Sorin Iliesiu, senador y director de cine rumano, se ha
dedicado durante años a realizar entrevistas a los supervivientes de la cárcel de
Pitesti, una de las más célebres de la dictadura comunista rumana, donde, como
sucedió en otro países del Telón de Acero, se institucionalizó la creación de
cárceles y campos de concentración especializados en la represión de los
enemigos del pueblo. En Pitesti se dio todavía un paso más en ese proceso de
deshumanización, pues emplearon unos métodos más “sofisticados” que llevaron al
propio Alexander Solzhenitsyn a calificar el “Experimento Pitesti” como “la
crueldad más terrible del mundo contemporáneo”.
Algunas de las entrevistas y el objetivo del documental que prepara
Iliesu pueden consultarse en la página web www.thegenocideofthesouls.org y
en YouTube. Su documental lleva por título “El Genocidio de las almas.
Experimento Pitesti. Reeducación a través de la tortura”. Como explican algunos
de los supervivientes, los propios presos eran obligados a torturar a sus
propios compañeros para mantener la vida. “He descubierto cosas terribles –dice
Iliesiu- de las que no se sabía nada o casi nada. No podía creer que tantas
cosas y tan horribles atrocidades fuesen posibles”.
El testimonio de Sorin Iliesu es uno
de los que ha recopilado el periodista italiano Guido Barella en este libro,
que pretende mostrar cómo fue la represión comunista en Rumanía y qué ha pasado
después de que el régimen se derrumbara tras el golpe de estado que condenó a
muerte al matrimonio Ceaucescu el 25 de diciembre de 1989. Otro de los
entrevistados es Dan Voinea, en la actualidad abogado pero que fue en aquella
fecha el fiscal militar responsable de la acusación contra el dictador Ceacescu
y su mujer. Ahora, como otros personajes que aparecen en este libro, se dedica
a investigar sobre los crímenes cometidos por el comunismo con el fin de que el
pueblo rumano no olvide su historia reciente y conozca de verdad lo que
sucedió.
También menciona este libro la historia del arzobispo Alexandru
Todea, sacerdote greco-latino que fue detenido en 1948 cuando el Partido
Comunista rumano, aliado con la Iglesia ortodoxa, declaró fuera de la legalidad
a la Iglesia greco-latina, confiscaron sus bienes y condenaron a la persecución
a sus obispos, sacerdotes y fieles. En ese momento, pertenecían a la Iglesia
greco-latina, considerada por el régimen “desleal” y “aliada de Roma”, en torno
al millón o millón y medio de fieles, 1.594 sacerdotes y 1.725 iglesias
distribuidos en cinco diócesis. En las cárceles rumanas fallecieron 7 obispos,
250 sacerdotes y un número indeterminado de laicos. Todea fue ordenado obispo
en secreto en 1950 y cuando el régimen desapareció fue nombrado arzobispo por
Juan Pablo II. Todea permaneció 16 años en prisión y 27 años de arresto
domiciliario.
Pero el gran protagonista de este libro, y su hilo
conductor, es Marius Oprea, la voz más destacada y conocida de todos los que
han luchado contra la impunidad de los crímenes cometidos por la policía
secreta del régimen, la Securitate, sobre la que el propio Oprea ha escrito
varios estudios. Arqueólogo de profesión, Oprea participó activamente durante
sus años universitarios en las protestas que acabaron con el régimen de
Ceaucescu. Posteriormente, ha dedicado su vida a dar voz a las víctimas,
recuperando cadáveres de los fallecidos en fosas comunes y en enterramientos de
las prisiones de Pitesti, Sighet, Ramnicu Sarat, Aiud, Târgu Ocna… Junto con un
reducido grupo de colaboradores que también aparecen en este libro, Oprea saca
periódicamente a la luz algunos de los crímenes de la Securitate. Tras el
derrocamiento de Ceaucescu colaboró con los siguientes gobiernos para
esclarecer estas muertes; llegó a ser incluso asesor del Primer Ministro
Tariceanu cuando en 2005 se creó el “Instituto para la investigación de los
crímenes del comunismo”, donde se emprendió de manera metódica esta labor. Sin
embargo, luego se ha suprimido este organismo.
Oprea ha sido perseguido y duramente atacado en Rumanía por
todo esto. Como él explica en este libro, “no hay una voluntad política de
investigar a fondo (…). Y no se quiere eso por un motivo muy simple: en Rumanía
hay un problema objetivo de continuidad, los padres de quienes mandan hoy son
quienes mandaban ayer”. Para Oprea, Rumanía es “un país que procesó a su
dictador pero que no quiso procesar a la dictadura”. Y el resultado son las constantes
trabas que ha encontrado para poder realizar su trabajo, aunque ha obtenido
algunos triunfos. Él, junto con otros políticos e intelectuales rumanos, es uno
de los promotores de la Declaración de Praga, un documento elaborado en una
Conferencia Internacional celebrada en 2008 sobre los crímenes del comunismo en
países excomunistas, que consiguió que en 2009 fuese refrendada por el
Parlamento Europeo.
Sin embargo, como reconoce el propio Marius Oprea y algunos
de los protagonistas de este libro, todavía queda mucho camino por recorrer
para que los crímenes cometidos en los países del Telón de Acero reciban la
misma atención y consideración que los cometidos por los nazis. Es lo mismo que
también opina el escritor inglés Martin Amis, autor de Koba, el temible, una biografía
muy crítica con los occidentales que justificaron el estalinismo, que ha sido
reeditada recientemente, y la historiadora norteamericana Anne Applebaum,
autora de uno de los libros más documentados sobre la represión comunista en la
URSS, Gulag. La tortura del silencio pretende
ser una llamada de atención sobre lo que sucedió en este caso en Rumanía,
donde, en proporción a su población, tuvo lugar el mayor número de víctimas
objeto de exterminio de los países sometidos por el comunismo.
La
tortura del silencio
Guido Barella
Rialp. Madrid (2015)
168 págs. 14 €.
T.o.: La
tortura del silenzio.
Traducción: Miguel Martín.
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