jueves, 25 de julio de 2013

“Todo lo que una tarde murió con las bicicletas”, de Llucia Ramis





Periodista y escritora, Llucia Ramis (Palma de Mallorca, 1977) consiguió en 2010 el Premio Josep Pla con Egosurfing. Publicada originariamente en catalán, Todo lo que una tarde murió con las bicicletas, título tomado de un verso de Pere Gimferrer, es sobre todo una crónica familiar con la que la autora indaga en sus raíces para explicarse también muchas cosas de su propia vida.
            La autora abre el libro con una contundente afirmación: “Esto no es una autobiografía”. Es su manera de poner en aviso a los lectores para que no lean este libro como si se tratase de sus memorias familiares; también es una manera de sortear la rigidez de los géneros literarios y tomar la memoria personal y familiar como el sustrato para alimentar la ficción. Estamos, pues, ante una novela en la que el yo de la autora sirve de hilo conductor para escribir sobre sus abuelos y la relación con sus padres y para analizar también el presente, que poco tiene que ver, en sus formalismos y escalas de valores, con los de sus abuelos y sus padres.
            Cuando la autora comienza a investigar sobre sus abuelos belgas y los negocios que les trajeron a España, sabe que ha comenzado no un libro generacionales sino “una huida para retrasar el momento en el que tendré que empezar de cero”. La narradora, ya treintañera, educada para la independencia, debe regresar a la casa paterna cuando se queda sin trabajo y no tiene claro cuál va a ser su futuro. En ese momento de incertidumbre, la autora busca pausadamente sus raíces con el fin de entenderse mejor.
            La novela describe el mundo de seguridades y certezas vitales y morales en el que vivieron sus abuelos. Unos, cosmopolitas, diferenciándose significativamente del tono gris de la sociedad española de su tiempo; otros, más pegados a las tradiciones españolas, sabiendo que su mundo ha empezado a tambalearse por la presión de las posteriores generaciones, más rebeldes y menos moldeables, aunque los conatos de rebeldía en muchos casos fueran simplemente un cambio en las formas.
Los padres de la narradora forman parte ya de otro mundo y de otros valores políticos y morales, en la órbita de un progresismo que se identificó plenamente con el PSOE. Los enfrentamientos entre sus abuelos y sus padres por cuestiones políticas empiezan a ser más frecuentes, así como por cuestiones educativas y morales. Lo que no esperaban estos padres, bastante menos rígidos y más liberales, es que la relación con sus propios hijos no fuese tan placentera como ellos la habían planificado. Es frecuente que la narradora, a pesar de coincidir en el fondo con los planteamientos de sus padres, rechace sus estilos de vida, sus convicciones, sus formalismos y hasta su lenguaje. La educación de la narradora es en este sentido como la de tantos jóvenes educados en los valores de la transición, con un homogéneo aperturismo moral, ideológico y rebelde que se traslada a la vida cotidiana, a la sexualidad y al rechazo, quizá con mucho tópico, de los valores religiosos.
            La novela funciona muy bien como entretenida crónica familiar y como verosímil retrato adolescente y generacional. A este interés personal y sociológico hay que sumar el gran trabajo estilístico que realiza la autora, que acierta a retratar de manera deliberadamente deslavazada, a través de escenas y recuerdos, momentos familiares, cordiales, íntimos tanto de su vida como la de sus familiares, con una sobria y atrayente emotividad y sentido del humor, esquivando la nostalgia y la melancolía.


Todo lo que una tarde murió con las bicicletas
Llucia Ramis
Libros del Asteroide. Barcelona (2013)
220 págs. 18,95 €.
T.o.: Tot allò que una tarda morí amb les bicicletes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario