“¡Matad a ese perro!
Es un reseñador”: este conocido verso de Goethe explica en parte
el contenido de este libro, en el que el crítico alemán Marcel
Reich-Ranicki, recientemente fallecido y autor de un magnífico libro de memorias, Mi vida, reseñado también en este blog, escribe veintitrés retratos
dedicados a los críticos más influyentes de la literatura alemana,
desde Gotthold Ephraim Lessing, considerado el padre de la critica
alemana, hasta críticos contemporáneos del autor. Reich-Ranicki
sabe que aborda un asunto un tanto espinoso, pues –como escribe-
“no hay en el mundo un país donde se aprecie a los críticos. Pero
en ninguno se les combate y anatemiza de manera más sistemática que
en Alemania”.
Los análisis de
Reick-Ranicki son amenos, rigurosos y profundos, y están plagados de
jugosas citas que proceden de la obra crítica de los autores
estudiados. En sus valoraciones no cae en ningún momento en la
hagiografía; al contrario, en bastantes ocasiones disiente de las
opiniones ya establecidas y ofrece una valoración muy distinta de la
que suele ser habitual, como sucede por ejemplo cuando comenta la
labor crítica de Goethe y de Walter Benjamín. Los retratos ofrecen
interesantes observaciones sobre la crítica literaria, pues cada uno
de los autores elegidos se acerca a ella desde diferentes posturas
estéticas, ideológicas, comerciales y periodísticas.
En
todo momento, además, tiene en cuenta el papel de la crítica
literaria en el momento presente, lo que le sirve para buscar
constantemente la conexión con la actualidad. Por ejemplo, aunque no
le convence mucho la tarea emprendida por Lessing, le reconoce
importantes intenciones críticas, como “no hacer pasar lo mediocre
por más de lo que es; eso al menos permitirá al observador
insatisfecho aprender a juzgar”. Alaba las iniciativas literarias
de Fiedrich Nicolai, a quien considera “el fundador de la vida
literaria alemana” y de quien rescata la aguda observación de que
“los errores de los críticos no causan tanto daño como las
alabanzas que se dedican los escritores mutuamente”. El capítulo
dedicado a Goethe explica bastante bien la postura problemática de
Reich-Ranicki con estos autores. Goethe no se tomó nunca en serio la
crítica literaria y, de hecho, se pasó la vida rebajando sus
pretensiones estéticas y rechazando que se intentase racionalizar la
obra de arte (sobre todo la suya). Su opinión sobre Goethe queda
resumida en una frase de otro de los críticos estudiados, Friedrich
Schlegel: “Goethe es demasiado poeta para ser un entendido en
arte”.
Otro de los críticos
analizados es Ludwig Börne, autor de una famosa frase muy citada
cuando se quiere ridiculizar a los críticos: “En Alemania escribe
cualquiera que no use la mano para nada más; y el que no puede
escribir, hace reseñas”. En estas páginas aparecen también
Heinrich Heine (“¿quién ha escrito alguna vez sobre la literatura
alemana con mayor belleza que Heine?”), el novelista y crítico
Theodor Fontaine, Alfred Kerr, Moritz Heimann, Alfred Polgar, Thomas
Mann, Siegfried Jacobson, Walter Benjamín.... y críticos más
contemporáneos como Hilde Spiel, Walter Jens y Joachim Kaiser. La
mayoría, por decirlo de alguna manera, son críticos profesionales,
aunque Reich-Ranicki ha elegido también a escritores que han
practicado la crítica de manera asidua, como Goethe, Heine y Thomas
Mann.
Los abogados de la
literatura es también una valiosa reflexión sobre las teorías,
circunstancias, modas, tendencias, valoraciones, etc., que influyen
en la crítica literaria, aspectos que Reich-Ranicki aborda desde su
propia experiencia como critico. Tanto es así que este libro es
también el autorretrato de uno de los críticos más apasionados y
temidos de la literatura alemana contemporánea. Un comentario
referido a Ludwig Börne le define bastante bien: “No le faltaron
enemigos. Pero el crítico que no los tiene es despreciable. Quien
los tema deberá buscarse otra profesión”.
Los abogados de la
literatura
Marcel Reich-RanickiGalaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona (2006)
492 págs. 27,90 €.
T.o.: Die Anwälte der Literatur. Traducción: José Luis Gil de Aristu.
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