Nos es la primera vez que Juan Manuel de Prada escribe sobre escritores “raros” o “malditos”, aunque él tiene su propia interpretación de estos términos. Su libro Desgarrados y excéntricos (2001) fue un homenaje a un grupo de escritores mediocres que alcanzaron literariamente los fracasos más absolutos. A algunos de ellos, como Pedro Luis de Gálvez, uno de los máximos representantes de la bohemia madrileña más lumpen de las primeras décadas del siglo XX, le convirtió en protagonista de su novela Las máscaras del héroe, y otros personajes que poblaban la golfemia madrileña también aparecen en su libro de relatos El silencio del patinador.
Raros como yo reúne las semblanzas literarias que Juan Manuel de Prada publicó en el ABC Cultural. El hilo conductor es la fascinación que siente Prada por cada uno de estos escritores por motivos muy diversos, aunque predominan aquellos que han sido rechazados por el sistema literario imperante, donde domina según Prada una visión políticamente correcta de la literatura.
Unos proceden de esa bohemia madrileña descacharrada y cutre que tan bien conoce el autor, escritores que aparecen de pasada en los libros de Rafael Cansinos-Assens y César González Ruano, cronistas que describieron todos los escalafones de la vida literaria, también de los irrelevantes, como es el caso de Armando Buscarini, Pedro Barrantes y, entre otros, Iván de Nogales, a quien Prada califica como “el más raro monstruo de la literatura española”.
También escribe Prada sobre escritores que en su momento tuvieron éxito y fueron bien valorados y que, por diferentes motivos (casi siempre por criterios políticos), han pasado al olvido, como Concha Espina. Y, al revés, escritores que en su tiempo pasaron sin pena ni gloria y hoy día han alcanzado el reconocimiento literario, como es el caso de Felisberto Hernández. Otros escritores, denuncia Prada, han sido condenados al ostracismo por el pensamiento dominante, como ocurre, entre otros, con Léon Bloy al que dedica una semblanza apasionada y al que define como “despiadado polemista”, un “Isaías de nuestro tiempo” y un “iracundo fiscal del catolicismo delicuescente”. De su obra, destaca especialmente los Diarios, que considera “uno de los grandes monumentos de la literatura francesa y mundial”.
Tras esta galería de personajes Prada dedica casi la segunda parte del libro a trazar un detallado estudio de la vida y obra del escritor argentino Leonardo Castellani, escritor que, escribe Prada, “cambió radicalmente mi percepción del oficio literario” y con el que coincide con muchas de las denuncias que este escritor hizo de la cultura contemporánea y el postergamiento de los valores cristianos en la cultura occidental.
Cierran el libro unas cuantas semblanzas dedicadas a las Rosas de Cataluña, un grupo de escritoras “a las que -escribe el autor- he ido descubriendo mientras exhumaba la perturbadora vida de Ana María Martínez Sagi”, a quien dedicó su monumental biografía El derecho a soñar.
Prada muestra en estos artículos, la mayoría breves (salvo la parte dedicada a Castellani), una gran capacidad crítica, pues sus valoraciones están plagadas de perspicaces análisis literarios y sociológicos, proporcionando además interesantes sugerencias de lecturas para descubrir a muchos de estos autores. Como suele ser habitual en su literatura, no sólo se limita a mostrar los rasgos literarios y biográficos de estos escritores, sino que también incorpora numerosos comentarios, consideraciones y obsesiones que forman ya parte de su personalísimo estilo y mundo literario.
Raros como yo
Juan Manuel de Prada
Espasa. Barcelona (2023)
272 págs. 20,90 € (papel) / 9,99 € (digital).
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