La publicación en 1884 de una antología de los diarios de Henri-Frédéric Amiel (1821-1881) supuso una auténtica revolución en el género diarístico. Hasta esa fecha, aunque existían diarios verdaderamente íntimos y literarios, como el de, por ejemplo, Samuel Pepys, la mayoría de los que frecuentaban el género lo hacían con la intención de llevar una contabilidad personal de los hechos de cada día, con sus variaciones y sus secretos. A partir de Amiel, el diario íntimo se convirtió en un género literario más, que ha evolucionado a lo largo del siglo XX y XXI y que se ha convertido, como lo califica el escritor Andrés Trapiello, autor de una larga serie de diarios, en “el género propio de la Modernidad”.
El punto de partida del diario moderno es este diario, del que se ofrece la edición completa en una traducción de Clara Campoamor. Además, viene acompañada de una magnífica introducción a cargo de Bernard Bouvier que sitúa perfectamente el diario en el momento histórico en el que apareció, señalando sus importantes novedades, cómo se llevó a cabo la primera edición (póstuma) y su generosa recepción en toda Europa.
Como escribe Clara Campoamor en el prólogo, este diario es la “exposición acabada, dolorosa y cruel de las más íntimas inquietudes que pueden desgarrar a un ser que mide con exactitud la contradicción entre el valor de los anhelos y el peso de sus incapacidades”. Amiel se disecciona constantemente a sí mismo desde sus años de estudiante en Berlín hasta su muerte. Es admirable su capacidad de introspección y de síntesis, además de su perseverancia. Sólo casi al final de su vida habló abiertamente de estos diarios a sus allegados; durante décadas, fue una afición solitaria, anónima, que Amiel realizó para constatar “la eterna desproporción entre la vida soñada y la vida real”, quizá la idea de fondo que más aparece en un diario apasionante por su calidad literaria y por la capacidad del autor de analizar de manera pormenorizada sus pensamientos y su vida interior.
Amiel estudió filosofía primero en la Universidad de Heidelberg y después en la de Berlín. Tuvo como profesor y maestro al filósofo Schelling. Estudió filosofía y teología y ejerció como profesor de Estética. También ocupó una Cátedra de Filosofía Moral. Fue un gran intelectual que vivió intensamente las polémicas filosóficas de su tiempo y que buscó de manera desesperada la verdad. Publicó también una serie de ensayos sobre Erasmo, Madame de Staël y Rousseau y libros de poesía. En su pensamiento se destaca su cercanía al idealismo alemán, traspasado constantemente por un pesimismo que se tradujo en un espiritualismo vago e indeterminado.
Tuvo una gran ambición intelectual, que se aprecia en las continuas referencias a lecturas, uno de los platos fuertes de este diario. El análisis de sus inquietudes permite conocer su absorbente fisonomía intelectual y moral. Para Clara Campoamor, los diarios son un “monumento impresionante elevado a la angustia del alma humana”.
En los diarios aparece un hombre que, con palabras de Clara Campoamor, “sabe implacablemente verse vivir y verse morir día por día”. Junto con sus reflexiones de carácter existencial, muchas de ellas, hay que destacar su pasión por la naturaleza y las constantes referencias a la estética, filosofía, religión y, como hemos comentado, a sus juicios literarios. Un diario que refleja perfectamente sus inquietudes, su desazón, su constante movimiento de búsqueda intelectual y, de manera punzante, los duros juicios que emite sobre su persona y los pasos que ha dado en la vida para buscar la felicidad.
Diario íntimo
Henri-Frédéric Amiel
Renacimiento. Sevilla (2019)
792 págs. 29,90 €.
Traducción: Clara Campoamor.
No es una selección es edición completa por primera vez en español
ResponderEliminarEl punto de partida del diario moderno es este diario, del que se ofrece la edición completa en una traducción de Clara Campoamor... hace falta leer bien, estimado pizzicato.
EliminarCambié el contenido de la reseña después del oportuno comentario de pizzicato.
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