El pasado mes de marzo
fallecía en prisión Ieng Sary, cofundador junto a Pol Pot de los
Jemeres Rojos. Al igual que otros líderes de esta facción comunista
que acabó con la vida de cerca de dos millones de camboyanos entre
1975 y 1979, Ieng Sary estaba siendo juzgado en Phnom Penh por el
Tribunal Internacional de Camboya, tras ser detenido en 2007 acusado
de crímenes de guerra y de lesa humanidad. Ieng Sary, como Pol Pot,
fallecido en 1988 y de quien era cuñado, también había estudiado
en París, donde se relacionó con intelectuales comunistas franceses
y formó una célula de camboyanos comunistas. A su regreso, y
mientras reinaba en el país Norodom Sihanouk, fue nombrado en 1960
miembro del Comité Central del Partido de los Trabajadores de
Camboya y con otros líderes jemeres (con la mayoría había
coincidido en París), se refugió en la selva con Pol Pot para
reorganizar de manera clandestina el Partido.
Cuando
Angkar, el Partido Comunista Camboyano, se hizo en 1975 con el poder
tras derrocar al régimen totalitario de Lon Nol, títere de los
Estados Unidos y que había asumido el poder después del golpe de
estado contra el régimen de Sihanouk, Ieng Sary fue nombrado
Ministro de Asuntos Exteriores de la República Democrática de
Kampuchea, como rebautizaron a Camboya los líderes de los Jemeres
Rojos: Pol y Pot, el Primer Ministro, y Nuon Chea, el número dos,
todavía pendiente de juicio. Hasta ahora, parece mentira, sólo hay
un líder jemer que ha sido condenado a cadena perpetua: se trata de
“Duch” Kaing Guek Eav, quien dirigió la cárcel de Tuol Sleng,
S-21, donde de una población reclusa de entre 20.000 prisioneros
apenas sobrevivieron una veintena.
Este personaje, Duch,
jefe de los servicios de seguridad de la Kampuchea Democrática, es
uno de los protagonistas de este nuevo libro sobre la paranoia
aniquiladora de los jemeres, que se suma a otro testimonio reciente
sobre aquellos sucesos, el descrito por Denise Affonço en El infierno de los jemeres rojos, publicado en Libros del Asteroide
en 2010. La eliminación es un libro que mezcla el ensayo con
la narración biográfica; en él, su autor, el cineasta camboyano
Rithy Panh (1964) revive su traumática experiencia y la de toda su
familia a partir del 17 de abril de 1975, fecha en la que los jemeres
rojos entran en Phnom Penh, la capital de Camboya, e inician la
evacuación de todos los habitantes al campo con lo que inician un
meticuloso plan de aniquilación de todos los que ellos consideraban
enemigos del pueblo. Rithy tenía solo once años y durante los
cuatro años que los jemeres rojos dominaron el país “vi cosas que
es imposible de olvidar”. Asistió a la muerte de sus hermanas y
hermanos, de sus sobrinos, de sus padres y de miles de camboyanos que
murieron de hambre, enfermedad o sencillamente fusilados a la mínima
de cambio.
Sobrevivió
en unas circunstancias calamitosas hasta que los vietnamitas entraron
en el país en 1979 y pusieron punto final a este insólito
experimento ideológico. Más tarde, Rithy pudo trasladarse a Francia
donde cursó estudios de cine. Es autor de varias películas y
documentales que tienen como hilo conductor lo sucedido en su país
en esos años. Tanto con sus películas como con este libro
testimonial, Panh intenta que lo sucedido en su país no caiga en el
olvido internacional, además de profundizar en las causas que dieron
origen a un movimiento comunista tan inhumano que, sin embargo, contó
con el reconocimiento internacional y el apoyo de no pocos
intelectuales comunistas, sobre todo franceses, que, como también
sucedió con el maoísmo, promovieron y aplaudieron la imagen
propagandística que fabricó el nuevo régimen, en la que presentaba
“un mundo ideal, igualitario, solidario e innovador”. Para Panh,
lo único que les ofrecieron “fue un infierno”, infierno que sin
embargo no fue denunciado en occidente por esos intelectuales.
Rithy Panh es el
director de las películas La gente del arrozal, Bophana,
S21, la máquina de matar de los jemeres rojos y, la última,
Duch, el maestro de las forjas del infierno, el germen de La
eliminación.
Tras la realización de
estas películas, Panh pensaba que había conseguido cumplir sus
objetivos en relación con su país y su experiencia familiar. Sin
embargo, cuando comenzó el juicio contra Duch vio que todavía
quedaban asuntos personales pendientes. Ofreció a Duch la
posibilidad de que explicara ante las cámaras “el proceso de
muerte por él organizado” en el centro de torturas S21. Duch
aceptó. El resultado de estas conversaciones está en el documental
antes mencionado y también en este libro, que alterna las memorias
adolescentes de Panh con las reflexiones que hacen Duch y el propio
autor sobre aquellos sucesos. Se trata de uno de esos libros ya
imprescindibles sobre las gravísimas consecuencias de la tentación
totalitaria, como lo son los de Solzhenitsyn, Primo Levi, Elie
Wiesel, Shalámov, Heda Margolius Kovály, entre otros.
Escrito en colaboración
con el novelista francés Christophe Bataille, La eliminación no
es un libro de denuncia, ni es un libro sobre la ideología de los
jemeres rojos, aunque en este sentido se aportan interesantísimas
reflexiones. Es una sobrecogedora indagación sobre la aceptación
del mal, sobre la radicalidad inhumana de una ideología que desde el
primer momento tuvo como prioritaria obsesión la aniquilación
absoluta y la eliminación del enemigo mediante la tortura y las
ejecuciones. Como dice Duch, “el hombre no tiene derecho a nada”.
Para conseguir estos objetivos, los líderes de los jemeres rojos,
inspirados en la Revolución Francesa y en el estalinismo y maoísmo,
implantaron un arbitrario y contundente terror que Panh, en sus
jugosas conversaciones con Duch, intenta explicar y asimilar.
La eliminación
Rithy
Panh y Christophe BatailleAnagrama. Barcelona (2013)
220 págs. 18.90 €.
T.o.: L’elimination. Traducción: Joan Rianbau.
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