“En el principio yo era de carne y estaba en la tierra. Así empezó todo. No pensaba en mí ni como niña ni como blanca ni como rica ni como pobre”. Con estas palabras, comienzan las memorias de la portuguesa Isabel Figueiredo, que nació en la capital de Mozambique, Lourenço Marques (hoy Maputo) en 1963. De manera fragmentaria, con un toque en ocasiones muy poético, la autora cuenta sus memorias de niña, hija de unos colones portugueses instalados en las colonias, en los años de guerra y revolución que culminaron, tras la llamada Revolución de los Claveles, en la independencia de las colonias, que vivieron de manera traumática los colonos y después los “retornados”, los colonos que tuvieron que regresar a la metrópoli.
La autora publicó estas memorias en 2009 y se convirtieron en Portugal en un fenómeno editorial y sociológico. Muchos de los colonos que vivieron en Mozambique, Angola y otras colonias portuguesas, regresaron a sus países y apenas hablaron de lo que sucedió en estos lugares durante los años de guerrilla y revolución. Como el padre de Isabel, echaron la culpa a los políticos del momento, que decidieron entregar las colonias a las tropas rebeldes, como fue el caso de Mozambique. Pero apenas se había contado, de manera literaria, lo que sucedía en las colonias antes de la independencia, pues se prefirió callar y esconder l”o que allí sucedió a conciencia”. Para la autora, este era el orden natural e incuestionable que imperaba en Mozambique: “el negro servía al blanco, y el blanco mandaba sobre el negro”. Su testimonio ha sido para muchos una traición.
El gran acierto de estas memorias es que trascienden las cuestiones coloniales, que se describen de manera crítica, sin cargar las tintas, y siempre con el recurso de la mirada ingenua e infantil de una niña de diez años que va camino de la adolescencia. La autora convierte sus memorias en “una narración de amor filial turbulento e indestructible”. Figueiredo no escribe sobre lo que ha leído o le han contado. Ella es testigo del comportamiento de su padre, que ejerció de colono hasta su muerte, ya de regreso en Portugal. La novela es así el retrato de la figura del padre, que viajó a Mozambique con la misión de electrificar Lourenço Marques, y la relación que tuvo con él, siempre cariñosa y entrañable, a pesar del difícil y brusco carácter del padre, que cambiará con el paso de los años, cuando la niña sea capaz de mirar de otra manera el comportamiento de su padre y el de la mayoría de los blancos que se encontraban allí. La autora describe cómo funcionaba el racismo y el desprecio en cuestiones laborales y, sobre todo, en las relaciones humanas. Por ejemplo, la autora cuenta cómo los blancos, como su padre, abusaban sexualmente de las africanas, a las que trataban de manera primitiva y animal. A la hora de describir estos atropellos, especialmente en las primeras páginas de las memorias, la autora abusa de un lenguaje excesivamente explícito.
Libro que aborda de manera literaria y memorialística cuestiones espinosas de la reciente historia de Portugal. La actitud del padre, “tan racista como los que eran racistas”, puede extenderse también al comportamiento de otros colonos en otros países africanos, que actuaron con los mismos métodos represivos y culturales. La autora regresó sola a Portugal en 1974, antes de que las tropas guerrilleras se hicieran con el poder. Vivió con su abuela y un tío suyo en Caldas de Rainha, de donde eran sus padres, hasta que estos pudieron regresar. Posteriormente estudió en la Universidad Nueva de Lisboa. Además de estas memorias, ha publicado la novela A Gorda (2016).
Cuaderno de memorias coloniales
Isabela Figueiredo
Libros del Asteroide. Barcelona (2021)
208 págs. 18,95 €.
T.o.: Caderno de Memórias Coloniais.
Traducción: Antonio Jiménez Morato.