Estas memorias de Ferran Planes (1914-1985), joven catalán que participó como teniente en el ejército de la II República durante la Guerra Civil, se publicaron por vez primera en 1968, después de que la censura franquista le obligase a modificar y suprimir algunos pasajes para que pudiese publicarse. El libro, publicado en catalán, tuvo una excelente acogida, aunque, por su estilo desmitificador, provocó cierta polémica al cuestionar irónicamente algunas visiones de la Guerra y del exilio que habían ya cristalizado en la opinión pública catalana. Hasta 2010 no volvió a reeditarse en catalán.
Se trata de un
testimonio más de los muchos que ya existen sobre aquellos sucesos.
El autor emprende un relato alternativo al habitual. En vez de seguir
el hilo cronológico de los acontecimientos, lo hace al revés.
Primero cuenta su vida y penalidades como exiliado en Francia –estuvo
una temporada en el campo de prisioneros de Saint-Cyprien- hasta su
regreso a España; luego, sus aventuras durante la Segunda Guerra
Mundial –trabajó en la construcción de la línea Maginot- y sus
problemas con el ejército alemán, del que consiguió escaparse para
refugiarse en la Francia libre. Después, la Guerra Civil española,
que vivió primero en Barcelona y luego como militar en Andalucía
hasta su salida de España. Por último, Ferran Planes habla de cómo
vivió la proclamación de la II República en su pueblo, a la vez
que cuenta otros detalles de su vida, como su etapa de seminarista.
En todo momento, Ferran, militante de Ezquerra Republicana,
antifascista, antianarquista y anticomunista, como él se define, no
oculta sus filias y sus fobias, aunque ideológicamente no sea fácil
de encasillar.
Lo que más impacta de
estas memorias es su visión a ras de suelo de todo lo que le sucede
(en varias ocasiones subraya que lo que él cuenta es “mi trozo de
guerra”), sin emplear una retórica revanchista o victimista;
tampoco hace grandes reflexiones políticas generalistas sobre lo que
está pasando, aunque es cierto que no renuncia a introducir en
determinados momentos su singular e interesada interpretación de los
hechos. Esto sucede especialmente en la parte final, cuando habla del
fracaso de la II República, incluyendo afirmaciones muy
cuestionables y algunas interpretaciones un tanto simplistas (no hay
que olvidar que el libro se publicó en 1968). También es consciente
de los riesgos de detallar todo lo que vivió; por eso, dice, “no
os contaré toda la verdad, pero os prometo que nada de lo que os
contaré será mentira”.
Ferran era un
intelectual (la guerra interrumpió sus estudios de Filosofía y
Letras en la Universidad de Barcelona) al que le interesó desde muy
joven la política. Sin embargo, en su relato no adopta el punto de
vista erudito sino que describe su vida como si tal cosa, sin darse
ninguna importancia. Parece como si su intención fuese, en parte,
desdramatizar todos aquellos hechos y limitarse a contar cómo se
busca uno la vida en unas circunstancias tan adversas. El tono
irónico y de novela picaresca predomina, por ello, en bastantes
pasajes. También resultan muy verosímiles las descripciones de las
penalidades que pasó en el extranjero y los exiliados con los que se
encontró, algunos idealistas convencidos y otros personajes que
derivan hacia lo grotesco, como el catalán Marcel Bonet, un
auténtico buscavidas sin escrúpulos.
Con sus limitaciones,
este libro ofrece un testimonio directo y cercano, nada ampuloso ni
interesado, de unos hechos que ofrecen múltiples perspectivas.
El desbarajuste
Libros del Asteroide. Barcelona (2013)
332 págs. 19,95 €.
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