Heda Margolius Kovály
nació en Praga en 1919 en el seno de una culta y conocida familia de
judíos. Dos años después del inicio de la Segunda Guerra Mundial,
y con Checoslovaquia ya ocupada por las tropas nazis, comenzaron en
Praga las persecuciones y deportaciones de judíos. “Si todo
comienzo es duro, el comienzo de la desgracia lo es todavía más”,
escribe casi al inicio de estas memorias. Heda y su familia fueros
trasladados al gueto de Lodz, en Polonia. Allí fue testigo del
horror, de la injusticia y de la arbitrariedad. Sistemáticamente,
los judíos iban siendo aniquilados, utilizados como mano de obra de
usar y tirar en unas condiciones ya muy conocidas gracias a los
numerosos testigos que se han publicado sobre la vida en los guetos y
en los campos de concentración. Heda recorrió varios de ellos; en
uno de esos viajes, fue separada de su familia, a la que nunca
volvería a ver. Más adelante, en uno de esos traslados, consiguió
fugarse con un grupo de compañeras y en un peligroso viaje de
regreso volvieron a Praga.
Pero el recibimiento fue
demasiado frío. “Hasta ese momento –leemos- solo había tenido
que enfrentarme al sistema policial de un régimen fascista. Ahora
tenía que enfrentarme a enemigos peores: el miedo y la indiferencia
de la gente. (...) Ahora buscaba un ser humano cuya humanidad fuera
mayor que su miedo”. Y es que la sospecha se había instalado en la
población, y cualquier persona de acoger a prisioneros o judíos
estaba poniendo en serio peligro su vida. Al final, la resistencia,
muy activa en los meses finales de la guerra, se hace cargo de ella.
Cuando acaba la guerra, se reencuentra con Rudolf, su antiguo novio,
también judío, y contraen matrimonio a la vez que en Checoslovaquia
se consolida con fuerza el Partido Comunista, ayudados por el
prestigio del régimen soviético y su eficaz propaganda. A Heda no
le satisface el devenir de los acontecimientos ni los discursos ni
actitudes del Partido Comunista, pero animada por su marido,
intelectual y ferviente comunista, se afilian al Partido. Pronto
comprueba, sin embargo, cómo el comunismo desprecia la democracia y
cómo en nombre del bien común se eliminan las libertades
individuales. Heda salpica su dramático relato vital con
inteligentes reflexiones sobre la política, el comunismo y la
sociedad checa en aquellos años.
Rudolf, un trabajador
incansable y de ideas férreas y sólidas, fue nombrado Secretario de
Estado de Comercio, aunque pronto se torcieron las cosas, pues fue
detenido y condenado a muerte en un juicio en el que fueron
condenados un buen número de dirigentes del Partido. A partir de ese
momento, Heda, gravemente enferma además, fue despreciada de manera
generalizada por todos sus vecinos y amigos. “Para entonces, me
había convertido en una leprosa, alguien a quien cualquiera que
apreciase su propia vida tenía que evitar”.
El libro continua con el
relato de las adversidades que sufrió en esos años y su lucha
personal por conseguir que se anulase el juicio contra su marido y se
le declarase inocente, deseosa de recuperar así su buen nombre. Heda
acaba sus impresionantes memorias en 1968, con la descripción de la
Primavera de Praga y la represión soviética de las ansias de
libertad. Un magnífico libro que forma parte ya de esa biblioteca de
la barbarie y el horror sobre los crímenes cometidos por el nazismo
y el comunismo.
Bajo una estrella cruel
Heda Margolius KovályLibros del Asteroide. Barcelona (2013)
278 págs. 17,95 €.
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