Interesantes
memorias de Anastasia Tsviétaieva (1894-1993), la hermana menor de la gran
poeta rusa Marina Tsviétaieva, que se suicidó en 1941. La vida de su hermana
Marina se convierte en el hilo conductor de estas memorias, que se detienen
sobre todo en la infancia y adolescencia de las dos hermanas, hijas de un
matrimonio culto y burgués. Su padre fue director del Museo de Bellas Artes de
Moscú, y su madre era una pianista de prestigio. Por las frecuentes
enfermedades de la madre, la familia pasó largas temporadas en el extranjero.
También Marina, que vivió los inicios de la Revolución Rusa
en Crimea y Moscú, consiguió escaparse al extranjero con su marido, Serguéi
Efrón, y sus hijos Ariadna y Mur. A finales de la década de los treinta,
decidieron regresar a la URSS. Primero lo hicieron su marido y su hija Ariadna
y luego ella, en 1939, se instaló con su hijo Mur. Pero no fue una buena
decisión. Al poco de llegar, detuvieron a su marido, le condenaron y fusilaron;
a su hija Ariadna, la detuvieron también y la enviaron a Siberia. Desesperada y
sola, sin apenas medios para vivir, enferma, Marina se suicidó en Yéluga en
1941. Como cuenta su hermana Anastasia, ella no se enteró de su muerte hasta
dos años después. El recuerdo emocionado de la muerte de su hermana ocupa la
parte final de este libro de memorias.
Tampoco tuvo una vida fácil la
autora, Anastasia. Primero, fue detenida en 1933, pero gracias a la
intervención del propio Gorki consiguió recuperar la libertad. Pero fue
nuevamente detenida en 1937 y condenada a diez años de internamiento en
Siberia; tras salir, quedó deportada en Siberia y no pudo regresar a Moscú
hasta 1956.
Anastasia, con un estilo nítido y
ligero, en ocasiones muy lírico, revive la primera parte de su vida, de manera
especial su infancia y juventud, y luego algunos episodios posteriores, como la
muerte de su hermana y el viaje que realizó al lugar donde se quitó la vida,
pero no estamos ante las memorias de una víctima del Gulag, suceso que no
aparece en este libro, del que se publicó una antología en 1971 (hasta la época
de la Perestroika no se permitió la publicación de testimonios sobre el Gulag,
aunque muchos de ellos circularon en samizdat
durante los peores años de la represión comunista).
Como decíamos, el peso de la
narración se lo llevan los recuerdos de su hermana, sus inquietudes literarias
y artísticas y la intensa relación que mantuvo con artistas y poetas
contemporáneos, tanto ella como su hermana Marina, de la talla de Anna Ajmátova, Gumiliov, Mandelstam, Voloshin
y Pasternak, entre otros, autores que como le sucedió a Marina, sufrieron de
manera directa o indirecta la censura y la persecución. De hecho, la mayoría de
estos autores, y también Marina Tsviétaieva, son los protagonistas del volumen La palabra arrestada (Galaxia Gutenberg,
2018), del poeta y escritor siberiano Vitali Shentalinski, autor fundamental a
la hora de conocer la magnitud de la represión que padecieron miles de
escritores durante las décadas de comunismo. Uno de estos capítulos está
dedicado a contar la conflictiva relación de Marina con el régimen, que ya
quedó reflejada en su libro Diarios de la
Revolución, escrito en 1917, y la trágica persecución que sufrieron su
marido, su hija y ella misma.
Estas memorias describen el pujante
ambiente social y artístico que se vivió en Rusia en las primeras décadas del
siglo XX, que sufrió una radical transformación a partir de la Revolución y de
la primera Guerra Mundial, donde se alteraron los valores artísticos y el arte
quedó sometido totalmente a los intereses ideológicos del Partido Comunista
(como cuento, recurriendo a muchos testimonios literarios, en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag).
Memorias
Anastasia Tsvietáieva
Hermida Editores. Madrid (2018)
1.200 págs. 35 €.
Traducción: Marta Sánchez Nieves y Olga
Korobenko.
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