Poeta, crítico literario, profesor universitario y director de la revista Clarín, José Luis García Martín (1950) es autor de un diario que lleva ya con éste, dedicado a los años 2010 y 2011, catorce entregas. Lo inició con Días de 1989 (1989) y lo publica semanalmente en las páginas del periódico La Nueva España de Oviedo. Esta inmediatez y visibilidad no han condicionado el tono de los diarios, que se centran sobre todo en la intimidad del escritor, concepto amplio que especifica el propio autor: “Mi intimidad está llena de libros, de charlas con amigos, de viajes solitarios, de melancolías y de fantasmas”.
De
todo esto hay en estos magníficos diarios, muy bien escritos y que representan
muy bien el álgido momento que está viviendo el género diarístico en la
literatura española contemporánea, con autores que han convertido el diario en
su principal seña de identidad literaria, como es el caso, por ejemplo, de
Andrés Trapiello. Son muchos los escritores que recurren al diario como el
género que canaliza sus inquietudes, anhelos y obsesiones: ahí están, también,
los de José Jiménez Lozano, José Carlos
Llop, Valentí Puig, Miguel Sánchez Ostiz, Enrique García-Máiquez, Iñaki Uriarte
y un largo etcétera de jóvenes y consagrados escritores que, ayudados por las
posibilidades de las nuevas tecnologías, han convertido el diario (encerrado en sus blogs) en el
género de la modernidad.
“Soy
todo lo que sé, todo lo que he soñado, todo lo que me ha estremecido”. La
mayoría de las entradas de los diarios de García Martín hablan con sinceridad
de sus impresiones y sentimientos, aunque a la vuelta de la esquina uno se
encuentre con entradas en las que airea un calculado cinismo. Como en libros
anteriores, aunque en esta última entrega de manera más moderada, no oculta
García Martín sus opiniones sobre algunos poetas y escritores, o sobre algunos
sucesos de la actualidad literaria. Sus comentarios suelen ser mordaces y
directos, lo que le ha creado no pocos enemigos, pero añaden al diario una nota
de cruda sinceridad que por momentos se agradece, como cuando censura las
maniobras que se esconden tras determinados premios literarios o las artimañas
propagandísticas de la literatura más comercial. Las filias y fobias de García Martín son por otra parte las habituales, si se han leído ya otros volúmenes de
sus diarios.
García
Martín incluye en el diario la persistencia de algunos sueños que, en
ocasiones, transforma en mínimos relatos de terror; otros se mezclan con la
realidad, dejando en el aire una nebulosa onírica en la que no sabemos qué es
real. Todo sale a relucir en estas entradas: sus clases en la Universidad, sus
paseos por Avilés y Oviedo, sus viajes a Roma y Grecia, amistades, reencuentros
(algunos muy emotivos, como el que tiene con un antiguo maestro, o con un
compañero de colegio, que convierte en un magnífico relato, “Un tesoro”)...
García Martín transmite en este diario un cierto hastío de su dedicación a la
crítica de poetas jóvenes y contemporáneos. También hay sitio para reflexiones
de mayor calado, como cuando escribe que “soy el ateo más religioso del mundo,
creo en todo lo que cree la gente buena”. O cuando, de manera muy delicada,
recuerda a su madre, fallecida recientemente.
El
libro incluye a modo de epílogo una conversación del autor con el crítico José
Luna Borge en la que aparecen interesantes reflexiones de García Martín sobre
el género de los diarios que proceden de su experiencia personal. Como dice la
cita inicial de Ortega y Gasset, “en estas páginas, ideas, teorías y
comentarios se presentan con el carácter de peripecias y aventuras personales
del autor”. Eso es este diario: personalismo en estado puro.
Al otro lado
José Luis García Martín
Renacimiento. Sevilla (2014)
324 págs. 18 €.
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