Recupero un relato-reportaje que escribí hace ya muchos años en el que muestro mi asombro por el auge que tiene el esoterismo en nuestra cultura racionalista contemporánea. Y una advertencia: cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. El "XIII Foro Internacional de Ciencias Ocultas y Espirituales" que menciono aquí se celebró en Madrid del 1 al 10 de marzo de 2002.
Por aquellos días no atravesaba yo
precisamente una de mis mejores rachas. En el trabajo, el
aburrimiento se había apoderado de mis planos proyectos; en el
dinero, había entrado en barrena por culpa de los intereses de la
hipoteca; en el amor, nada nuevo sobre el fláccido horizonte del
corazón; de salud andaba secretamente fastidiado, con un emergente
problema de varices antiestéticas y conato de hemorroides; en la
familia, las cosas estaban como siempre, viendo juntos la televisión,
sin espasmos ni noticias alarmantes y sin traumas por el dichoso
mando a distancia; con los amigos, inmerso en esa perseverante,
festiva y monótona tranquilidad que algunos, los entusiastas, llaman
felicidad. Desde hacía muchos meses, mi horóscopo (cáncer) repetía
que no esperara grandes novedades de la vida. Mis horas transcurrían
sin sobresaltos, con un ritmo cadencioso y normal.
Sin embargo, leves
señales cósmicas que salían de mi aburrido interior, difíciles de
explicar, me anunciaban tímidamente que algo extraño o gordo iba a
transformar mi pastosa vida, y muy pronto, porque no era normal tanta
asepsia cotidiana ni tanta concatenación de momentos previsibles.
Con otras palabras, y así emanaba del análisis de la Luna, mi
satélite preferido: que me fuese preparando para la irracional
movilidad a la que me condenaban los astros. Incluso en un libro
sobre los signos del zodíaco se advertía de la irremisible
tendencia de los cáncer al desdoblamiento de la personalidad, a la
esquizofrenia caprichosa. Los de cáncer somos así: utópicos,
imprevisibles, irritantes, volubles, con tendencia a la melancolía,
la nostalgia y la soledad. Además, ni olvidamos ni perdonamos, que
quede bien claro.
Según
todos los síntomas, y los libros que estaba leyendo de manera
obsesiva, una sombra negra se cernía sobre mi horizonte vital. Pero
lo que yo era capaz de vislumbrar con tanta certeza, con una
seguridad que empezaba a mosquearme, nadie más era capaz de intuir.
Ni mis amigos ni mis hermanos sentían la llamada del fracaso, del
estrépito, de la tragedia, verdaderas claves de mi existencia en
aquellos inolvidables días. Fueron momentos epilépticos, y más todavía
cuando leí que Proust, Kafka, Hemingway, Hermann Hesse eran también
cáncer, lo que me provocó un orgulloso cosquilleo, y eso que apenas
los había leído (en estos libros sobre horóscopos no venía por
ningún lado el signo de Marcial Lafuente Estefanía, Corín Tellado,
Antonio Gala y Lucía Etxebarría, por este orden, mis escritores más
admirados) Algo misterioso estaba ocurriendo dentro de mí. Me sentía
como poseído, inundado de una electrizante y anormal vitalidad
paranormal. Mis amigos empezaron a decirme que a lo mejor estaba
endemoniado, depresivo o poseído (no les faltaba razón: tanto
Plutón como Venus, mis planetas adversarios, me rodeaban por todas
partes).
Una
amiga del trabajo, entendida en materias esotéricas, un poco bruja,
preocupada por mi desquiciada y ausente actitud laboral, me regaló
primero una ágata amarilla, una especie de talismán infalible para
los cáncer con síntomas pre-depresivos; pero cuando vio que ni la
ágata, ni el perfume de sándalo, ni el tamarindo me hacían ningún
efecto, decidió
acompañarme a ver a un conocido que se dedica en sus ratos libres a
la adivinación. Sería mi primera visita a un vidente.
Esa
mágica consulta (30 euros), intensa, alucinante, premonitoria,
supuso un cambio trascendental en mi vida. Sin yo saberlo, sin haber
acudido a ninguna academia ni haber hecho ningún curso por
correspondencia, por arte de magia, de Belcebú o de Isis, me vi
convertido en un auténtico vidente, poseedor de una sabiduría
ancestral, y de unos poderes que más quisiera para sí cualquier
vidente de postín. El amigo de mi
amiga, muy sorprendido, había visto algo misterioso en mí, sin
ningún género de dudas, como una y otra vez demostraban las cartas;
todos los signos externos, sensoriales, espasmódicos y
telequinésicos, delataban la gravedad de mis poderes, la fortaleza
de mi aura (pensé incluso en poner la foto de mi multicolor aura en
la cabecera de mi cama), la energía de mis sentidos, la totalidad de
mi mirada, el equilibrio que emanaban mis sudorosas y sanadoras
manos, el tono orientativo y meloso de mi voz, mi fuerza mental para
la sanación, mi dominio innato del futuro, de la videncia, de la
astrología, de las fuerzas ocultas...
Y
todo esto sin yo saberlo. De la noche a la mañana me vi convertido
en un aspirante a médium, en un vidente privilegiado. Algo orgulloso
surgió de mi interior: ¡que se preparen los rappel del mundo, los
octaviosaceves, las aramísfuster...! Mucho cuidado porque aquí
está... No, con ese nombre de electricista en paro no iba a ningún
lado. Tendría que buscar un nombre artístico, algo exótico, quizás
hindú, algo que anime a la confidencia, que sugiera, que
dulcifique... Sí, sería el Doctor Camilo Troilo. Lo de doctor le
daría a mi nueva profesión un tono científico, que siempre viene
bien para dar a esto una sobredosis de autoridad y de prestigio
racional.
Ahora
faltaba definirme, especializarme. No está el patio para dedicarse a
la videncia en general, así, a palo seco. La competencia es
abrumadora y exige un grado de especialización que más quisieran
para sí otros oficios artísticos. Aquí no basta con decir que eres
capaz de leer el futuro (eso ya lo hace cualquiera), ni que sabes
leer el tarot (hay hasta cursos por fascículos en los quioscos), ni
que eres capaz de comunicarte con los muertos (nunca los muertos han
hablado tanto como ahora), ni que eres el hombre indicado para llevar
asuntos bursátiles (a los bancos les ha salido una inesperada
competencia), ni que tienes regulares reuniones en el patio de tu
casa con antiguos dioses egipcios (¿quién no ha tenido alguna vez
este tipo de contactos?). Lo dicho: o te especializas en astrología,
reiki, autoestima, control mental, psico-hiz, tao sexual, filtros de
amor, aura, localización de nudos emocionales, o ejercerás esta
profesión sin pena ni gloria, abrumado por la imaginación de la
competencia.
La
solución a todos estos grandes interrogantes de la vida estaba en un
anuncio en el periódico: el próximo fin de semana se celebraba el
XIII Foro Internacional de Ciencias Ocultas y Espirituales, en
Madrid, en el vestíbulo de la Estación de Atocha-Cercanías, dos
euros la entrada.
Casi
corriendo, vestido con un fular fucsia de mi hermana pequeña, acudí
a lo que interpreté como una llamada y una misteriosa cita astral.
Allí se desvelaría mi futuro, allí observaría las tendencias, las
modas, lo que se lleva, para lo que he nacido. Allí me decantaría
por una especialidad, por un camino seguro. Allí asentaría las
bases de mis creencias esotéricas. Allí bautizaría mi nuevo nombre
y mi nueva religión. Allí se daría mi conversión final, sobre
todo estética, pues ya sabía yo que o primero que hace un vidente
es aplicar sus saberes ocultos al diseño, la moda y el tocador.
Nada
más entrar en el Foro sentí una fuerte sacudida, una ráfaga de
emoción, una mano invisible que me tocaba el hombro con fuerza. “Es
él”, sentí. “Mi espíritu anglo-indio protector. No estaría
solo...”. Pero no, no era ningún hada ni espíritu celestial, sino
que se trataba del vigilante jurado, que me obligó a abonar los dos
euros de la entrada, pues con tanta emoción esotérica había
entrado sin pagar.
Lo
primero que hice, después de recoger los kilos de publicidad que
daban en la entrada, fue dirigirme a la caseta más próxima, donde
un cuidadoso dependiente con pinta de licenciado en filosofía pura
por la Universidad de Berlín o de Tirana, abotargado de piercings,
me leería la mano... por ordenador. La experiencia fue totalizadora
y sublime, aunque el dependiente, a la vez que el ordenador hacía su
trabajo, echaba un vistazo al Marca. Mientras el ordenador
desvelaba mis más acuciantes secretos, pensé en el futuro de la
humanidad: se acabaron las agotadoras gitanas; se acabaron también
los que se ponen en el Lago del Retiro madrileño, pasando frío. Las
Nuevas Tecnologías revolucionarán también un mundo romántico que
conecta a través de sus oficiales intermediarios –nosotros, los
videntes- con los saberes más inmortales y ocultos. Ahora, un
sencillo programa de ordenador, que se venderá dentro de poco en los
grandes almacenes, te facilitará la dura tarea de conocerte a ti
mismo de manera regular, para poder aventurarte con más y mejores
garantías por este proceloso mundo caótico que nos rodea e invade.
O sea, la democratización de la videncia. ¿Será esto posible, y
sin cobrar?
A
continuación, preocupado por las consecuencias de esta reflexión,
me metí de lleno en una tienda dedicada a las piedras y a las velas.
El olor a vela, soy así, lo siento, siempre me ha producido náuseas,
pero ese día estaba dispuesto a todo. Nunca me había parado a
pensar que la energía esotérica pudiese transmitirse a través de
las velas y la platería india. Salí de allí con un buen cargamento
de velas y piedras (“las nuevas piedras de poder, cuarzos con alma,
angélicos... todos están magnetizados con sus correspondientes
elixires alquímicos”). Ya vería más tarde qué partido sacaría
a todo eso. Me compré también dos velas-brujas (reproduzco del
folleto explicativo qué es una bruja, por si hay alguien que no lo
sabe: “la bruja es la figura mítica de unas mujeres que fueron
quemadas por ser felices y ayudar a los demás con medios naturales.
Nos dejaron la lucha por la felicidad”). Las velas amarillas son
las mejores: ahuyentan las energías negativas y favorecen que se
desarrolle la economía que necesitamos. Robé dos. Ya puestos compré
también una “Vela ofrenda Yemanya”, que se utiliza para pedirle
a Yamanyá que nos conceda una petición. ¿Qué cómo se hace esto?
Copio del manual de instrucciones: “Llene la bañera con agua y
échele un paquete de sal marina, prepare la ofrenda de la siguiente
manera: sobre una bandeja blanca, coloque la imagen en el centro,
ocho flores blancas alrededor y dos velas a los costados. Encienda
las mismas y colóquela hasta que se apaguen las velas”. Tomé nota
de la dirección de la tienda para comprar más adelante dos
interesantes productos para unos amigos, que aprovecho la ocasión
para recomendar a todos los lectores: el “Aceite Amansa Guapo”
(para tranquilizar y apaciguar a alguien) y el “Polvo Esposo
Cumplidor”, que se utiliza, y copio textualmente de la publicidad
del producto, “para transformar a su marido en un semental”.
En la
siguiente caseta me quedé con la boca abierta. Toda mi atención fue
a parar a un amuleto indio atrapasueños, que me dejó subyugado y
obnubilado. Me apetecía eso de traficar con sueños ajenos; la
experiencia debería ser enriquecedora, un tanto cutre o muy cotilla,
pues esto de la interpretación de los sueños, por mucho que Freud
se tirase de la moto, sigue siendo un misterio. Robé uno. Con el
amuleto atrapasueños en el bolsillo y con el famosísimo amuleto del
Círculo Mágico de los 7 Magos (“Lo protegerá de las fuerzas
maléficas y amentará sensiblemente en usted el entusiasmo en todo
lo que hace, hasta el punto de que le parecerá un milagro”), me
dirigí a la próxima caseta, ésta de la editorial Edaf,
especializada en la bibliografía didáctica de fenómenos
paranormales. La tentación fue irresistible. Me llevé un libro de
hechizos, otro sobre los ángeles (está de moda el asunto), un
ejemplar de “Rituales de Magia Banca” (magia práctica
tradicional adaptada al mundo de hoy), un oráculo de las Hadas y
otro libro sobre Merlín, uno de esos inmortales y cíclicos temas
que siguen siendo explotados por un tipo de literatura que no se
caracteriza, precisamente, por su originalidad temática (de hecho,
son muchos los negocios que recurren al nombre de Merlín o de
Morgana, dos formas antitéticas de entender la videncia; la
fascinación que despierta lo artúrico entre la mitología celta
sigue siendo una irresistible fuerza de fenómenos, héroes y
tendencias). Gracias a estos libros, mi incipiente vocación
esotérica tendría un apoyo más intelectual.
Sin
embargo, me daba cuenta de que necesitaba más libros para ser más
profundo y denso, y tomé nota para comprar un cargamento de libros
de dos autores que hace años había despreciado olímpicamente por
su simplicidad: el brasileño Paulo Coelho y el español J.J.
Benítez. Ellos me servirían de antídoto contra otros libros que
había leído hacía ya años, cuando atravesaba una irracional fase
racional y estaba en contra por sistema de todo lo esotérico. Desde
aquí brindo por los increíbles descubrimientos de J.J. Benítez
(literarios y científicos, lo suyo es descubrir nuevas sendas para
desarrollar el espíritu) y por la aplastante profundidad (disfrazada
sabiamente de vanalidad) de las novelitas de Paulo Coelho. ¡Cómo se
puede llegar a afirmar, como hace Rafael Gómez Pérez en su libro La
invasión del ocultismo (Ediciones del Drac), que “el
esoterismo tomado en serio es una limitación que dificulta,
precisamente, cultivar hasta el fondo dimensiones fundamentales del
hombre: la inteligencia, la capacidad estética y el sentido
religioso de la adoración!”. Seguro que él no ha estado nunca de
tú a tú con un santero cubano.
Ya
iba cargado hasta los topes, pero la cosa merecía la pena. Uno no
puede dedicarse a estas cosas sin amar la posesión barroca de todo
tipo de objetos. El recurso a instrumentos benefactores es una
constante de la historia de la humanidad, y en la etapa que estamos
viviendo de consumismo exaltado, esto no iba a ser diferente. Para
celebrar esta reflexión, me hice una foto de mi aura (de cuerpo
entero, una novedad), a la que sometería al diagnóstico científico
Kirlian. El aura es esa bioenergía que todos tenemos a nuestro
alrededor y que delata los síntomas de nuestra personalidad:
“conocer y ver tu aura te da respuesta a lo que buscas saber y,
sobre todo, te aporta bases para poder acelerar los cambios que
deseas crear en ti o tu vida personal”. Alucinante. Mi aura salió
con predominio de rojos en todas las capas: señal de que estaba
emocionalmente alterado, lo que era verdad.
La
siguiente estación fue en una tienda de música mágica. Quizás sea
ésta una de las manifestaciones más visibles del influyente y
americanizado new age: a través de la música, conseguir la
paz espiritual. Y para alcanzar esto no vale cualquiera. Recuerdo que
un amigo mío estuvo probando con El Fary, Bertín Osborne y Mojinos
Escozíos, y cosechó un llamativo fracaso. La música mágica son
composiciones panteístas, naturalistas, donde el espíritu revolotea
con el fluir musical del cadente paso del tiempo: una puesta de sol,
el murmullo de las nubes, el suave golpeteo de la lluvia, el piar de
los pájaros, el ronroneo de los ríos, la marea del mar... Agarré
los auricurales, enchufé un compacto de gaviotas y... me quede
dormido. Tuvo que despertarme el de la tienda cuando había empezado
a roncar al ritmo de new age. Me compré dos compactos: uno de
cantos de pájaros exóticos y otro del caluroso y amoroso crepitar
de las llamas en un fuego familiar (dos horas).
Más
tiendas. Apenas presté atención a las lecciones de una maestra
taoísta. Tampoco hice mucho caso a uno que vendía joyas simbólicas
y mágicas. Este pasotismo tiene su explicación: me sentí
rabiosamente atraído por la esbelta y rubia figura de Emmanuelle
Temis, la famosa hechicera de la sensualidad y autora del best-seller
“Sexo Energía Sagrada”, una especie de kamasutra del siglo XXI.
Para que no haya ningún género de dudas sobre su profesionalidad,
acompaña también su titulación: “Instructora del tao sexual
(certificada Mantak Chia)”. Intrigado por el alcance universitario
de Mantak Chia, pregunté si exigían también la selectividad.
Emmanuelle estaba allí, esplendorosa, rubia oxigenada, belleza
transida de silicona. Su especialidad es la “sanación y
Sexualidad” y también ofrece cursos de Sanación Universal y
Reiki. De pronto, me sentí irracionalmente atraído por la tal
Emmanuelle, monitora salvaje de educación sexual. Quise pedir cita
pero no había manera: estaba totalmente ocupada. Se ve que esto de
del tao sexual tiene su morbo y una clientela un tanto confusa.
Seguí
andando, un tanto frustrado por la impasible e inalcanzable melena
rubia de mi lejana Emmanuelle. De manera imprevista, mi mirada se
fijó en el siguiente cartel: “Deja atrás el pasado, deja atrás
el futuro y vive el momento presente. ¡Si puedes estar sano, por qué
estar enfermo!”. Sabias y profundas palabras, misteriosas,
procedentes, quizás, de la sabiduría hindú o de un santero cubano,
pensé en ese momento. Pero no. Este eslogan era el lema del conocido
Profesor Mércury, director de Centro de Reiki, Amor y Sanación
Universal. ¿Qué no sabes lo que es? El folleto del doctor Mércury
te lo explica: “Reiki Master sistema Usui Tibetano, Master
Reiki/Karuna, Master en Sexología”. Mezcla explosiva. No pienses
cosas raras, pues la consulta sobre sanación ofrece soluciones al
extreñimiento y la consulta de sexología proporciona antídotos
contra la anorgasmia y la eyaculación precoz. Fiáte de él. Lleva
30 años dedicado a las Ciencias Ocultas y Alternativas, es también
un afamado astrólogo, músico profesional, intérprete y compositor,
investigador de la salud y de la energía positiva. autor de libros
tan conocidos como “Reiki manos sanadoras”, “Reiki manos que
curan” y “Acércate a la astrología”. Pero su currículum es
todavía más achantante: el profesor Mércury es invitado de honor
en los medios de comunicación y Premio Sefirot a la mejor proyección
del Magic Internacional de las Ciencias Ocultas (algo así como los
Premios Goya en esta materia). Por supuesto que tiene su página web.
En este tipo de ferias me
pasa como con los museos, que hay un momento que uno necesita
sentarse, reflexionar y descansar. Me había sido imposible acceder a
los masajes de Ravi Inber K. Khalsa (no llegué a saber si era del
Nepal o de Aranjuez). Por los altavoces anunciaban una apasionante
conferencia, a la que no podía faltar: “T’ikai, ritual inca de
prosperidad”. Esto del multiculturalismo también está siendo
positivo para la moda esotérica. Un tal Gerardo Pizarro, chamán
peruano de cultura Mochica, procedente de una familia de chamanes y
curanderos de tradición pre-incaica (nobleza obliga), iba a abordar
un tema que me tenía absolutamente pillado en las últimas semanas:
¿podrá emplearse también el euro como símbolo de prosperidad, o
será una moneda maldita? Por supuesto que sí. El euro ya ha sido
una moneda admitida por todos los hechiceros sin distinción,
acomodándose perfectamente a los tiempos modernos. Como estaba
muerto de cansancio, decidí quedarme también a la siguiente sesión,
“Pociones Mágicas de Druidas y Meigas Gallegas”, a cargo del
escritor y druida Manuel Aneiros. Lo que más me gustó de su
conferencia fueron las reflexiones sobre la queimada, sus secretos y
cómo se elabora el mítico brebaje.
Entre conferencia y
conferencia me dio tiempo a leer una entrevista con el santero cubano
Eddy Andrusis García. Pregunta: ¿Desde cuándo es santero?
Respuesta: “Hace veinte años recibí a los guerreros Elegguá,
Oggun, Ochosi y Osun. Transcurridos cinco años me coronaron Santo
OMO CHANGÓ, y desde entonces ayudo religiosamente a todo el que lo
necesite”. También leí una receta tomada del consultorio mágico
de Matilde, quien recomienda a una viuda que tiene un hijo de 19 años
en el paro que prepare el Bálsamo Tranquilo: “Precipitado
amarillo, miel, manteca de corojo, agua bendita, papel cartucho, una
foto de él, media calabaza, lamparillas de aceite y un vaso de
aceite de girasol o de oliva” (no vale de colza).
También eché un vistazo
al plan de conferencias para los próximos días y decidí asistir a
las siguientes sesiones: “Los Ángeles nos hablan”, “Cambiarás
los sonidos de tu vida y cambiarás de vida”, “La paciencia y el
sosiego como factores de realización” (esta la daría Ramiro
Calle, uno de los pioneros del yoga en España y autor de más de
cien libros sobre psicología mística y disciplinas orientales de
Oriente, nuestro best-seller de temas orientales, otro boom).
El éxito de Ramiro Calle me hizo sacar el propósito de que, en
cuanto tenga un poco más de experiencia, escribiré un libro. El mío
llevará por título: “La forma de tus orejas explican tu futuro”.
Lo digo en serio: tengo un amigo que conoce el carácter de las
personas analizando la forma de sus orejas.
Otras
conferencias, me interesaban más bien poco: “La videncia a través
de las huellas digitales”, “Cóndor Mamami, el nido del
chamanismo andino”, “El tao de la longevidad”, “La vida
después de la muerte. Recuerdos de vidas pasadas”. Sí iría a la
conferencia de clausura, “Mediumnidad y guías espirituales”, a
cargo de Marilyn Rossner, un personaje que me había fascinado en mi
recorrido por el Foro. La tal Marilyn es doctora en Educación
Especial, profesora en la Universidad Vanner de Montreal (Canadá),
especializada en Psicoterapia Infantil y Yoga. Como se lee en su
folleto promocional, Marilyn “está considerada como la mejor
médium del mundo”. Con este currículum tan espectacular, no me
importaba nada abonar los 30 euros que se exigían para entrar en su
conferencia-práctica.
Tengo que reconocer, sin
embargo, que estaba un poco desbordado por tanto profesional del
esoterismo. Y eso que en España estamos todavía muy lejos de otros
países más racional y científicamente avanzados, como Italia y
Francia. Al principio, cuando me dijo el amigo de mi amiga que yo
tenía poderes especiales, me lo creí, pensando que sería un ser
especial, una excepción, un ser único capaz de desentrañar los
arcanos y enigmas del universo, ocultos al resto de los mortales.
Paseando por el Foro, atestado completamente de visitantes y
expositores, mi orgullo se había ido desinflando, y rodeado de tanto
y tanto profesional me consideraba uno más, un simple aprendiz de
brujo sin muchas expectativas de alcanzar la fama y la posteridad.
Además, me estaba liando bastante. Ya no sabía si lo mío era la
numerología, el tarot, la baraja española, las runas, la
quirología, la videncia afrocubana, el yoga, la interpretación de
sueños, la sanación, la santería cubana (me seguía atrayendo lo
cubano, un valor en alza en este y otros menesteres) o la
interpretación cibernética del aura. Me quedaban muchas cosas por
aprender. Y aunque seguía dispuesto a todo, me echaban un poco para
atrás algunas enigmáticas experiencias, como los “baños de
energía y florecimiento” y los “rituales brasileños de
limpieza” (no me quería meter en muchos líos, la verdad). Seguía
sin saber por dónde tirar: si por la vía egipcia y encontrarme
paseando con los dioses Isis y Matat para que me muestren el camino
para ser feliz, o por la vía metafísica (de la mano de Jennifer
Néstor) o el tao sexual (acompañando a mi adorada Emmanuelle
Temis).
En las pocas horas que
estuve por allí conocí a verdaderos monstruos de la
videncia, una experiencia sublime. La famosa Paquita Berbel, a quien
había visto un día en Tele Murcia y Tele Gandía, experta en
conchas, oráculo de Belline y “equilibrio de los chakras” (me he
enterado hace poco que ha donado sus pertenencias al Museo de
Antropología Forense, Paleontología y Criminalidad de la Facultad
de Medicina de la Universidad Complutense); Pedro Gutiérrez
(“Llámame, no te arrepentirás”), los profesionales del centro
esotérico Vahari; Maite Bianchi, lectura de tarot y orientación
humana; José Sada, el conocido vidente afrocubano, experto en
caracoles, sanaciones e insomnio; la clarividente María Elena,
wicca, a quien había escuchado alguna vez en Radio Getafe; Rosa
María Fernández y sus famosas limpiezas chamánicas; el
quiromasajista Hermano Guillermo; Amira, “toda la sabiduría del
pasado para ayudarte en el presente y prepararte para el futuro”; y
la grafóloga y fisiognomista Rosina F. Hetzel, la autora de ese
libro que te marcará la vida: “Estudiar el rostro”; y, cómo no,
con Emmanuelle Temis, que me tenía intelectualmente trastornado.
Y
también pude contactar con importantes firmas expositoras como
Biosound, Música Mágica; Emma, velas e inciensos; Gaia, fotoaura;
Maya Complements; Guía Mística (con la compra de tres productos, su
carta astral totalmente gratis); Artesanía del Himalaya; Diloggun;
Velas de Rituales Feeling; Brasil Minerales; Dori’s Maga; Galicia
Meiga; los tres locales madrileños de la Santería La Milagrosa
(importantes descuentos en tarot, 2x1); Tábata, María Gaor y, para
rematar la jugada, “Arqueotour”, que te organiza expediciones a
Lugares Sagrados y Sitios Arqueológicos de las Antiguas
Civilizaciones, también de la Península Ibérica.
Sin embargo, todavía era
consciente de que me quedaban muchas cosas por analizar, saber y
controlar si quería ser un vidente de primera división. En el
terreno de la videncia, los saberes ancestrales siguen siendo
plenamente actuales. Y uno no puede hablar del presente si antes no
se ha empapado hasta perder el sentido de los fenómenos paranormales
obligatorios, como el misterio que rodea las pirámides, por ejemplo.
Pero había muchos más: ¿Qué pasaba con los extraterrestres, sobre
los que no había leído todavía absolutamente nada? ¿Y qué con
los rituales diabólicos, mencionados muy de pasada y de manera
escondida en algunos sitios y páginas web? ¿Participaría en una
psicofonía cibernética? ¿Ingresaría en la S.E.I.P. (Sociedad
Española de Investigaciones Parapsicológicas)? ¿Por qué
últimamente apenas se hablaba del Lago Ness (que alguien me lo
explique)? ¿Me iría algún día de excursión ocultista con el
espíritu del doctor Jiménez del Oso? ¿Para cuándo esa visita a la
casa encantada de Gigglegarden (Canadá)? ¿Compartiría la teoría
de Erich von Daniken de que el Arca de la Alianza era el embalaje de
una máquina que producía el maná? ¿Leería algún día los libros
del Caballo de Troya como si estuviese leyendo los ensayos de
Einstein? ¿Qué hacemos con Nostradamus y Paracelso, los leemos o
pasamos de ellos? ¿Organizaré algún día una esotérica expedición
a la Isla de Pascua y a las ruinas de Machu Pichu? ¿Buscaré como
loco la Atlántida? ¿Aceptaré que poseo poderes extrasensoriales y
que mi vida sólo tiene sentido con la dedicación a la telepatía,
la radiasteis o la telequinesis? ¿Soy acaso la reencarnación de un
caballero de la Orden de los Templarios? Muchas preguntas para
contestarlas en un mismo día (y en toda una vida).
A la salida, cansado y
transformado interior y exteriormente por tanto contacto con lo
paranormal, poseedor de una ingente información y de bolsas con todo
tipo de folletos y direcciones, volví a pasar al lado del vigilante
jurado. Me miró detenidamente, pero con cara de pocos amigos, como
si hubiese vislumbrado mis verdaderas intenciones al visitar ese
Foro. Consciente de que estaba ante un aprendiz de vidente, de
pronto me lanzó un conjuro que me dejó cuasi-petrificado. En sueños
pude escuchar con total claridad: "Con tanta competencia se nos
va a acabar el negocio". Menos mal que, para contrarrestar el
hechizo que empezaba a paralizarme los párpados, tuve fuerzas para
sacar una vela roja y otra verde, mientras que con la otra mano
tocaba el cabezón del muñeco atrapasueños que llevaba en el
bolsillo. De pronto, el vigilante jurado abandono su figura terrena y
se mostró como el mitológico Cerbero. Tuvimos un angustioso y
brutal combate mental, que me auguraba un trágico final, tal y como
había previsto yo cuando me dio esta crisis existencial.
Sin
embargo, cuando mis fuerzas telequinésicas estaban a punto de
flaquear y mi aura daba señales de desintegración, me acordé de
Emmanuelle Temis y su ondulante melena ardientemente oxigenada. Ella
me dio la fuerza (kwan yin) para renovar mi bio-energía y hacer
tambalear al temido vigilante jurado-Cerbero, que se desplomó contra
una de las casetas, la dedicada a la magia celta. Al final, agarré
como pude las bolsas, el amuleto atrapasueños y las velas, y salí
corriendo escaleras abajo, rumbo a la línea 1 del metro, perseguido
por un resucitado Cerbero y por cientos de videntes coloristas
lanzando todo tipo de conjuros y tacos. Entré en el vagón cuando
estaban a punto de cerrarse las puertas. Respiré hondo: estaba a
salvo.
Por
la noche, ya en casa, sentado plácidamente en el sillón, me di
cuenta de que todavía llevaba en el bolsillo el amuleto indio
atrapasueños, el único resto que me quedaba de mi frustrada
expedición esotérica. Enchufé la tele, y haciendo zapping apareció
de golpe, chillando e insultando al personal, la barriobajera vidente
Lola Montero, una de las cutre-brujas de moda. Me llevé un buen
susto y apegué inmediatamente la televisión. Abrí la ventana.
Agarré el amuleto atrapasueños y lo lacé a la calle lo más lejos
posible. Esa noche dormí tranquilo, y eso que volví a soñar con
Chesterton.
Divertido y de los más actual.
ResponderEliminarHola, soy Emmanuelle Temis nos has metido caña para todos...de mi como poco sabias te metiste con el físico, llevar el pelo de Rubio y mis pechos...ains un poco barroco a estas alturas
ResponderEliminarEl amor forma parte de nuestra vida.Resulta básico.Mágico.Y se nos hace necesario acudir a especialistas para resolver nuestras dudas de esta índole.Y ser feliz.Tarot del Amor.Abierto a ti.Para una persona romántica.Curiosa.Cariñosa.Dispuesta a resolver sus dudas con un gran profesional.806511392 1,21 euro minuto desde tlf fijo 1,57 euro minuto desde tlf móvil.Servicio Prestado Por M. Martínez C.P. 11130 Cádiz.
ResponderEliminarTop Sex,tu línea de contactos.Sabemos que el amor mueve el mundo.Nos invade la vida social.Por eso en esta línea creamos un buen punto de conexión.Amor,Sexo,Amistad,Fantasía,Sueños.Historias Sensuales y Fantasías.Top Sex.Tlf: 902006467
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