Considerado
uno de los escritores alemanes actuales con más proyección, David Wagner estudió
Literatura Comparada e Historia del Arte en Bonn, Berlín y París y es autor de
unas cuantas novelas, ensayos, relatos y también poemas. En este libro, desde
una perspectiva muy literaria, se aproxima al tema de la paternidad.
El
narrador tiene una niña muy pequeña, de pocos años. Asiste atónico y perplejo a
las primeras reacciones de una hija que comienza ir al colegio. A través de
escenas muy breves, que no llegan a una página, el autor anota las sensaciones
de su hija, sus comentarios, sus observaciones y cómo empieza a concretarse y
fortalecerse una íntima relación entre los dos. El contenido de estas breves
escenas es muy variado: canciones, comidas, juegos, comentarios, gestos,
sueños, paseos… El narrador es consciente de que su vida ha cambiado
radicalmente desde que tiene una hija. Ahora “soy el guardaespaldas, vigilo,
estoy siempre ahí. La sujeto, la cojo de la mano, llevo sus cosas. Soy su
guardaespaldas, vigilo”. El padre está siempre a su lado, pero sabe que ya no
es él quien impone las normas y los ritmos: “Jugamos al pillapilla, pero no la
puedo pilla. Jugamos al escondite, pero no la puedo encontrar. Jugamos al
cocodrilo, pero no puedo morder. Jugamos al mono y tengo que chillar. La niña
pone las normas, las restricciones y la excepción”. Ahora toca cantar
“canciones que llevo años, decenas de años sin oír, sin cantar, y que ahora
oigo todos los días”. La paternidad le ha transformado hasta en los actos
externos y en el orden de la vida diaria: “desde que tengo una hija, separo la
basura, llevo todas las pilas al contenedor de recogida y sólo compro
detergente suave, ecológico y sin fosfatos”.
A
la vez, este libro es un análisis literario de la relación del narrador con su
padre. La mayoría de las acciones que hace con su hija le recuerdan las que hacía
él con el suyo. “Y entonces me tumbo en la cama y de repente mi propia infancia
se tumba en el edredón de plumas, yo, tal como fui, vuelvo a estar ahí”.
Nostalgia y melancolía del tiempo pasado, de la infancia, y también ajuste de
cuentas, nada traumático, con la paternidad, con el papel de su padre, con la
relación que tuvo con él, primero de dependencia absoluta y, luego, poco a
poco, de ansiada distancia e independencia. Hasta que la figura del padre se
vuelve borrosa y nada idealista. Y con el estreno de la paternidad, la
aparición de su hija, todo vuelve a cambiar y a transformarse. Por un lado,
“desde que la niña está, desde que soy padre, ya no me intereso tanto por mis
padres. La historia con mis padres ya no es la historia más importante del
mundo”. Pero, por otro, la relación con su hija le lleva a reflexionar y dar
otro sentido a su pasado, su vida anterior, sus sensaciones de cuando era un
niño.
No
se trata ni de un libro de memorias ni de un ensayo sobre el poder transformador
de la paternidad. El libro está concebido como un juego literario, una sucesión
de instantáneas breves, fugaces, mínimas, domésticas, insignificantes con las
que el autor elabora un entretenido y poético puzzle sobre los misterios de la
infancia.
Cosas de niños
David
Wagner
Errata
Naturae. Madrid (2015)
160
págs. 15,50 €.
T.o.:
Spricht das Kind.
Traducción:
Esther Cruz Santaella.
Muy bonita la forma de ver la paternidad....
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