“Sufrimos el síndrome del pasado reciente. Hasta ayer, y
durante toda la juventud, la vida parecía ir mejorando progresivamente. Luego,
sin embargo, casi de repente, justo cuando llegábamos al culmen de la edad
adulta, nos ha sorprendido una clara inversión de tendencia”, escribe en este
diario-confesión Glauco Revelli, filósofo y cocinero, cuarentón, padre de una
niña pequeña, Anita. Glauco se considera representante y víctima de una
generación que ha renegado de sus mayores y que ha confiado todo en el
abundante presente. Pero las cosas han cambiado, como continúa la cita: “Lo
dado nos ha sido arrebatado. El ambiente acomodado y protegido en el que nos
criasteis se ha roto, la primacía de nuestro bienestar se ha destruido”.
La crisis actual ha cuestionado todo
un estilo de vida, optimista y progresista, asentado en los valores morales
omnipresentes del estado del bienestar. Y esas grietas permiten, sin embargo,
enjuiciar la vida y la realidad de otra manera, dando a esos valores otro
enfoque que quizás antes de la crisis
estuviese repleto de superficialidad.
Esta novela comienza cuando la mujer
de Glauco, Giulia, llorando, explota en una crisis nerviosa. La crisis anuncia
una tormenta matrimonial y, quizás, sea el anticipo de una posterior
separación. Pero Glauco quiere analizar las cosas con detenimiento, intentando
entender qué es lo que ha pasado en su matrimonio y en su vida para llegar a
esa situación.
A continuación, Glauco, y esa es la
novela, cuenta los últimos años de su vida y de su relación con Giulia.
Estudiante de filosofía, cuando acaba sus estudios decide dedicarse al oficio
de su padre, chef en un restaurante, del que se hace cargo cuando se jubila.
Antes de irse del restaurante, su padre le advierte: “Tienes que decidir si
quieres ser un artista o si quieres seguir dando de comer a la gente”.
Influenciado por los nuevos aires culinarios, Glauco elije la segunda opción y
transforma el menú, las especialidades, la estética y la decoración. Todo
parece ir bien. Sumergido en la treintena, para Glauco el amor es “un rumor
carente de cualquier clase de fundamento”, “la familia, un resto fosilizado de
eras remotas y la generación de niños, una leyenda fantástica”. Descreído,
egoísta, a su manera misógino, Glauco vive entregado al trabajo y a la
diversión.
Pero un día, viendo un anuncio
televisivo, Glauco padece una profunda crisis de identidad. Y decide ingresar
en el mundo de los sentimientos. Se enamora de Giulia (“en estos tiempos,
ninguna historia de amor se escapa del ridículo”). Se casa. Tiene una niña (“Dejamos
de ser una pareja un instante después de habernos cometido en una familia”). Y luego viene la crisis de Giulia.
Antonio Scurati (Nápoles, 1969), escritor y articulista, describe
de manera muy divertida y acertada las vicisitudes de un matrimonio primerizo, en
el que nadie encuentra fácilmente su sitio. Giulia, por ejemplo, cuando se
recobra del parto, “había invertido buena parte de sus energías recuperadas en
la obsesiva investigación intelectual de su propia condición de madre
reprimida”. En el restaurante, las cosas, además no van bien. Y lo que es más
peligroso para el matrimonio, Glauco no encaja su nueva situación sexual tras
la paternidad y recurre a una serie de infidelidades que se describen en la
novela en ocasiones de manera un tanto gruesa.
A pesar de todo, Glauco está íntimamente unido a Giulia y a
Anita, su hija, y por eso intuye que en su amor y dedicación está la clave de
la posible salvación del matrimonio.
Resulta, en primer lugar, muy
interesante la descripción de un matrimonio de personas ya maduras, bien
situadas, con buena formación, para las que la vida matrimonial supone una
drástica ruptura con la vida muelle que antes llevaban en solitario. Que las
piezas encajen no resulta fácil, pues tras el embarazo y la paternidad, el amor
y el sexo sufren una profunda transformación que afecta de lleno a los dos, a
Glauco y a Giulia.
Todo está descrito con una aguda capacidad de observación y
con unas reflexiones muy inteligentes que se extienden a otros ámbitos de la
cultura contemporánea. Por ejemplo, el autor ridiculiza la obsesión por la
gastronomía. “La filosofía, la pintura y la literatura estaban cediendo terreno
a la gastronomía”, escribe Scurati. “Donde quiera que uno posara la mirada,
pronto encontraría a alguien que cortando salami proclamaría: “¡Yo hago
cultura!”. Resulta antológica la narración que hace Scurati de una cena en un
restaurante supermoderno, donde lo importante es la variedad de fragancias y
donde “la comida había sido transformada en acontecimiento”.
También es brillante el autor cuando
recrea las clases de preparación para el parto, con el empleo de una retórica
que el autor pone en solfa, aunque esa situación, y otras muchas que le suceden
durante el embarazo de Giulia y el posterior parto, le sirven para diseccionar
algunos valores incrustados en la mentalidad actual. Pero lo más interesante de
la novela, con diferencia, con sus luces y sombras, es la visión que aporta de
la paternidad en un contexto muy actual.
El
padre infiel
Antonio Scurati
Libros del Asteroide. Barcelona (2015)
240 págs. 19,95 €. (papel) 11,99 €.
(digital).
T.o.: Il
padre infedele.
Traducción: Xavier González Rovira.
Me ha parecido una descripción brillante e irónica de nuestra sociedad actual, pena de tanto sexo.
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