Aunque la presencia de historias bíblicas en el arte y la literatura ha sido siempre algo habitual, hay algunos personajes que han llamado poderosamente la atención. Es el caso de Salomé, la hija de Herodías, quien protagoniza con su madre y su padrastro el martirio de Juan el Bautista. Como cita Juan José Gómez Cadenas en la introducción de esta novela, de la historia de Salomé quedaron fascinados, entre otros, los pintores Tiziano y Canavaggio, los poetas Rubén Darío y Eugenio de Castro y, de manera muy especial, el escritor Oscar Wilde, que convirtió a Salomé en protagonista de una de sus obras de teatro.
Guadalupe Arbona se acerca a estos hechos con otra mirada y con otras intenciones. No busca vovler a reproducir esos hechos de manera directa, aunque la muerte de Juan se describe de manera muy real, sino mostrar la influencia de esa muerte en un personaje marginal de la corte de Herodes Antipas, la sirviente Miray.
A los catorce años, antes del nacimiento de Salomé, cuando Herodías convivía con Herodes Filipo, entró a servir en Palacio. Educada de manera esmerada por sus tías, Miray era huérfana y princesa del desierto. Tras el nacimiento de Salomé, se hizo cargo de la niña casi completamente, pues su madre estaba más interesada en cuidar la figura y asistir a fiestas. Más tarde, acompañó a las dos cuando se fugaron del Palacio de Herodes Filipo y se fueron a vivir con Herodes Antipas, hermano del rey. En su palacio próximo al mar de Galilea, Herodes invitaba frecuentemente a Juan Bautista; le gustaba escucharle, a pesar de sus muchas diferencias. Miray y los sirvientes de la corte conocían a Juan y a todos les llamaba la atención su figura, su carácter, la vision profética y sus ideas, que exponía con claridad y sin paños calientes. Juan se refería frecuentemente a un primo suyo, que sería el “mesías” que todos estaban esperando.
A medida que Salomé se va haciendo mayor, la influencia de Miray desciende y es su madre la que empieza a absorber la atención de su hija. El culmen de esta influencia tiene lugar en una fiesta de cumpleaños del rey, cuando Salomé danzó delante de él. Es cuando tiene lugar la conocida escena de la muerte de Juan el Bautista.
Este suceso es clave en el desarrollo de la novela, pues a partir de ese momento Miray tiene todo el protagonismo. La muerte de Juan le ha provocado una profunda crisis. De manera drástica, abandona a Salomé y el Palacio y se refugia en los seguidores de Juan y del primo de Juan. Más adelante, sera testigo de una escena de la vida de Jesús que marcará su vida y que es el momento más transcendental de esta novela, junto con el encuentro con Salomé muchos años después.
Este relato de la vida de Miray se presenta en la novela como un hallazgo de la investigadora y arqueóloga de Cambridge, Caroline Angels, quien descubrió este papiro y dedicó años a su transcripción. Es tal el impacto del relato de Miray que provoca en ella una profunda sacudida interior.
El papiro de Miray contiene, pues, dos historias, que se relacionan entre sí. La autora ambienta muy bien la historia de la sirviente y se adentra en el terremoto interior que provoca el encuentro con el primo de Juan. Este encuentro se merecía, quizás, un mayor desarrollo narrativo para captar mejor el misterio del momento y sus posteriores ramificaciones. Miray es un personaje con fuerza, que tiene una historia que contar. Ha sido una privilegiada testigo de la vida en la corte de Herodes y lo es también de la vida de Jesús y de sus primeros seguidores. Tampoco encajan muy bien en la novela las vivencias de Caroline Angels. La autora fuerza constantemente el relato en esta parte para subrayar los cambios que el papiro de Miray está suscitando en su insulsa vida. Personalmente pienso que la novela hubiese sido más redonda si se hubiese contado solamente la historia de Miray.
La novela se lee muy bien, tiene momentos de gran calidad estética y Arbona se mueve con oficio por los recovecos del alma de la protagonista, una mujer que busca encontrar un sentido a una vida dura. También merece la pena destacarse cómo la autora, con calidad y sin falsos artificios, recrea la atmósfera de aquella época histórica.
Guadalupe Arbona (Madrid, 1965) es profesora de Literatura y Escritura Creativa en la Universidad Complutense de Madrid. Ha preparado ediciones y libros sobre Flannery O’Connor y José Jiménez Lozano, entre otros autores. También ha publicado dos libros de diarios, Puerta principal (2017) y Enredado en azul. El papiro de Miray es su primera novela.
El papiro de Miray
Guadalupe Arbona
Jot Down Books. Madrid (2022)
192 págs. 16 €
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