Nacido en 1949 en Johnstown, en el estado de Nueva
York, el escritor Richard Russo vivió su infancia y juventud en
Gloversville, una pequeña localidad famosa en Estados Unidos durante
el siglo XIX y parte del XX porque allí se fabricaban los mejores
guantes de todo el país. A esa industria se dedicaban muchos de sus
habitantes, algunos de sus familiares y también los artesanos
extranjeros que emigraron allí. Cuando comienza este libro de
memorias, Richard vivía con sus abuelos y con su madre, separada
recientemente. A la vez que trabajaba en la General Electric, sacaba
adelante a su hijo.
Cuando Richard comenzó sus estudios
universitarios, su madre tomó una radical decisión: abandonó su
trabajo y decidió empezar una nueva vida cerca de la Universidad de
Arizona, donde Richard cursaba estudios de literatura, a muchos
kilómetros de distancia de Gloversville. El cambio, sin embargo, fue
traumático, pues a su madre no le fueron las cosas bien ni en el
trabajo ni en el amor –tuvo otra fallida aventura matrimonial- y en
esos años comenzaron a agudizarse una serie de rasgos de su carácter
que hicieron que poco a poco dependiese para todo de su hijo, aunque
ella manifestaba siempre que quería ser una mujer independiente.
Tras la universidad, Richard trabajó como profesor en diferentes
universidades y ciudades. Su madre unas veces le acompañaba y otras
decidía regresar a Gloversville, con sus padres, estancias que no
solían durar mucho pues rápidamente se cansaba, comenzaban los
problemas con sus familiares y decidía regresar otra vez al lado de
su hijo.
Refiriéndose a este libro, el último que ha
publicado Russo, autor también de las novelas, entre otras, Ni un
pelo de tonto, llevada al cine con éxito; Puente de los
Suspiros y El verano mágico en Cape Cod, dice que “es
más un relato sobre mi madre que sobre mí, pero también es sobre
mí porque hasta hace solo unos años, ella rara vez faltó en mi
vida”. Poco habla Russo de sí mismo, aunque a lo largo del relato
aparecen también retazos de su biografía y de su carrera de
escritor.
Ya casado, con dos hijas, la relación con su madre, una mujer
con un carácter difícil y con unas obsesiones a veces
imprevisibles, se fue enrevesando a medida que avanzaban sus
problemas de salud. Poco después de la muerte de su madre, cuando
una de sus hijas tuvo algunos problemas psiquiátricos, Russo
comprendió, leyendo un libro de psicología, que esos problemas eran
iguales a las que había tenido su madre. Si bien su hija recibió
pronto el oportuno tratamiento, Russo nunca se planteó que los
conflictos de su madre consigo misma y con los demás tuvieran que
ver con un trastorno obsesivo-compulsivo, una grave enfermedad mental
que condicionaba, como era el caso de su madre, la vida cotidiana de
los que la padecen. Por eso escribe Russo casi al final de este
libro, “si era descorazonador reconocer a mi madre en prácticamente
todas las páginas del libro sobre el trastorno obsesivo-compulsivo,
más doloroso era reconocerme a mí mismo como su principal
responsable”.
Estas memorias profundizan en la relación entre
los hijos y los padres, aun en unas circunstancias extrañas y
singulares. Consciente de que su madre solo le tenía a él, Russo
hizo todo lo que estuvo en su mano por atender debidamente a su
madre, facilitándole además esa apariencia de independencia que
ella anhelaba. Sobre mi madre permite también conocer mejor
la vida en Estados Unidos a partir de la década de los 50 y la
relación que un escritor de la talla de Russo ha tenido con su madre
y con los lugares de su infancia y juventud.
Richard Russo
Alfaguara. Madrid (2013)
240 págs. 19,50 €.
T.o.: Elsewhere. Amemoir.
Traducción: Mariano Antolín Rato.
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