Yordán Radíchov
(1929-2004) fue el escritor búlgaro más destacado de la segunda mitad del siglo
XX. Dramaturgo, periodista y novelista, fue también un importante autor de
literatura infantil: con su obra Pequeñas
historias de ranas obtuvo el prestigioso Premio Hans Christian Andersen. Abecedario de pólvora es su primera obra
que se traduce al castellano. Ligado al Partido Comunista durante su juventud,
poco a poco se fue desmarcando de sus férreos valores estéticos cuando se
dedicó intensamente a la literatura. De hecho sus libros, como Abecedario de pólvora, no encajan en la
estética socialista.
Radíchkov
nació en el pueblo de Kalimánitsa, en la comarca de Berkóvitsa, al norte de los
montes de los Balcanes y no lejos de las llanuras que se extienden alrededor
del Danubio. Siempre estuvo muy vinculado a su tierra natal, donde se ambientan
la mayoría de los relatos que componen este libro. No se trata de relatos
independientes sino que todos juntos, de manera coral, muestran la vida en esta
aldea con historias que se vuelven a contar según las diferentes perspectivas
de los protagonistas, que participan de un mismo mundo rural en el que tienen
gran peso el costumbrismo, los relatos orales y el folklore tradicional.
Radíchkov describe este mundo con un gran humanismo, elevando así el localismo
más terruñero a la categoría de símbolo universal. Y es que en las peripecias
de los labriegos y artesanos de este libro reconocemos las de tantos otros que
forman parte de la cultura europea y española.
La
mayoría de los relatos contienen referencias a la Primera y la Segunda Guerra
Mundial. Se habla, de pasada, de la invasión alemana y de la actividad de los
partisanos, que provoca algunos problemas en la aldeas y la implacable
intervención del poder. Estos temas, realistas y costumbristas, los podía haber
utilizado el autor, siguiendo las pautas del realismo socialista, para realzar
idílicamente la actitud épica y heroica de sus habitantes. Sin embargo, este
autor búlgaro opta por la naturalidad y la sencillez, que se traslada también
al estilo. Como novedad, y como recurso para distorsionar levemente el costumbrismo
tradicional, Radíchkov introduce algunos pasajes fantásticos perfectamente
integrados en la veta realista de sus relatos. Muchos reconocen en ellos la
influencia del realismo mágico de García Márquez, aunque pienso que no hay que
exagerar.
Radíchkov
sabe describir las grandezas y la miseria de la vida campesina, repleta de
intensas relaciones humanas. Hay muchos toques nostálgicos, sobre todo cuando
los protagonistas son niños o animales. No presenta una imagen placentera, sino
que, sin retórica, habla de la palpable realidad: las dificultades del trabajo
en el campo y con los animales, la pobreza, las consecuencias del mal tiempo…,
a los que hay que sumar los problemas que provoca la proximidad de la guerra y
la actuación de los partisanos. Lo mejor son los personajes, que pasan de uno a
otro relato, todos ellos llenos de verosimilitud y de humanidad, como el tío
Floro, Lázaro, Dos cigüeñas, Moloiko, el pedrero Leko Aléksov, el panadero
Ángel Kólov, los gitanos, los gendarmes… Todos ellos dan forma a una épica de
lo cotidiano perfectamente ensamblada en el paisaje búlgaro, que el autor
describe con mucha expresividad.
Radíchkov
trabajó como periodista en su juventud recorriendo diferentes localidades
búlgaras. Él mismo ha dicho que esa experiencia periodística le sirvió para
conocer de manera directa la realidad. Sus relatos se inspiran en esa máxima,
la realidad, alejada de idealismos ideológicos, a la que hay que sumar la
nostalgia de su pasado rural, sus amor por las gentes sencillas y prosaicas, y
su respeto a las costumbres y tradiciones de su país. Sus libros más
importantes son Humor Feroz (1965), Acuario (1967), Barba de chivo (1967) y Abecedario
de pólvora (1969). Ha sido traducido a más de treinta idiomas.
Abecedario de pólvora
Yordán
Radíchkov
Automática.
Madrid (2015)
248
págs. 18 €.
T.o.:
Baruten Bukvar.
Traducción:
Viktoria Leftérova y Enrique Gil-Delgado.
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