domingo, 26 de junio de 2016

“Lo que no quise decir”, de Sándor Márai



El escritor húngaro Sándor Márai (1900-1989) nació en Kassa, hoy ciudad de Eslovaquia. En el periodo de entreguerras, se convirtió en un escritor muy popular. Tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada de los comunistas al poder en Hungría, decidió abandonar su país. Se instaló primero en Europa y después en Estados Unidos, donde murió en 1989. El material inédito que se encontró en su casa tras su muerte se envío al Museo Petófi de Budapest; entre esos papeles apareció este texto, que Márai escribió en principio para la segunda parte de sus memorias, ¡Tierra, tierra!, pero que decidió no incluirlo en el último momento. Se trata de un testimonio a mitad de camino entre el ensayo histórico y la confesión íntima en el que reflexiona sobre lo que supuso para Hungría, para la burguesía de su país y para él mismo la Segunda Guerra Mundial y lo que vino después.
            Su primer libro de memorias, Confesiones de un burgués, concluía cuando Márai cumplió los treinta años y era ya un prometedor escritor, además de reconstruir la vida de la burguesía húngara en la Centroeuropa de entreguerras. Su continuación, ¡Tierra, tierra!, rememora el avance de las tropas rusas, que tienen cercada la ciudad de Budapest, ya abandonada por las tropas alemanas, y describe las posteriores actuaciones de los comunistas, que se hicieron con el poder y quienes con su actitud represiva provocaron que Márai abandonase su país.
            Lo que no quise decir comienza el 12 de marzo de 1938, día en el que Hitler se anexiona Austria. Márai intuye que ese día inicia un dramático periodo tanto para su país como para él mismo que no finalizará tras la guerra sino que, tras la proclamación de la dictadura comunista en 1948, se alargará, en su caso, hasta el fin de sus días. “En aquellos diez años –escribe- dejó de existir toda una vida y toda una cultura”, en la que el autor, y tantos otros miembros de su generación, habían crecido. Para Márai, ese día “se derrumbaron los vestigios que quedaban de la Vieja Europa”.
            A continuación, desde su experiencia personal, analiza la reacción de la sociedad húngara a estos dramáticos sucesos. Para ello se remite al pasado, a los acuerdos que se tomaron después de la Primera Guerra Mundial, lesivos para la unidad territorial de Hungría, que alimentaron resentimientos que posteriormente se canalizaron en una determinada postura política que rechazaba la influencia de los pueblos eslavos. Buena parte de la sociedad húngara, especialmente la burguesía, vieron con buenos ojos a la Alemania nazi, pues valoraban que les daría protección frente al cada vez más consistente avance del bolchevismo. Esta actitud fomentó la radicalización política en su país, que se llevó por tierra toda una cultura, unas tradiciones y una manera de entender las relaciones humanas y sociales que encarnaba la burguesía, a la que pertenecía Márai, que él no entendía en plan maniqueísta o lucha de clases, sino que la consideraba como “la defensa de las libertades cívicas y al burgués como el pionero del progreso humano y social”.  
            Aunque Márai no ahorra críticas a las actitudes interesadas y reaccionarias de buena parte de la burguesía de su país, que fueron seducidos por el mensaje nazi, hay también una alabanza de los valores que él defendía y que para él estaban en las antípodas tanto del nazismo como del comunismo: “la filosofía humanista, en cuya cultura y forma de vida había crecido, con cuyo legado moral e intelectual me identificaba y de la que nunca podría renegar, era el enemigo público número uno a ojos de los portavoces de los sistemas totalitarios”. Márai defiende en este libro una Tercera Vía que en aquellos momentos históricos se convirtió en un camino utópico e imposible por el visceral enfrentamiento entre dos formas antitéticas de entender el mundo.
            El análisis que realiza Márai se detiene en cuestiones muy enraizadas en la historia de Hungría, a la vez que cuenta cómo vive en primera persona aquellos sucesos, trágicos para su vida, como escribe: “en aquellos años perdí casi todo lo que antes había dado contenido, marco y sentido a mi vida: a gran parte de mis conocidos, a la mayoría de mis amigos, a mi forma de vida, mi puesto de trabajo, perdí mi hogar, el sentido de mi trabajo y, finalmente, perdí mi patria”.
            Este texto es, pues, in interesante complemento de sus dos libros de memorias antes mencionados y de algunas de sus novelas, como Liberación, que cuenta en clave literaria la invasión de Budapest por las tropas alemanas y después rusas. Como Stefan Zweig, Márai fue un testigo excepcional de la desaparición de todo un mundo cultural, político e histórico, arramblado por los totalitarismos.



Lo que no quise decir
Sándor Márai
Salamandra. Barcelona (2016)
160 págs. 17 € (papel) / 9,99 € (digital)
T.o.: Halldatni Akartam.
Traducción: Mária Szijj y J.M. González Trevejo.

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