sábado, 15 de junio de 2013

“Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer”, de David Foster Wallace



He aquí un original y entretenido libro sobre unas vacaciones en un crucero de lujo que mezcla con ingenio periodismo y literatura. Tras la novedad literaria y periodística que supuso la publicación de A sangre fría, de Truman Capote, se multiplicaron en Estados Unidos los escritos agrupados bajo la etiqueta del Nuevo Periodismo, que con tanto acierto cultivaron Tom Wolfe y, entre otros, Gay Talese, felizmente reeditado y redescubierto en nuestro país. El Nuevo Periodismo, bajo sus diferentes máscaras, trata de abordar la realidad cotidiana y periodística con los mecanismos propios de la ficción.
David Foster Wallace (Ithaca, 1962-2008) es heredero de este tipo de literatura periodística y, a la vez, uno de los escritores norteamericanos más originales y brillantes de su generación, aunque su prematura muerte ha cortado una carrera muy prometedora. De esta generación forman parte también otros autores leídos en Europa como George Saunders, Jeffrey Eugenides, Dave Engers, Rick Moody... Muchos se sienten herederos de la narrativa de DeLillo y Pynchon. Tanto estos autores como Foster Wallace emplean unas técnicas vanguardistas más acordes con los tiempos culturales actuales. Sin embargo, los riesgos que corren son máximos, pues se han alejado de la literatura de consumo y del realismo más convencional. Foster Wallace es uno de los máximos ejemplos de una escritura peligrosamente rompedora. Sus novelas, reportajes periodísticos y relatos describen de manera deliberada el lado más tecnológico y consumista de la sociedad norteamericana, traduciendo ese mundo a imágenes y estilos con los que se define una hierática y antirromántica posmodernidad. Como experimento narrativo, el resultado es meritorio; otra cosa muy distinta es el recorrido de este tipo de narraciones.

En España se han publicado unos cuantos libros suyos: los relatos que forman parte de Extinción, La niña del pelo raro y Entrevistas breves con hombres repulsivos; también la novela La broma infinita y El rey pálido (novela póstuma publicada en 2011). Técnicamente, resulta un escritor a tener en cuenta, pues sus textos, escritos con un desbordante hiperrealismo detallista, intentan captar de una manera aséptica los aspectos más modernos de la sinuosa realidad norteamericana. En sus relatos y novelas, describe la vida de sus personajes de manera enfermizamente minuciosa, dando una vital importancia a los detalles y a la ambientación.

Otra cosa son sus reportajes periodísticos. El libro Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer se publicó en 2001 y está compuesto por siete reportajes periodísticos aparecidos en diferentes publicaciones norteamericanas. Recientemente, Debolsilo ha editado por separado, con mucho acierto, el reportaje que daba título al libro, una narración francamente divertida. El autor recibe el encargo de una revista norteamericana de embarcarse de incógnito, es decir, sin revelar que es un periodista, en un crucero de lujo por el Caribe para describir la vida en estos exóticos superhoteles.

Las entretenidas peripecias del autor, quien no consigue integrarse con el resto de pasajeros ni disfrutar de las actividades de ocio (como la esperpéntica fiesta “Que se junten los Solteros”), a pesar de que lo intenta (con desgana), se entremezclan con el relato descriptivo y analítico de lo que se hace en un crucero de estas características. No se conforma Foster con una descripción superficial; con metódica precisión, anota los innumerables detalles que forman parte de la vida cotidiana en unas embarcaciones que tienen de todo y que sólo buscan la diversión al por mayor. Foster define el crucero como un inmenso pastel de boda flotante, limpio y blanco, en el que todo está diseñado para que los pasajeros olviden su pasado y se embarquen en actividades placenteras que sólo buscan su entretenimiento y diversión.

Lo mejor, las irónicas reflexiones sobre el crucero como un paréntesis existencial y la corrosiva disección de los tipos de personajes que van a parar a estos cruceros (como el que él apoda “Capitán Vídeo”, “quien lo graba absolutamente todo”), las diversiones organizadas, “la atmósfera de sibaritismo y de cuidados enloquecedores”, la obsesión de la tripulación porque todo transpire alegría y felicidad... El reportaje se convierte así en una divertidísima parábola sobre la búsqueda compulsiva de la felicidad de los norteamericanos.


Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer
David Foster Wallace
Debolsillo. Barcelona (2012)
158 págs. 6,95 €.
T.o.: A Supposedly Fun thing I’ll Never do Again.
Traducción: Javier Calvo.

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