sábado, 29 de septiembre de 2012

"El abuelo que saltó por la ventana y se largó", de Jonas Jonasson


Todavía no salgo de mi asombro cuando veo las cifras de ventas de esta novela. En Suecia, el éxito ha sido fulgurante, con casi dos millones de ejemplares vendidos, Libro del Año y Premio de los Libreros. También ha sido un éxito de ventas en otros países europeos, lo que ha provocado su rápida traducción a otros países (ya van más de 30). En España ha sido uno de los libros del año, ocupando desde hace meses los primeros lugares en las listas de libros más vendidos. ¿Es para tanto? Anticipo mi conclusión: no.

Una primera explicación a este éxito: tras la inundación de libros policiacos nórdicos, la crítica literaria ha encajado bien la publicación de un libro humorístico que, además, quiere ser una desenfadada radiografía del carácter y algunas peculiaridades de Suecia. Esa ha sido la intención de su autor, Jonas Jonasson (1962), periodista con una amplia trayectoria que hasta ahora no había publicado ninguna novela.

Y una segunda explicación: un argumento ciertamente disparatado, quizás la clave de su éxito, pues ya en las primeras páginas asistimos a una concatenación de divertidos sucesos que se salen de lo normal.

Allan Karsson vive en una residencia de ancianos y el mismo día que cumple cien años decide, de pronto, escaparse. En una estación de autobuses engaña a un joven y le roba una maleta que más tarde descubrirá contenía muchísimo dinero. A partir de ese momento, Allan y un grupo de personajes que se suman a su aventura se ven metidos en una rocambolesca historia de tintes policiacos y esperpénticos, pues en su huida, Allan y sus amigos, como sin querer, dejan unos cuantos muertos que provocan la alarma policial y que hacen pasar al centenario Allan como el cabecilla de una peligrosa organización criminal.
 

Como esta historia, en sí, tiene poca entidad y es evidente que la policía no los encontrará hasta que el autor se canse, introduce Jonasson en capítulos alternos la biografía del centenario Allan, más descabellada todavía que los sucesos que está viviendo en el presente. Aficionado desde joven a la dinamita, tras pasar una temporada en la cárcel en su país por algunas prácticas fraudulentas, abandona Suecia para viajar a España a mediados de los años treinta; allí entra a formar parte primero del ejército republicano y después del ejército franquista. Conoce personalmente a Franco, quien le ayuda a abandonar España para regresar a su país. Pero tardará en regresar pues Allan se irá convirtiendo sucesivamente en coprotagonista, junto con los grandes líderes mundiales (Stalin, Mao, Churchill...), de los principales sucesos del siglo XX.

Sin embargo, a pesar de tener un excelente arranque, con la huida de Allan y los sucesivos encuentros con los atípicos personajes con los que compartirá alegrías y penalidades surrealistas, poco le dura el fuelle a la novela. Personalmente, me han sorprendido los adjetivos encomiásticos que se han vertido sobre esta novela, pues a las pocas páginas el relato pierde gracia y quedan muy en evidencia las más bien pobres habilidades narrativas del autor, quien se empeña lastimosamente en reiterar pasaje tras pasaje los mismos golpes cómicos. La crítica que aplica el autor a muchos ámbitos de la cultura, la religión y la política suecas nunca, eso sí, es ácida; el retrato que hace de algunos vicios sociales y de carácter de los suecos resulta amable y divertido. Pero resulta muy difícil mantener la atención y el interés cuando una novela se construye con unos ingredientes tan elementales y predecibles y cuando el sentido del humor se basa siempre en los mismos recursos. A esto se suma que la novela es, para lo que cuenta, demasiado larga (más de 400 páginas). O sea, un vez más, conviene desconfiar de la calidad literaria de los libros más vendidos.

El abuelo que saltó por la ventana y se largó
Jonas Jonasson
Salamandra. Barcelona (2012). 413 págs. 19 €.
T.o.: Hundradringen som klev ut genom fönstret och försvann.
Traducción: Sofía Pascual Pape.


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