Educado en Eton y Oxford,
viajero empedernido, Robert Byron (1905-1941) recorrió Italia,
Grecia, Turquía, Rusia y Asia central para cumplir con el objetivo
que señala en el prólogo de este libro: el viajero “sólo puede
conocer el mundo (...) cuando lo ve, lo oye, lo huele”. Sus
inclinaciones artísticas le llevan a detenerse especialmente en
palacios, museos, catedrales, mezquitas... donde contempla la
perennidad del arte antiguo, del que es todo un especialista. Cuando
en febrero de 1941 emprendió viaje rumbo a Oriente, un submarino
alemán torpedeó el carguero en el que viajaba.
Invitado por el
embajador británico en Rusia, Byron viaja a finales de 1931, cuando
ya había publicado uno de sus libros más conocidos, The Station
(1928), un recorrido por la Grecia rural y monástica. La editorial
Confluencias ha publicado también Europa en el parabrisas, un
juvenil periplo desde Londres a Grecia. En 1933, el relato de su
viaje a Rusia se publicó junto con la crónica que escribió de su
visita a Tíbet en 1929; el volumen conjunto llevaba por título
First Rusia, then Tibet. Confluencias publicará próximamente
la expedición a Tíbet. Para Robert Byron se trataba de ofrecer en
un solo volumen los polos opuestos de la Revolución Industrial: por
un lado, el Tíbet, detenido en el tiempo; por otro, Rusia, embarcada
en una grandilocuente aventura de transformación económica y social
a través del comunismo.
A diferencia de sus
otros libros de viajes, más narrativos, Byron dedica en este caso
varios capítulos a analizar los fundamentos antropológicos y
filosóficos del comunismo. Estamos a comienzos de la década de los
años 30, cuando Stalin ya ha tomado las riendas del Partido
Comunista, apenas quince años después de la Revolución de Octubre
y cuando en todo el mundo lo que estaba pasando en Rusia se vivía
con un entusiasmado interés. Sin embargo, Byron no se dejó
persuadir por la propaganda. Como escribe José Jesús Fornieles,
traductor y autor del prólogo: “lo extraordinario de Robert Byron,
lo realmente extraordinario, es que en un tiempo en el que el
comunismo llenaba de esperanza e ilusiones a medio mundo, pudo ver y
decir que se trataba de un sistema imposible de realizar, y que lo
que existía ya en Rusia no era más que un sistema de terror, en el
que el hermano espiaba al hermano, y el hijo denunciaba al padre”.
A continuación comienza
propiamente el relato su viaje. Byron viaja a Rusia no para ver los
logros, o fracasos, del bolchevismo y el Plan Quinquenal sino para
encontrarse con la Rusia antigua e inmortal. No le resulta fácil.
“En Rusia –escribe- la tradición ha sucumbido por completo al
virus de la máquina”. Los que sienten aprecio por la Rusia
antigua, la arquitectura de los viejos tiempos, los restos de la
civilización bizantina y las iglesias ortodoxas diseminadas por las
ciudades que recorre son, como tantos otros intelectuales,
sospechosos de enemigos del régimen comunista. A pesar de las
dificultades, recorre Moscú, Leningrado, Veloki Nóvgorod,
Yaroslavl, Sergievo y también Ucrania, donde concluyó su periplo en
marzo de 1932.
Dedica
una especial atención a comentar varias obras artísticas muy
significativas. Una de ellas, al famoso icono del monje Andrei Rublev
sobre la Trinidad, realizado alrededor de 1410 y que se convertiría
en el estandarte de la ortodoxia artística a partir del Concilio de
1551. Otra de las obras que destaca es el icono de la Virgen de san
Vladimir.
Byron acudió a este
viaje muy influenciado por la lectura de La decadencia de
Occidente, el ensayo de Oswald Spengler. La contemplación del
comunismo en su momento de máximo esplendor teórico y retórico le
lleva a compartir las tesis de Spengler sobre el cambio de ciclo que
se avecina y cómo los valores de la cultura occidental, tan
admirados por el autor, están en peligro de desaparición por el
terremoto de las nuevas ideas sociales, económicas y políticas que
también amenazan con imponer una revolución artística.
Rusia
Robert Byron
Confluencias. Almería
(2013)
230 págs. 20
€.
T.o.:
First Rusia, then Tibet.
Traducción: José
Jesús Fornieles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario