En su libro Heroica
tierra cruel, el periodista inglés John Carlin (Londres, 1956)
reunió las crónicas y reportajes que escribió durante los seis
años que fue corresponsal de prensa en Sudáfrica entre 1989 y 1995,
años trascendentales para el futuro del país africano, que pasó
del apartheid a la democracia. El libro fue prologado por Nelson
Mandela, con el que el autor mantuvo una estrecha amistad. Carlin,
sin embargo, sabía que le faltaba por escribir un libro distinto que
contase de otra manera el milagro que sucedió en Sudáfrica. Escribe
en el prólogo: “Lo que yo tenía en mente era una historia
desinhibidoramente positiva que mostrase los mejores aspectos del
animal humano (...). Mi libro iba a estar habitado por un amplio
repertorio de personajes, blancos y negros, cuyas historias
transmitirían el rostro viviente de la gran ceremonia de la
redención sudafricana”. No un libro político sino un reportaje
humano que explicase el papel que desempeñó el presidente Nelson
Mandela para evitar una anunciada guerra civil entre blancos y negros
y para alcanzar una épica reconciliación.
Para conseguir esto
Mandela, ya en la cárcel, se dio cuenta de la importancia del
deporte: “el deporte tiene el poder de inspirar, de unir a la gente
como pocas otras cosas... Tiene más capacidad que los gobiernos de
derribar las barreras raciales”. Por eso, Mandela hizo todo lo
posible para que el rugby ejerciese esa función. No era una tarea
fácil. Durante los años del apartheid, el rugby era el reducto
deportivo de los blancos afrikaners mientras que el fútbol lo
era de los negros. Pero si se quería atraer a los blancos a la
reunificación había que convertir el equipo de los Springboks, la
selección nacional de rugby, en el símbolo de todo el país.
En 1995 se celebró en
Sudáfrica la Copa del Mundo de rugby, con la participación de las
mejores selecciones. Mandela aprovechó esta oportunidad para lanzar
una campaña de apoyo a su selección –“Un equipo, un país”-
que fue poco a poco transformando la realidad social de Sudáfrica.
El libro explica muy bien la convulsa situación política en la que
se encontraba Sudáfrica, con el más que previsible peligro de una
guerra civil. Aunque los blancos y negros moderados habían entendido
la necesidad de alcanzar la paz social, con sus numerosas
dificultades, quedaban los grupos extremistas de ambos bandos,
dispuestos a echar por tierra con la violencia la estrategia de la
pacificación. Fue el propio Mandela el que más trabajó para que
Sudáfrica integrase a los blancos y a los negros en un mismo país,
sin divisiones. Y para ello el rugby seguía siendo el mejor
instrumento de persuasión política.
Sudáfrica consiguió
llegar a la final, y la ganó en un partido épico contra la mejor
selección del mundo, los temidos All Blacks de Nueva Zelanda.
Mandela había conseguido, por fin, lo que buscaba. Y aunque todavía
tendrían que superar muchas dificultades, se había conseguido lo
más difícil: unir en una misma ilusión a dos partes aparentemente
irreconciliables.
John Carlin cuenta todo
esto con mucho oficio, salpicando el relato humano de los hechos con
las imprescindibles y necesarias noticias políticas, pero sin
abusar. Porque el relato está construido sobre las entrevistas a los
protagonistas de aquellos sucesos políticos y deportivos, personas
que fueron muy conscientes de que estaban viviendo un momento
histórico que no podían desaprovechar. John Carlin entrevistó a
los principales líderes blancos y negros que protagonizaron la
apertura política, cuando todavía Mandela estaba en prisión, como
Kobie Coetsee, Desmond Tutu, Constand Viljoen, Justice Bekebeke... Y
también a los jugadores de aquella mítica selección que
colaboraron con Mandela, como François Pienaar, el capitán
afrikaner de los Springboks.
Carlin, que trabaja para
el diario El País y colabora también con The New York
Times y Observer, ha conseguido sobradamente sus objetivos
de contar el factor humano de aquellos sucesos, que se
convirtieron en la película "Invictus", dirigida por Clint Eastwood. Para ello, como dice la frase de Mandela que abre el libro,
“no hay que apelar a su razón, sino a sus corazones”.
El factor humano
John CarlinSeix Barral. Barcelona (2009)
336 págs. 19 €.
T.o.: Playing the Enemy.
Traducción: María Luisa Rodríguez Tapia.
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