Publica la editorial
Gadir el segundo volumen de los seis que forman la Guía de
Castilla La Vieja, último libro que publicó Dionisio Ridruejo
antes de su muerte (1912-1975). La serie se inauguró con el volumen
Segovia, publicado en 2012, cuando se conmemoró el primer
centenario de su nacimiento.
Al igual que en el libro
dedicado a la provincia de Segovia, Ridruejo sintetiza al máximo las
informaciones que tiene que transmitir, que abarcan desde la historia
al arte, pasando por la gastronomía y la geografía. Para el
periodista y escritor Abel Hernández, también soriano y autor de
varios libros dedicados a las tierras altas de Soria, entre los que
destacamos el espléndido Historias de la Alcarama, esta “guía
tiene mucho de antropológica”, además de ser “la guía más
completa y mejor escrita de la provincia castellana del alto Duero, a
pesar de contener, como es natural, algunos datos desfasados”.
Ridruejo
es natural de Burgo de Osma, monumental pueblo soriano que aparecen
estas páginas, lo miso que a otros enclaves como el Monasterio de
Santa María de Huerta, Catalañazor, Berlanga de Duero, Almazán,
Medinaceli, Ágreda y, por supuesto, Soria, la capital. Como escribe
Hernández en el prólogo, esta guía “se ocupa con sobriedad de
los distintos paisajes y de los principales monumentos”, y no sólo
de los lugares más conocidos, pues el autor recorre también lugares
cada vez más despoblados y hasta abandonados, como Aldeaseñor
(pueblo de apenas 50 habitantes a la que la directora de cine
Mercedes Álvarez, dedicó en 2005, una película-documental El
cielo gira). Para Ridruejo, “Soria es tierra de grandes
paisajes, raramente halagüeños, frecuentemente duros, dilatados e
impresionantes”.
Hablando
de sus gentes, destaca Ridruejo, domina el celtíbero originario,
modelado por la historia, la geografía “y con el pobre concurso de
esa economía”. El tipo resultante es, “por lo general, pequeño,
sarmentoso y resistente. Según los psicólogos, sus virtudes de
sobriedad, sentido práctico, agudeza de juicio y fuerza de razón
predominan con mucho sobre la imaginación y la sensibilidad. Son,
desde luego, adaptables, y por ello emigrantes bien equipados para el
éxito”.
Vuelve
a destacar la calidad de la prosa de Ridruejo, concentrada, poética,
eficaz, con la que en pocos rasgos debe describir aspectos
esenciales. Por ejemplo, define la villa de Agreda como “severa,
ancestral, algo ruinosa, gris, un poco laberíntica, agraria y muy
aislada. Pero no es triste”. O esta descripción de los campos
próximos a Soria: “De Catalañazor a Soria se tiende el
impresionante páramo de Villaciervos; paisaje magno, de plata
oxidada, como las desolladuras calcáreas de pedregal aliviadas,
matizadas por el sombreado del enebro, deprimiéndose en hondonadas,
elevándose en formas de castillo o muela, cargando a lomos de un
horizonte que pesa con las cumbres fingidas de la serranía”.
Soria
Dionisio RidruejoGadir. Madrid (2013)
192 págs. 17 €.
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