Diez años después de publicar Al
morir don Quijote, la imaginativa y conseguida continuación de la obra de
Cervantes, regresa el escritor Andrés Trapiello (1953), cervantista convencido,
a la historia de los personajes más cercanos a don Quijote. Vuelven a aparecer
la ama Quiteria, la sobrina Antonia, el Bachiller Sansón Carrasco y, sobre
todo, Sancho Panza, cada vez más quijotizado.
Esta nueva
novela enlaza con el argumento de Al morir don Quijote. La situación en
la aldea es complicada para todos; el bachiller Sansón, enemistado con su
familia, se ha casado con la sobrina de don Quijote, Antonia, ahora más madura
tras una fase de veleidades amorosas que pusieron en serio peligro su fama; la
ama Quiteria, amargada, echa continuamente de menos a don Quijote; y Sancho,
cabizbajo y deprimido por la ausencia de su amo, se siente como encerrado en el
pueblo, ansioso de nuevas aventuras. Todos tienen ya conocimiento de los libros
que circulan con las aventuras protagonizadas por don Quijote, y viven bajo la
sospecha de que todo lo que les sucede acabará apareciendo en un futuro libro.
En este sentido, el autor juega continuamente con la ficción y la literatura,
con los libros y la vida, pues Sancho y compañía se encuentran con otros
personajes de El Quijote, quienes también han leído sus aventuras
descritas en los libros anteriores. El autor no solo incluye referencias a la
primera y segunda parte, las escritas por Cervantes, sino que también circula
ya un tercer libro en el que se retratan los sucesos acaecidos tras la muerte
de don Quijote, el volumen escrito por Trapiello.
Hartos de los
problemas que tienen en la aldea, asediados por un escribano sin escrúpulos que
quiere hacerse a toda costa con la hacienda de don Quijote, deciden cambiar de
aires y emprender rumbo a las Indias. Todos, menos Sancho, están decididos a
rehacer allí sus vidas. Sancho no mira con buenos ojos un viaje tan arriesgado,
sin su familia y con la fama negativa que también tenía viajar a las Indias,
“refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados,
salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores, añagaza de
las mujeres libres y, en fin, engaño común de muchos y remedio particular de
pocos”. Pero Sancho sabe que su destino está irremediablemente unido al de
Sansón y los familiares de don Quijote.
Toda la
primera parte cuenta las numerosas dificultades que padecen durante el camino y
en la ciudad de Sevilla hasta que consiguen embarcarse. Algunos sucesos que
viven tienen el eco de lo que cuenta Cervantes sobre el patio de Monipodio en Rinconete
y Cortadillo. El abigarrado y multicultural ambiente sevillano está muy
bien descrito: hay autos de fe de la Inquisición, la descripción del puerto y de
la cárcel, peleas, asaltos, visitas a academias... hasta visitan un corral de
comedias donde, curiosamente, los actores representan algunas de las aventuras
de don Quijote.
Y por fin
viajan a las Indias. Durante la travesía, viven encuentros curiosos, como el
que tienen con el esperpéntico Gran Lesmes o con un refinado y culto pirata
inglés, buen conocedor de las obras de Cervantes. Ya en las Indias tienen un
accidentado viaje hasta que llegan a la ciudad de Arequipa, donde vive un tío
de Sansón Carrasco, bien instalado y con muchas riquezas. Allí intentan rehacer
sus vidas.
“Señor capitán
–cuenta el bachiller Sansón al pirata inglés- vienen sucediéndonos tales cosas
que os asombraría saberlas, de no saber que todo lo que se roza con don Quijote
parece cosas, en verdad, de encantamiento”. Y es que, como dice más adelante el
propio Sansón, “el haber conocido a nuestro buen amigo don Quijote nos ha
mudado a todos, que esto tienen las vidas y las obras de los hombres
esclarecidos”. La huella de don Quijote en cada uno de estos personajes es muy
fuerte y marca sus vidas, y todos le recuerdan constantemente, bien porque han
asimilado los valores idealistas de don Quijote, como les sucede a Sansón y
Sancho, bien porque se encuentran con personajes que proceden de las historias
narradas por Cervantes, bien porque muchos han leído las aventuras del Caballero
de la Triste Figura. Y es que para Sansón, enamorado de los libros de
Cervantes, lo que allí se cuenta “es historia que los niños manosean, los mozos
leen, los hombres entienden y los viejos celebran”.
Como en Al
morir don Quijote, Trapiello recrea no sólo el estilo literario de
Cervantes, lo que ya de por sí tiene mucho mérito; lo más importante es que
reproduce el espíritu cervantino sin que suene a impostado. Sancho, y este es
uno de los grandes aciertos del libro, es el mismo que viajaba con don Quijote,
ahora con más experiencia de la vida después de haber asimilado aquellas
experiencias y, también, de haber leído las historias que circulan en boca de
todos. El bachiller Sansón se siente deudor del espíritu libre de don Quijote y
de sus ansias de cambiar el mundo; la sobrina y el ama reconocen que a pesar de
los disgustos que les dio en vida, su amo y tío dotaron a sus vidas de fama y
popularidad.
La novela es
cervantina en su estilo, ambientación, descripciones, personajes y desarrollo
argumental, con la inclusión de deliberadas y enrevesadas historias bizantinas,
como sucede en El Quijote, repletas de casualidades insospechadas, como
el encuentro de Sancho y el bachiller con el padre de Antonia en la cárcel de
Sevilla. Los retratos de personajes que realiza Trapiello son herederos de la
pluma cervantina, como el que hace de Fruncida, la ama de llaves del escribano
De Mal: era “una mujer de cortísima estatura, rostro de garduña y aspecto
ceniciento a quien las ropas negras daban un aire religioso, místico y
tumefacto”. También hay irónicas alusiones al realismo mágico americano y
muchas referencias metaliterarias que tienen que ver, aunque no solo, con el
Siglo de Oro español. Y discursos muy emotivos y sobresalientes, como la carta
de Sancho a su mujer Teresa cuando decide irse con el bachiller Sansón a
Sevilla o la magnífica despedida de Sancho de su rucio poco antes de zarpar de
Sevilla o las palabras de Sansón referidas a la fidelidad de Sancho Panza: “A
lealtad nadie te fue a la mano ni consentiste que nadie te tocara un pelo de la
barba”, porque “tú has sido la verdadera obra de don Quijote, en punto a
libertad”.
Las numerosas
intervenciones de Sancho (de lo mejor en esta novela, como sucedía también en
la Segunda Parte de El Quijote) derrochan ingenio, sabiduría popular,
llaneza, profundidad y sentido común y, además, muestran que los valores que
movieron a don Quijote a “ayudar a los menesterosos, libertar a los sujetos y
sujetar a los soberbios, amparar a las viudas y huérfanos y enderezar entuertos
y embrollos” siguen vivos en estos personajes. Trapiello vuelve a realizar un
grandísimo homenaje a Cervantes demostrando que el mundo que creó y sus valores
siguen alimentando la vida y la literatura muchos siglos después.
El final de Sancho Panza y
otras suertes
Andrés Trapiello
Destino. Barcelona (2014)
432 págs. 19,50 €.
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