Cuarto volumen
que rescata Periférica de las singulares memorias de la autora, nacida en 1928
en Nueva York y fallecida en Ginebra en 1996. El primero, Una biblioteca de
verano, contaba en parte sus vivencias durante la Segunda Guerra
Mundial, cuando sus padres murieron en un viaje en barco, atacado por un
submarino alemán. Mary Ann también fue herida y pasó una larga temporada en un
hospital. Después de contar la relación con uno de sus tíos que vive en
Francia, la mansión en la que vivía y su fantástica biblioteca, el volumen
finaliza cuando conoce al que más tarde sería su marido y su posterior traslado
en 1950 a Israel. Cuando acabe el
invierno comienza años después de la muerte de su marido en la guerra en
Israel, en 1956. La autora atraviesa una larga temporada muy desorientada, con
pocas amistades y con el constante recuerdo de las tragedias familiares que han
condicionado su vida. La solución a la tristeza que la invade son continuos
viajes por todo el mundo buscando algo que dé sentido a su vida. El tercer
volumen, El librero de París y la princesa rusa, está concebido como un paréntesis, pues ni la
autora ni sus recuerdos son el centro de una narración que, como las
anteriores, es leve y muy breve. La autora, instalada en París, entabla amistad
con una princesa rusa que se exilió en París tras el triunfo de la revolución,
quien mantiene una relación con un librero parisino.
El cuarto
volumen comparte con los anteriores el mismo tono intimista. Ahora, la autora
se convierte en el centro de la narración y describe la atracción que siente
por D., una persona que, como ella, arrastra un trágico pasado a sus espaldas,
en el caso de D. ligado al holocausto y los campos de exterminio. Los dos se
encuentran en un hotel de Berna y comparten durante esos días confidencias e
historias en las que descubren que, por sus vivencias, son dos almas gemelas.
“Su voz –escribe refiriéndose a D.- era cálida, nada rotunda, más bien
titubeante. Y a la vez envolvente. En ocasiones, al pasear con él cerraba unos
segundos los ojos y me sentía lejos del país de los banqueros y los relojes:
parecía haber llegado al País de las Nieves que anhelaba de niña”.
Sin embargo,
Mary Ann Clark es especialista en contar amores imposibles, que ya no pueden ir
a ningún lado, condenada como está a cargar con su dolorido pasado envuelto en
una permanente nostalgia. La narración, breve e intensa, incluye varios relatos
literarios que D. le contó durante esos días de mucha nieve en Berna.
Como en las
anteriores entregas de este diario sentimental, Mary Ann Clark rememora su vida
con unas breves pinceladas, sin avasallar. Más que desarrollar un argumento cerrado,
se apoya en las intuiciones e insinuaciones que de alguna manera hacen mella en
su delicada alma. Por eso todo tiene un aire vaporoso y fragmentario, donde el
peso de la narración lo tienen las sensaciones y la nostalgia.
Una pasión parecida al miedo
Mary Ann Clark Bremer
Periférica. Cáceres (2014)
64 págs. 12 €.
T.o.: Notebooks
IVI.
Traducción: Hugo Bachelli.
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