Esta nueva edición del Quijote, “puesto en castellano actual
íntegra y fielmente por Andrés Trapiello”, ha levantado no poca polémica pues
hay quien piensa que el Quijote hay
que leerlo tal y como fue escrito, y que no necesita de ningún lavado de cara
para hacerlo más asequible al lector actual. La polémica, desde mi punto de
vista, me parece gratuita y muy exagerada, pues la intención de Trapiello no ha
sido en ningún momento la de sustituir la versión original sino facilitar su
lectura a muchos lectores que, como escribe el académico Mario Vargas Llosa en
el prólogo, se encuentran “abrumados o desalentados por la dificultad del castellano”
que emplea Cervantes.
Cuando se
publicó, el lenguaje del Quijote no era
ni culto ni rebuscado; al contrario, la lengua de Cervantes estaba muy próxima
al habla coloquial, de ahí su aceptación popular. Sin embargo, después de
cuatro siglos, el castellano del siglo XVII se ha quedado detenido en el
tiempo, mientras que la lengua castellana, como un ser vivo, ha cambiado y se
ha trasformado, de tal manera que, como escribe Trapiello en unas palabras
introductorias, ese castellano ya ni lo hablamos “ni a menudo entendemos cuando
lo leemos”. Por eso es normal, y necesario, que las ediciones del Quijote, y las hay muy buenas, como la
de Francisco Rico, vayan acompañadas de un enriquecedor aparato crítico repleto
de aclaratorias notas a pie de página que si bien enriquecen la lectura a un
lector culto e interesado, se convierten en una rémora para aquellos lectores
con menos capacidad o interés.
Lo
que ha hecho Trapiello con el Quijote es,
con palabras de Vargas Llosa, rejuvenecerlo y actualizarlo pensando en esos
lectores que, a la mínima de cambio, por las dificultades que su lectura
comporta, abandonan su lectura y no consiguen disfrutar con la novela más importante
de la literatura en lengua castellana.
“Yo
sé que es muy difícil –escribe Trapiello- poner el Quijote en castellano actual al gusto de todos sus lectores, porque
cada uno de nosotros trae un Quijote y
un castellano propios en la cabeza”. Pero su intención, digo yo, es loable,
meritoria y muy útil, pues esta edición puede ser la puerta de entrada al
universo cervantino para muchos lectores. Trapiello ha hecho una edición con un
castellano que se lee “de manera fluida y sin tropiezos”. Ha actualizado
numerosos refranes, giros y locuciones populares que ya han perdido su sentido
y que se convertían en un problema léxico para muchos lectores. Ha adaptado las
preposiciones, los hipérbaton y los tiempos verbales a los usos actuales. Ha traducido numerosas palabras y
expresiones arcaicas, y las ha sustituido por expresiones equivalentes
contemporáneas.
Para
mí, se trata de un excelente trabajo literario que va a contribuir a
rejuvenecer el Quijote, como por otra
parte suelen hacer las traducciones que de esta obra se realizan, buscando que
el lector actual lo entienda mejor y disfrute de su lectura. “Quiero creer –escribe
Trapiello- que miles de lectores podrán venir por fin a encontrarse en este
libro con el talante libérrimo y valiente de don Quijote, la socarronería y
buen juicio de Sancho, la compasión con la que Cervantes miraba a todo el mundo
y la discreción con la que todos ellos tratan de mejorarse y mejorarnos”.
Catorce
años ha tardado Trapiello en preparar esta edición. También es conocida la devoción
que tiene por el clásico más universal de nuestras letras. Trapiello es autor
de Las vidas de Miguel de Cervantes
(1993), una original biografía del autor del Quijote. Pero, además, ha publicado dos novelas totalmente
cervantinas, escritas por alguien absolutamente empapado del mundo de Cervantes
y que, para mí, son de lo mejor de todo lo que ha escrito Trapiello (junto con
los volúmenes de sus diarios que llevan por título Salón de pasos perdidos). La primera, Al morir don Quijote, la publicó en 2005, y es la continuación de
los personajes del Quijote tras la
muerte de éste, centrándose especialmente en la vida de Sancho en su aldea; la
segunda es El final de Sancho Panza y otras suertes (2014), todavía más lograda, donde Trapiello cuenta la vida
de la sobrina del Quijote, del Bachiller Sansón Carrasco y de Sancho, que han
tomado la decisión de abandonar el pueblo y trasladarse a Sevilla para viajar
después rumbo a América. Estos libros imitan el estilo de Cervantes y se han
convertido en uno de los mejores homenajes que se han hecho del Quijote. No estamos, pues, ante un
escritor que haya tenido un contacto más o menos tangencial con esta obra, sino
ante nuestro escritor más cervantino, alguien que lleva muchos años leyendo y
estudiando una obra de la que es uno de sus mejores abanderados.
Don Quijote de La Mancha
Miguel
de Cervantes
Destino.
Barcelona (2015)
1.038
págs. 23,50 €.
Adaptación
de Andrés Trapiello
, que han tomado la decisión de abandonar el pueblo y trasladarse a Sevilla para viajar después rumbo a América. Estos libros imitan el estilo de Cervantes y se han convertido en uno de los mejores homenajes que se han hech https://symcdata.info/el-arte-en-el-imperio-inca/
ResponderEliminar