Este libro comienza en el sur de Francia. Pla dedica
unos cuantos capítulos a diferentes ciudades y zonas francesas, como Bretaña,
“tierra triste, gris y callada, o la ciudad de Lyon, sumergida en el silencio
nocturno, “espeso y provinciano”. La llegada a Inglaterra le provoca un sorpresivo
entusiasmo. En Londres, escribe que “el placer de descubrir una ciudad enorme y
desconocida, sin guías ni libros, dejando sólo flotar el espíritu en lecturas
anteriores, es una de las cosas más agradables que se pueden hacer en la vida”.
A Londres dedica no pocos capítulos. Escribe sobre algunos de sus barrios
(Soho, Fleet Street), sobre las tabernas, sobre localidades cercanas como
Oxford. Como en el resto de los lugares que recorre, entre sus observaciones
preferidas destaca la gastronomía, llena siempre de valoraciones muy concretas
que conectan la calidad de la cocina con el carácter de sus habitantes. En el
caso de Inglaterra, no se muestra muy satisfecho: “La cocina inglesa es sana,
tiene calorías, no contiene ninguna filigrana decorativa equívoca. Pero yo,
francamente, preferiría que fuese más divertida y más tentadora”.
Después de Inglaterra, regresa al
contienen y recorre Bélgica, Holanda (le sorprende positivamente la manera de
ser de los holandeses), Alemania… Luego, los países nórdicos: Dinamarca,
Noruega, Suecia, donde concluye su periplo. Le fascina la naturaleza gris y
metálica de estos países, “lacrimosa y melodramática, oscurecida por la
sinfonía de los vientos y de la mar, muerta bajo el cielo de plomo, desierta,”;
este paisaje “forma como un fondo adecuado para desarrollar el ansia nebulosa
de perfectibilidad y de protesta de estos seres naturales, para presidir sus
preocupaciones, su casuística moral complicada”.
Como decíamos, no describe el clima
político y se entretiene en analizar la actualidad. Su mirada va mucho más
allá, a lo más permanente, a la fusión entre paisaje y carácter. Fiel a su
máxima estilística –“escribir sobre las cosas que he visto”, estas crónicas son
un prodigio de minuciosa observación. Su estilo es sencillo, claro, atento al
detalle revelador (de ahí la importancia de los adjetivos en su prosa). La
mirada de Pla es siempre subjetiva y literaria, no periodística (por lo menos,
en esta ocasión). Gracias a su cuidado y elaborado estilo, el libro sigue
siendo muy actual. Por un lado, podemos disfrutar de la prosa dúctil de Pla,
una de las mejores de la literatura catalana y castellana del siglo XX; por
otro, sus agudas y meditadas observaciones ayudan a comprender mejor la
idiosincrasia de los lugares que visita, que retrata siempre huyendo de los
tópicos literarios y turísticos.
Cartas
de lejos
Josep Pla
Austral. Barcelona (2015)
288 págs. 7,95 €.
T.o.: Cartas
de lluny.
Traducción: Josep Daurella.
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