Nueva novela de Miguel Ángel Hernández (Murcia, 1977), una de las voces más representativas de la nueva literatura española. En esta ocasión la fórmula narrativa elegida recuerda a otros experimentos relacionados con el género de la autoficción. En el libro, el autor menciona explícitamente sus modelos literarios: Capote, Piglia, Cercas, Delphine de Vigam y, sobre todo, Emmanuel Carrère, del que destaca dos obras: El adversario y Una novela rusa, libros que le han servido de inspiración para escribir El dolor de los demás, en el que hay un sobresaliente componente biográfico.
El detonante es un suceso que vivió el autor hace veinte años: “una Nochebuena, mi mejor amigo mató a su hermana y se tiró por un barranco”. Este caso se vivió de manera muy intensa en el pequeño caserío de la huerta de Murcia en el que vivía el autor y pasó a formar parte de los hechos trágicos que marcan a sus protagonistas, testigos y vecinos. El asesino fue Nicolás, el mejor amigo del narrador, Miguel Ángel, el autor de la novela.
El autor intenta revivir aquel hecho, buscar una explicación y ver cómo influyó en su vida y la de sus vecinos. Sin embargo, a medida que avanzan las investigaciones, las entrevistas con amigos y conocidos de aquellos años y rescata la repercusión que tuvo en medios de comunicación, modifica la perspectiva de la narración y es la propia vida del autor la que pasa a un primer plano.
Hernández es en la actualidad profesor de Historia del Arte en la Universidad de Murcia. Pero él y su familia forman parte de la vida de la huerta murciana. Aunque ahora vive un tanto despegado de aquel mundo, el libro le lleva a profundizar en sus raíces y a buscarse a sí mismo en el pormenorizado relato de aquellas muertes, que tanto le afectaron. A la vez, desmenuza y describe detalladamente todos los pasos que está dando para escribir este libro y lo que en principio buscaba con su escritura. Sin embargo, poco a poco empieza a vislumbrar que el contacto con la realidad le provoca un serio conflicto con la literatura. ¿Qué es lo que quiere, en definitiva?, ¿encontrarse con su pasado o transformar en literatura ese pasado?
Resultan muy atrayentes las reflexiones sobre su propia vida, la descripción de la vida en el caserío, la relación con sus amigos, las expectativas personales y académicas de cada uno de ellos, el recuerdo de sus padres y su familia… Quizás el autor simplifique demasiado la vinculación que tuvo con la Iglesia, de la que ahora reniega (fue durante muchos años monaguillo y participó activamente en las actividades de la ermita de su pueblo) y también sobran un par de detalles sexuales explícitos que el autor incluye sin que tengan mucho sentido con el tono de lo que se narra. Son muy sugerentes los comentarios sobre el proceso de escritura del libro.
A medida que se avanza en la lectura se obtiene la respuesta a sus inquietudes: al repasar lo que lleva escrito, y juzgarlo de manera crítica, concluye que “lo único que me resultó sincero fue mi encuentro con el pasado” y “esa era la verdadera historia sobre la que estaba escribiendo”. Y es verdad: la reconstrucción de las circunstancias de las muertes de Nicolás y su hermana Rosi planea en toda la novela y es el acicate de la investigación que realiza el autor, muy bien contada. Pero a lo que asistimos al final es a un ajuste de cuentas consigo mismo.
El dolor de los demás
Miguel Ángel Hernández
Anagrama. Barcelona (2018)
312 págs. 18,90 €.
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