Nacido en 1901 en Chalamera de
Cinca (Huesca), Ramón J. Sender vivió como soldado en el Rif, en 1923, la
experiencia de la guerra de Marruecos, sucesos que más tarde aparecerían
ficcionados en su novela Imán, de
1930. Luego, se trasladó a Madrid para ejercer como periodista, muy beligerante
políticamente en sus inicios tanto en el contenido como en las formas. Durante
la dictadura de Primo de Rivera pasó unos meses en la cárcel por la virulencia
de sus artículos, que empezó a publicar en El Sol y que, más tarde, con
su progresiva radicalización política, aparecieron en La Libertad y en Solidaridad
Obrera.
Sender estuvo
vinculado al anarquismo, que abandonó para ingresar en el Partido Comunista.
Durante la Guerra Civil española, en la que mataron a su mujer y a un hermano,
combatió al lado de Enrique Líster y fue miembro del Alto Estado Mayor del
Ejército Republicano. En la Guerra, se distanció de los comunistas, lo que le
provocó algún problema en su posterior exilio, primero en México hasta 1942 y
luego en Estados Unidos, donde fue profesor en diferentes universidades. A
partir de la década de los sesenta, comenzó a viajar a España periódicamente.
Incluso en 1969 obtuvo el Premio Planeta con su novela En la vida de Ignacio
Morel. Murió en San Diego (EEUU), en 1982.
Sender fue un
prolífico escritor que escribió obras de todo tipo: políticas, sociales,
alegóricas de intenciones satíricas, filosóficas, poéticas, obras históricas,
autobiográficas, libros de relatos y narraciones misceláneas. Sus libros más
populares han sido la serie La crónica del alba (nueve novelas que
empieza a publicar en 1942), La tesis de Nancy (1962) –y sus posteriores
secuelas-, Réquiem por un campesino
español (1960), La aventura
equinoccial de Lope de Aguirre (1964,), ambientada en la conquista de
América, y El bandido adolescente (1965), sobre la vida de Billy el
Niño. En buena parte de su producción existe la inquietud sobre el presente y
el futuro del hombre concreto en su devenir histórico, social y existencial.
Durante
los años veinte y treinta compaginó su actividad periodística con la
literatura, siempre con una marcada finalidad política. Seguidor en la manera
de novelar de Galdós y Baroja, Sender incluye en las novelas que escribió en
esos años un fuerte mensaje político, como se puede apreciar en Imán y después en Mr. Witt en el
Cantón (1935, Premio Nacional de Literatura). Fruto de su actividad periódística
es este libro, Viaje a la aldea del
crimen, que Sender publicó en 1934 y en el que juntó y amplió con más
información las crónicas que había escrito en enero de 1933 para el periódico La Libertad sobre los hechos acaecidos
en Casas Viejas, una pedanía de Medina Sidonia (Cádiz) de apenas dos mil
habitantes.
Ante la
magnitud y gravedad de los acontecimientos, pocos días después de los sucesos,
Sender se trasladó a Casas Viejas para reconstruir en sucesivas crónicas
periodísticas lo que allí había pasado, la trágica muerte de unos veinte
campesinos que se habían levantado en armas contra el gobierno de la República
para proclamar el comunismo libertario. El día 10 de enero de 1933, pensando
que formaban parte de una revolución de carácter nacional, un grupo de
campesinos asaltó el Cuartel de la Guardia Civil provocando varios heridos. El
Gobierno de la República reaccionó rápidamente enviando a Casas Viejas varias
docenas de guardias civiles y guardias de asalto que provocaron una masacre en
el pueblo.
Sender
cuenta todos estos sucesos sirviéndose de entrevistas a algunos de los
supervivientes, a los vecinos y familiares. Llegó a Casas Viejas muy pocos días
después y escribió las crónicas de manera acelerada, explicando los pormenores
de la matanza. Tuvieron tanto éxito que un año después decidió publicarlas en
un libro, añadiendo datos e informaciones que tomó de las declaraciones en los
juzgados de las personas implicadas y en la comisión parlamentaria que se creó
para analizar estos hechos. El resultado es un ejercicio periodístico que
utiliza las técnicas literarias y que está en la línea del “nuevo periodismo”
que por esas fechas cultivaron otros periodistas de renombre como Gaziel, Josep
Pla, Manuel Chaves Nogales y, años después, Augusto Assía, todos ellos muy
leídos hoy día grancias a recientes ediciones de sus obras.
Sender
narra lo sucedido en directo, con técnicas literarias que aportan más realidad,
aunque en ocasiones se le vaya la mano. El libro tiene, además, una intencionalidad política, lo que condiciona, y
mucho, las valoraciones que hace el autor en las crónicas y hasta la objetividad
de lo narrado. Sender se muestra muy cercano a las reivindicaciones de los
campesinos y achaca la culpabilidad de lo sucedido al Gobierno de la República,
presidido por Manuel Azaña, y a su ministro de Gobernación, Casares Quiroga. Todo
el libro es una acalorada denuncia política y social de una República que
estaba provocando desencantos y desencuentros. En el libro sobresale la descripción
que hace del campo andaluz, sumergido en la miseria y en la pobreza, víctima de
unas desigualdades sociales que están enquistadas en la sociedad andaluza.
También
se extiende la denuncia a la actitud de los cuerpos de seguridad, que sembraron
gratuitamente de muerte y violencia la pedanía de Casas Viejas, asesinado sin
contemplaciones a algunos de los campesinos y provocando una masacre en la casa
de Seisdedos, el carbonero que fue señalado como el líder de la revuelta.
Aunque
posteriores investigaciones históricas desmienten algunos detalles de calado en
la manera de presentar estos hechos, Sender cargó la mano contra Azaña y la
Segunda República con acusaciones políticas sin paliativos. Estos hechos y el
revuelo mediático que provocaron, alimentado por estas crónicas, dieron lugar a una
auténtica tormenta política que puso contra las cuerdas al gobierno de Azaña.
Viaje a la aldea del crimen
Ramón J. Sender
Libros del Asteroide.
Barcelona (2016)
212 págs. 16,95 €. (papel). 9,99
€. (digital).
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