He
aquí un original y entretenido libro sobre unas vacaciones en un
crucero de lujo que mezcla con ingenio periodismo y literatura. Tras
la novedad literaria y periodística que supuso la publicación de A
sangre fría, de Truman Capote, se multiplicaron en Estados
Unidos los escritos agrupados bajo la etiqueta del Nuevo
Periodismo, que con tanto acierto cultivaron Tom Wolfe y, entre
otros, Gay Talese, felizmente reeditado y redescubierto en nuestro
país. El Nuevo Periodismo, bajo sus diferentes máscaras,
trata de abordar la realidad cotidiana y periodística con los
mecanismos propios de la ficción.
David
Foster Wallace (Ithaca, 1962-2008) es heredero de este tipo de
literatura periodística y, a la vez, uno de los escritores
norteamericanos más originales y brillantes de su generación,
aunque su prematura muerte ha cortado una carrera muy prometedora. De
esta generación forman parte también otros autores leídos en
Europa como George Saunders, Jeffrey Eugenides, Dave Engers, Rick
Moody... Muchos se sienten herederos de la narrativa de DeLillo y
Pynchon. Tanto estos autores como Foster Wallace emplean unas
técnicas vanguardistas más acordes con los tiempos culturales
actuales. Sin embargo, los riesgos que corren son máximos, pues se
han alejado de la literatura de consumo y del realismo más
convencional. Foster Wallace es uno de los máximos ejemplos de una
escritura peligrosamente rompedora. Sus novelas, reportajes
periodísticos y relatos describen de manera deliberada el lado más
tecnológico y consumista de la sociedad norteamericana, traduciendo
ese mundo a imágenes y estilos con los que se define una hierática
y antirromántica posmodernidad. Como experimento narrativo, el
resultado es meritorio; otra cosa muy distinta es el recorrido de
este tipo de narraciones.
En
España se han publicado unos cuantos libros suyos: los relatos que
forman parte de Extinción, La niña del pelo raro y
Entrevistas breves con hombres repulsivos; también la novela
La broma infinita y El rey pálido (novela póstuma
publicada en 2011). Técnicamente, resulta un escritor a tener en
cuenta, pues sus textos, escritos con un desbordante hiperrealismo
detallista, intentan captar de una manera aséptica los aspectos más
modernos de la sinuosa realidad norteamericana. En sus relatos y
novelas, describe la vida de sus personajes de manera enfermizamente
minuciosa, dando una vital importancia a los detalles y a la
ambientación.
Otra cosa son sus
reportajes periodísticos. El libro Algo supuestamente divertido
que nunca volveré a hacer se publicó en 2001 y está compuesto
por siete reportajes periodísticos aparecidos en diferentes
publicaciones norteamericanas. Recientemente, Debolsilo ha editado
por separado, con mucho acierto, el reportaje que daba título al
libro, una narración francamente divertida. El autor recibe el
encargo de una revista norteamericana de embarcarse de incógnito, es
decir, sin revelar que es un periodista, en un crucero de lujo por el
Caribe para describir la vida en estos exóticos superhoteles.
Las
entretenidas peripecias del autor, quien no consigue integrarse con
el resto de pasajeros ni disfrutar de las actividades de ocio (como
la esperpéntica fiesta “Que se junten los Solteros”), a pesar de
que lo intenta (con desgana), se entremezclan con el relato
descriptivo y analítico de lo que se hace en un crucero de estas
características. No se conforma Foster con una descripción
superficial; con metódica precisión, anota los innumerables
detalles que forman parte de la vida cotidiana en unas embarcaciones
que tienen de todo y que sólo buscan la diversión al por mayor.
Foster define el crucero como un inmenso pastel de boda flotante,
limpio y blanco, en el que todo está diseñado para que los
pasajeros olviden su pasado y se embarquen en actividades placenteras
que sólo buscan su entretenimiento y diversión.
Lo
mejor, las irónicas reflexiones sobre el crucero como un paréntesis
existencial y la corrosiva disección de los tipos de personajes que
van a parar a estos cruceros (como el que él apoda “Capitán
Vídeo”, “quien lo graba absolutamente todo”), las
diversiones organizadas, “la atmósfera de sibaritismo y de
cuidados enloquecedores”, la obsesión de la tripulación porque
todo transpire alegría y felicidad... El reportaje se convierte así
en una divertidísima parábola sobre la búsqueda compulsiva de la
felicidad de los norteamericanos.
Algo supuestamente divertido que nunca volveré a
hacer
David
Foster WallaceDebolsillo. Barcelona (2012)
158 págs. 6,95 €.
T.o.: A Supposedly Fun thing I’ll Never do Again.
Traducción: Javier Calvo.
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