Galaxia Gutenberg publica una nueva edición de uno de los libros
capitales del escritor soviético Vasili Grossman (1905-1964), autor de Vida y destino, una de las obras
fundamentales de la literatura europea del siglo XX. Formado en el periodismo,
Grossman fue un escritor muy popular en la URSS hasta que empezó a tener
problemas con las autoridades soviéticas. Terminó de escribir Vida y destino en 1960, pero sus
intentos por publicarla fueron totalmente infructuosos. Esta novela trajo
muchos problemas a Grossman, pues fue señalado por las autoridades,
represaliado y perseguido.
Cuando tuvo la seguridad de que su obra
no iba a ser publicada nunca en la URSS, con la ayuda de unos amigos hizo lo
posible para enviarla al extranjero (donde se publicó años después, en la
década de los ochenta). Pero esta seguridad de que ya era un escritor
marginado, le dio la necesaria libertad para afrontar la redacción de esta
novela, Todo fluye, donde aparecen
sin ninguna censura todas sus opiniones políticas sobre el totalitarismo
comunista. Tampoco esta novela pudo publicarse en la URSS hasta finales de la
década de los ochenta.
La novela tiene
similitudes con Vida y destino. Su
protagonista es también un eminente científico que fue represaliado en los años
treinta, en la época de las grandes purgas. ¿Su delito?: defender la libertad
en una intervención en la universidad. “declaró que la libertad era un bien
igual a la vida misma, que la restricción de la libertad mutilaba a los hombres
igual que los golpes de hacha, que cortan dedos y orejas, y que la destrucción
de la libertad equivalía al asesinato”. Después de aquel discurso, Iván fue
expulsado de la universidad y deportado por tres años a la región de
Semilpalatinsk, aunque sucesivas condenas le obligaron a permanecer treinta
años en Siberia en diferentes campos de concentración. Como recordaba años
después, “había recorrido todos los círculos del infierno de las prisiones y
todos los campos, y no había muerto porque el fuego de la fe, que desde la
adolescencia ardía en sus entrañas, lo había protegido de los cuarenta grados
bajo cero, del intenso frío nocturno y del viento despiadado, de la distrofia y
del escorbuto”.
Años después de la muerte de Stalin en
1953, consigue la libertad y regresa a Moscú. Así comienza la novela, con el
viaje a Moscú en tren tras recuperar la libertad. La primera parte de la novela
describe el complejo proceso de adaptación del protagonista a esa vida, el
reencuentro con amigos y compañeros en Moscú y en Leningrado, la visita a los
lugares más importantes de su vida… El peso de la memoria resulta lacerante, y
más todavía la constatación de la dificultad de ubicarse en ese nuevo mundo,
donde todo le recuerda su perdida vida anterior. Los años pasados en los campos
de concentración le han dado otra visión del mundo y de las necesidades vitales
marcada por la desconfianza y el escepticismo. Iván vive como puede en esta
nueva realidad sabiendo que su vida es ya un fracaso y que, como otros tantos
miles de víctimas, deberá soportar una existencia marginal, pues le seguirán rechazando
en todos sitios y trabajos ya que su presencia es un mazazo para la conciencia de
los demás y levanta en ellos sospechosos recuerdos. Como se lamenta en una
ocasión, “es cierto, es espantoso vivir en libertad”.
Pero en la
segunda parte Grossman cambia casi completamente de registro. Desaparecen los
elementos novelescos, la evolución del argumento pasa a un plano secundario y
el libro se convierte en un ensayo, siempre con la vida de Iván como telón de
fondo. La voz del narrador se hace ahora más analítica y directa, y Grossman se
dedica a reflexionar y mostrar los males del comunismo, la extensión del terror
como sistema político, la denuncia de la ausencia de las libertades más
necesarias y la evolución histórica del comunismo hasta la obscena unión entre
los intereses del Partido y del Estado. Grossman critica a Lenin, a Stalin y a
otros grandes líderes soviéticos. Denuncia abiertamente la generalización de la
represión y la extensión de los gulag. Y la falta de libertad, aspecto que
Grossman subraya en muchos momentos en esta obra: “Antes creía –dice en una
ocasión- que la libertad era libertad de palabra, de prensa, de conciencia.
Pero la libertad se extiende a la vida de todos los hombres. La libertad es el
derecho a sembrar lo que uno quiera, a confeccionar zapatos y abrigos, a hacer
pan con el grano que uno ha sembrado, y a venderlo o no venderlo, lo que uno
quiera. Y tanto si uno es cerrajero como fundidor de acero o artista, la
libertad es el derecho a vivir como uno prefiera y no como le ordenen”.
Estamos ante una acusación al sistema
comunista sin paliativos. Y aunque es cierto que la obra en estas páginas
finales pierde fuelle e interés novelesco, no deja de sobrecoger a los lectores
el implacable tono de denuncia.
Todo fluye
Vasili Grossman
Galaxia Gutenberg.
Barcelona (2017)
280 págs. 20 €
T.o.: Vsio techiot.
Traducción: Marta Rebón.
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