Exhaustiva investigación sobre el asedio
que padeció la ciudad de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, escrito
por Brian Moynahan, director para Europa del Sunday Times y corresponsal en Rusia, tema de algunos de sus
libros, como The Claws of the Bear,
una historia del Ejército Rojo, y The
Russian Century.
El hilo
conductor de este libro es el estreno el 9 de agosto de 1942 en Leningrado de
la composición del músico Dmitri Dmítrievich Shostakóvich la “Séptima Sinfonía”,
también conocida como Sinfonía Leningrado.
Antes, había sido estrenada en Moscú, a finales del mes de marzo, y se
interpretó con un espectacular éxito en Nueva York y otras ciudades americanas
y en Londres.
Pero
hasta llegar al estreno, con el que concluye el libro, el autor describe muy
minuciosamente la vida en Leningrado a partir de los años 30. Comienza con las
trágicas consecuencias que tuvo el asesinato en 1934 de Serguei Kírov, el
todopoderoso jefe del Partido Comunista en la ciudad, suceso que dio origen a
una convulsa cadena de persecuciones, detenciones y purgas que se iniciaron en
Leningrado y se extendieron por todo el país. Los culpables y las causas de este
asesinato no están del todo claras, pues incluso se piensa que Stalin pudo
estar detrás para eliminar a uno de los líderes comunistas que podían hacerle
sombra. Stalin aprovechó la posterior represión para hacer una meticulosa limpieza
a gran escala de sospechosos con el régimen que acabó con las ejecuciones o
traslados a los campos de concentración de miles de militares, políticos,
intelectuales y personas corrientes. Para el autor, “Stalin sentía un odio
especial” por Leningrado, sobre todo por los vínculos que había mantenido con
Trotski. Por ello, “sufrió más purgas que ninguna otra ciudad”. La represión y
la actividad de la policía secreta continuó muy activa incluso durante el
asedio de la ciudad.
El
libro está dedicado precisamente a este asedio. Describe el autor la vida
cotidiana en Leningrado desde que en el mes de julio de 1941, cuando
Shostakóvich empieza a componer la Séptima Sinfonía, los alemanes estrecharon
el cerco a la ciudad, hasta el estreno de la sinfonía en el mes de agosto de
1942, preludio de la ruptura del asedio y el avance de las tropas rusas. Para
ello, el autor acude a fuentes alemanas y rusas, y no solo militares, pues el
libro está plagado –y este es uno de sus grandes aciertos- de minúsculas
historias con nombre y apellidos que proceden de los diarios personales de los
anónimos protagonistas, de informes policiales
y de cartas y de historias que el autor ha conseguido rescatar.
Especialmente
se cuenta la vida de Dmitri Shostakóvich en aquellos duros y largos meses. En
octubre de 1941 fue evacuado a la ciudad de Kúibyshev, a orillas del Volga,
donde concluyó la Sinfonía Leningrado.
Asistió a su estreno en Moscú y luego contribuyó a difundirla por otras
ciudades rusas y extranjeras (Nueva York, Londres…). A la vez, el libro cuenta
la actividad musical que se mantuvo en Leningrado durante el asedio, en unas
circunstancias dramáticas, pues los músicos que no fueron evacuados padecieron
como el resto de los habitantes el frío, el hambre y las enfermedades que
asolaron la ciudad y que acabaron con la vida de cientos de miles de
personas. Sólo en el invierno del 41 al
42, la mitad de los miembros de la Orquesta de la Radio (la que interpretó la Sinfonía Leningrado, pues la Orquesta
Filarmónica de la ciudad había sido evacuada) perdieron la vida.
Moynahan
cuenta las peripecias de muchos de estos músicos durante la guerra, quienes
tuvieron que enfrentarse no solo al hambre y a temperaturas extremas sino
también a las persecuciones del NKVD, la policía secreta comunista. Durante el
asedio fueron detenidos algunos familiares y amigos de Shostakóvich, quien
también tuvo problemas con motivo de su música, que había sido tachada por los
órganos del régimen de “formalista” y contraria a los intereses de la
revolución.
Mes
a mes se relata el desarrollo del asedio, las acciones de los alemanes, la
respuesta del Ejército Rojo. Y todo ello en un contexto de guerra y propaganda.
La situación real de lo que estaba pasando en Leningrado era desconocida fuera
de la ciudad, pues no se informaba de las miles y miles de muertes provocadas
por el hambre y solo aparecían en los medios de comunicación tergiversadas
cuestiones militares y los sacrificios épicos, convenientemente coloreados, que
estaba llevando a cabo el pueblo de Leningrado. La Séptima Sinfonía fue vista también como una excelente oportunidad
para que el régimen comunista fuera visto de otra manera en algunos países
occidentales, como así sucedió. Escribe el autor que la Sinfonía Leningrado consiguió la “redención moral para Stalin y el
régimen soviético”. Para el autor, “la música tuvo un éxito absoluto. Ocultó
los campos de concentración y las salas de interrogatorios. Ahora los
soviéticos no sólo eran civilizados y cultos: también eran defensores de la
libertad”.
También
tuvo una espectacular acogida en todo el mundo, más por sus valores afectivos y
el contexto bélico en el que se compuso y se interpretó que por sus valores
musicales, rebajados en la crítica musical que se hizo de ella. Sin embargo,
para Stalin cumplió a la perfección los objetivos propagandísticos de lavado de
imagen del régimen, además de ser un revulsivo emotivo para que la ciudad de
Leningrado siguiese soportando los rigores de un brutal asedio que comenzaba a
perder fuerza.
Leningrado. Asedio y sinfonía
Bryan
Moynahan
Galaxia
Gutenberg. Barcelona (2015)
540
págs. 24,90 €.
T.o.:
Leningrad. Siege and Symphony.
Traducción:
Alejandro Pradera Sánchez.
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