lunes, 3 de septiembre de 2012

"Un mundo aparte", de Gustaw Herling



Sucede que, cuando quiero describir objetivamente un campo de trabajo soviético –escribe el autor polaco Gustaw Herling (1919-2000)-, debo descender a los abismos más profundos del infierno”. La misma sensación he tenido cuando he leído estas memorias de los dos años que Herling estuvo condenado en el campo de trabajo de Kárgopol, en Yártsevo, en el Gran Norte de Rusia: un absoluto y radical viaje a los infiernos de la infamia y la degradación de la condición humana.

Herling, militante de las Juventudes Socialistas polacas, fue detenido en 1940 por la tropas soviéticas en la frontera con Lituania, cuando abandonaba su país para luchar contra los alemanes. El autor es una víctima más de los acuerdos soviético-alemanes, como miles de compatriotas polacos, cuyas consecuencias en años posteriores han contado de manera extraordinaria Jósef Czapski en En tierra inhumana (Acantilado), Janusz Bardach en El hombre, un lobo para el hombre (Libros del Asteroide), Jan Karski, Historia de un estado clandestino (Acantilado), Alexander Wat en las memorias Mi siglo (Acantilado), Miron Bialoszewski en Diario del levantamiento de Varsovia (Alba), Ester Hautzig en La estepa infinita (Salamandra) y, entre otros, Jerry Andrzejewski en Cenizas y diamantes (Alba).

Herling, que había estudiado Literatura en la Universidad de Varsovia, escribió Un mundo aparte años después de acabar la Segunda Guerra Mundial. Liberado del campo por los rusos en 1942 tras declarar Alemania la guerra a la URSS, Herling se incorporó al nómada ejército polaco y, al finalizar la contienda, se instaló en Italia.

En 1953, en Inglaterra, publicó por vez primera estas memorias, recibidas de manera gélida por los intelectuales europeos de izquierda, como ya habían hecho con otros testimonios parecidos de la represión soviética. Fue tras el tsunami que provocó Solzhenitsyn en la década de los setenta cuando, sobre todo en Francia, colonizado intelectualmente por la URSS, comenzó a cuestionarse la todopoderosa maquinaria de propaganda soviética, que se había instalado con comodidad en las conciencias de muchos intelectuales de izquierdas. Lo que contaron Aleksandr Solzhenitsin, Varlám Shalámov, Vladimir Voionóvich, Evegenia Ginzburg, Víctor Serge, Jiri Weil, Arthur Koestler, Lev E. Razgón, David Grosman, entre otros; y los vergonzosos sucesos que padecieron escritores como Pasternak, abrieron las puertas a la disidencia propagandística. Curiosamente, estas memorias de Herling no se publicaron en Francia hasta 1985, con prólogo del escritor español Jorge Semprún. En España, se publicaron en el 2000, pero ahora aparece por vez primera su traducción directamente del polaco, idioma en el que fueron escritas.

Se trata de un testimonio de la vida en los campos de trabajo soviéticos de primera magnitud. Herling cuenta sus dolorosas vicisitudes personales, situaciones casi imposibles de explicar por el desprecio absoluto al ser humano que imperaba en la vida de estos campos. Herling explica el funcionamiento manipulador de la justicia y las inhumanas maniobras de control que, como si tal cosa, se convertían en moneda diaria en la vida de los campos. Junto con la agónica descripción de su experiencia personal, lo más sobresaliente de Un mundo aparte es la mirada del autor ante lo que le rodea. Primero, lo bien que explica el metódico y maquiavélico funcionamiento de la vida del campo: las horas de trabajo, la comida, la división de los reclusos en barracones, el poder de los urkas (delincuentes comunes), la vida cotidiana, el hambre, las enfermedades, la Casa de Visitas... Y, lo más importante, la actitud compasiva con la que se relaciona con el resto de los reclusos y que le permite conocer muchas historias dramáticas que nos transmite con fidelidad. Como las del coronel Pavel Ivánovich, Mijaíl Alekséievich Kóstylev, la del kulak Pamfílov, la del expope Dimka, del profesor Borís Lazaróvich y la presa Natalia Lvovna, quien le presta uno de los libros prohibidos en el campo, Apuntes de la casa muerta, de Dostoievski, libro clave para entender mejor este libro, pues se inspira en él para su redacción.

Sólo en la cárcel se puede comprender que una vida de la que nada se espera no tiene ningún sentido y se llena de desesperación hasta los topes”. No son reflexiones en el aire. Cada una de ellas está encarnada en un trozo de vida, en una persona de carne y hueso, en un ser real. Aquí nada es producto de la imaginación, y lo que escribe Herling pone los pelos de punta por la degeneración absoluta de un régimen inhumano, carente de los más mínimos sentimientos. Herling, uno de los escritores polacos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, cuenta además todo esto con una impecable y meritoria calidad literaria. Para Semprún se trata de “una obra literaria perfecta”. Y Bertrand Russell, que prologó la edición inglesa de 1953, opinaba que Un mundo aparte “posee una extraña fuerza descriptiva, sencilla y vívida, y es absolutamente imposible dudar de su sinceridad en todos los aspectos”.







Un mundo aparte
Gustaw Herling-Grudzinski
Libros del Asteroide. Barcelona (2012)
360 págs. 22,95 €.



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