la novela es el mundo arrabalesco, sórdido y marginal de Gerona, con sus implicaciones amorales y con puntuales escenas sexuales, atmósfera turbia que está presente a lo largo de toda la novela. La parte sociológica y documental está muy conseguida, con una perfecta recreación de la época también a ras de suelo, aunque hay que reconocer que se trata de un mundo muy conocido al haber sido explotado en exceso en películas y libros. La parte amorosa, la que pretende incluir profundidad y una intriga distinta al destino de El Zarco, es arriesgada y a menudo deliberadamente hinchada y sofisticada.


Las leyes de la frontera
Javier Cercas
Mondadori. Barcelona (2012)
384 págs. 21,90 €.

martes, 20 de noviembre de 2012

"Jóvenes talentos", de Nikolai Grozni


Konstantin es un joven de 15 años que lleva desde los siete estudiando en la Escuela de Música de Sofía para Jóvenes Talentos. De hecho, él es un niño prodigio, un pianista que ha recibido importantes premios nacionales e internacionales. Sin embargo, Konstantin no es un estudiante modelo. Rebelde, contestatario, crítico..., se dedica en cuerpo y alma a ridiculizar los postulados ideológicos de la Escuela, asentados en un férreo y casposo comunismo. La novela está ambientada en 1987, dos años antes de que cayese el Muro de Berlín, cuando nada hacía presagiar que el control comunista de la vida de los ciudadanos se iba a desintegrar a toda velocidad.

Jóvenes talentos se inspira en la propia biografía del autor, quien también fue un joven pianista excepcional y estudió en una escuela similar en Sofía. Grozni abandonó su país con la caída del comunismo y se trasladó a Boston para estudiar jazz y composición en el Berkeley College of Music. Posteriormente, vivió cuatro años en la India como monje budista, experiencia que contó en su libro más conocido Tortle Feet, de 2008. Jóvenes talentos fue publicada en 2011 en Estados Unidos.

La novela cuenta, por un lado, la pasión absolutamente radical que siente Konstantin por la música. Como opina el protagonista de sí mismo, “cuando interpretaba Chopin, yo no estaba; solo había música, la ilusión de la ilusión de la música, un río de sonidos recordados, de motivos y pinceladas tonales que pasaban flotando y se metamorfoseaban en otros motivos y otras armonías”. Resultan muy interesantes las páginas en las que el autor se explaya en estas cuestiones, hablando directamente de música, de interpretaciones, de lo que siente al tocar el piano, de los mejores músicos. Estos pasajes son, sin duda, lo mejor de esta novela. Konstantin siente algo muy especial por Chopin, músico que consigue arrancarle lo mejor de sí.

Por otro lado, Jóvenes talento, escrita en primera persona por Konstantin, describe su progresivo proceso de rebeldía, que le lleva a un permanente estado de confrontación con el claustro de profesores, con los alumnos más dóciles y sumisos y hasta con sus padres, profesores universitarios y funcionarios ejemplares del régimen. Konstantin no quiere saber nada de la cháchara comunista, de una ideología anclada en una concepción sumisa de los individuos. Aunque tiene 15 años, sus dardos críticos son certeros y demoledores. La novela se sitúa perfectamente en el microcosmos de la escuela, contando las relaciones de Konstantin con los profesores y con sus compañeros, algunos, como Irina y Vadim, excelentes músicos, también enfrentados a la dirección del centro. Y ajeno a este mundo de profesores y alumnos hay que destacar la presencia del Tío Iliya, pariente de Konstatin, con quien se reúne de vez en cuando para charlar sobre algunas duras experiencias de su larga vida como preso en un campo de trabajo comunista.

El peligro de un libro de estas características es recargar demasiado los ingredientes para crear una atmósfera agobiante, algo kafkiana, un mundo cerrado donde no hay sitio para la libertad. Konstantin se siente ahogado, atenazado, constreñido, y la única manera de sentir algo de libertad es alterando el orden y saltarse las normas. A las pocas páginas de comenzar a leer la novela ya está todo dicho y ya conocemos lo que puede pasar. Las actitudes de Konstantin se repiten, lo mismo que sus comentarios. Todo resulta previsible, aunque el autor se esfuerza, especialmente en su parte final, por dotar a la novela una intriga todavía más trágica con la historia de Irina, expulsada de la Escuela, y la posterior fuga de Konstantin y su descenso a los subterráneos de la ciudad de Sofía.

El resto de la novela, y estamos hablando de un libro de más de 300 páginas, es repetir anécdotas, conversaciones, pasajes, diálogos con los que el protagonista manifiesta su absoluto rechazo por ese mundo que, para él, es una cárcel. Konstantin canaliza la subversión bebiendo sin parar, fumando y manteniendo constantes relaciones sexuales con las alumnas del centro, su auténtica obsesión. La dedicación a la música es, en su caso, un paréntesis vital y existencial, necesario, sí, pero accidental, pues el resto del día transcurre buscando la oportunidad para mantener esas citas. Konstantin ha elegido un camino muy cínico para mostrar su rechazo a la hipócrita moral imperante en la Escuela. Sin embargo, por la agotadora reiteración, tanto su rebeldía adolescente como su acusada crisis existencial resultan impostadas.


Jóvenes talentos
Nikolai Grozni
Libros del Asteroide. Barcelona (2012)
352 págs. 21,95 €.
T.o.: Wunderkind. Traducción: Damià Alou.