Publica la editorial Libros del K.O. una nueva edición de Madrid, 1921. Un dietario, uno de los pocos libros en los que Josep Pla (1897-1981) habla de Madrid. El otro libro recoge las crónicas parlamentarias que escribió de 1931 a 1936, durante la Segunda República. Pla contaba veinte años cuando se trasladó a Madrid desde París, a donde había sido enviado como corresponsal por el diario catalán La Publicidad, el mismo que decide trasladarlo a Madrid. Tras cursar los estudios de Derecho y realizar el servicio militar, Pla vive en Barcelona y participa en la tertulia de la Peña del Ateneo. Allí le abren las puertas para que comience a colaborar en el periódico Noticias, en el que no dura mucho, y después en La Publicidad, donde se forma como periodista. Pla hizo una primera elaboración de este libro en Estocolmo en 1928.
Pla ejerce de flâneur y se dedica a pasear y callejear por un Madrid que se encontraba en pleno proceso de transformación no solo urbanística. Los nuevos aires de la modernidad estaban arrinconando algunas costumbres y actitudes muy instaladas en el pueblo madrileño, como por ejemplo las tertulias, que Pla frecuenta de manera asidua y describe con acierto. Como en otros libros suyos, no hay un propósito fijo ni una estructura cerrada sino que sus observaciones van de acá para allá, a su antojo. En un capítulo habla del Hotel Palace, muy frecuentado por catalanes; en otro, describe la tertulia del Café Pombo, a la que asiste Ramón Gómez de la Serna, entre otros contertulios; habla del Retiro, del Museo del Prado, de la primavera, del tiempo, de la Puerta del Sol. Pla se encuentra en un café cuando reciben la noticia del asesinato del político Eduardo Dato. Asiste a una clase en la Universidad de Ortega y Gasset. Conoce a Julio Camba, con el que entabla una buena relación de amistad. Viaja a Salamanca, donde es recibido por Miguel de Unamuno. También a Ávila y Segovia. Frecuenta diferentes pensiones. Conoce a funcionarios, periodistas, escritores. Compara constantemente Barcelona con Madrid. Pla no es complaciente con casi nadie y aplica en sus retratos una ironía que en unos casos es sutil, por ejemplo con Unamuno y Ortega, y en otros bastante más gruesa, con Ramón Gómez de la Serna.
Pla rechaza las sobredosis de tipismo y de localismo madrileño que han salpicado la vida cotidiana de la capital, su lenguaje y hasta sus costumbres. Critica el exceso de funcionarios y opositores, que dan a Madrid un triste aire gris y oficial. En general, no le convencen las reformas urbanísticas de los últimos siglos, como la realizada por Carlos III, que han convertido Madrid en “una ciudad acabada de hacer, sin ningún vestigio antiguo, sin raíces en el pasado profundo”. Tampoco le atrae la influencia de los andaluz en las diversiones populares y hasta en el lenguaje madrileño. “En conjunto -escribe Pla-, todo esto hace que a menudo tenga la sensación de que, en Madrid, estoy muy lejos de casa”.
Basándose en notas personales, escribió una primera versión del libro en 1928. Pero luego lo fue rehaciendo, como buena parte de sus obras. Sin embargo, ya encontramos en este dietario las principales notas de su estilo, lleno de agudeza y amenidad. Es único en su manera de poner adjetivos distintos, como esta cita a propósito de los suburbios: “todos los suburbios que conozco producen la misma impresión de inexplicable, honda, integral, cósmica tristeza”. O esta otra sobre Madrid: “todas las cosas tienen un aspecto sediento, reseco y exhausto”. Su prosa desprende ironía y un humor socarrón. Y el género elegido, el dietario, le permite emplear una prosa personal, deslavazada, cambiante, atenta a los detalles concretos de la realidad. Un estilo que encaja perfectamente con su carácter: “soy un individualista irreductible y un solitario total”.
Madrid, 1921. Un dietario
Josep Pla
Libros del K.O. Madrid (2019)
272 págs. 15,95 €.
T.o.: Madrid. Un dietario.
Traducción: Alfons Sureda i Carrión.
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