“No
tengo ningún problema con la lectura. Tengo un problema con los libros”,
escribe en este ensayo sobre su relación con la lectura y la literatura Agnès
Desarthe (París, 1966), escritora y traductora francesa. El libro,
autobiográfico, es la narración de un largo proceso hasta que la autora
descubrió el valor de la lectura para entender sus raíces y las claves de su
vida. Desde pequeña, como cuenta en este breve texto memorialístico, tuvo un
especial contacto con las palabras. Le gustaba su música y la poesía, pero no
acababa de disfrutar con las narraciones, ni siquiera las más infantiles. “Me
resisto al contenido –escribe-. No tolero más que la forma”.
Sus
padres, personas cultas, judíos franceses que proceden del Líbano y Rusia,
intentan aproximar a ella y a su hermano a la literatura infantil. Pero aunque
Agnès es una lectora inteligente y voraz, sigue sin descubrir, ni siquiera con
la lectura de los clásicos franceses que les recomiendan, el profundo y
personal valor de la lectura. Su padre abre una puerta a este proceso cuando le
recomienda que lea novela negra norteamericana, una eficaz cura de desintoxicación
de la literatura francesa clásica. El primer impacto fuerte de la trascendencia
de la lectura lo tiene con los libros de Marguerite Duras, a la que devora con
sombro. Luego vendrá la fascinación por Albert Camus, William Faulkner y los
autores rusos, de manera especial Dostoievski. Como cuenta en este ensayo que
se lee como un diario personal, sigue sin conectar con Madame Bovary y
le agobia la lectura de Proust.
El
definitivo impacto, que provocó su inmersión definitiva en la lectura, fueron
los libros del escritor Isaac Bashevis Singer. “A partir del descubrimiento de
Singer, puedo leerlo todo”. La lectura de sus narraciones judías supuso para la
autora francesa la inmersión “en el mundo arcaico que me había precedido
inmediatamente”. Desde entonces, la autora no sólo es una lectora voraz sino
que ha canalizado sus inquietudes literarias también a través de la escritura y
la traducción, como cuenta especialmente en el último tercio del libro.
Todo
este proceso va acompañado de referencias a sus padres, a los colegios que
recorre, a su vida en el instituto y la universidad, sus primeros trabajos, su
dedicación a la traducción. Su tono femenino, elegante, sincero e íntimo
permiten adentrarse en el mundo interior de la autora. No se trata de un ensayo
sesudo, ni de unas reflexiones académicas sobre el proceso de leer, escribir y
traducir. La autora, a partir de sus leves impresiones personales, analiza esta
relación y la atracción que siente. Su libro comparte su travesía personal,
amarga al comienzo y luego enigmática, desde la infancia hasta el momento
actual. Y estos recuerdos son también un sentido homenaje a la fuerza y la
pasión de la literatura.
Cómo aprendí a leer
Agnès Desarthe
Periférica. Cáceres (2014)
168 págs. 16,50 €.
T.o.: Comment j’ai
appris à lire.
Traducción: Laura Salas Rodríguez.
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