En prisión, ha muerto
Ieng Sary, cofundador junto a Pol Pot de los Jemeres Rojos. Al igual
que otros líderes de esta facción comunista, que acabó con la vida
de cerca de tres millones de camboyanos entre 1975 y 1979, Ieng Sary
estaba siendo juzgado en Phnom Penh por el Tribunal Internacional de
Camboya. Ieng, como Pol Pot, fallecido en 1988, también había
estudiado en París, donde descubrió el comunismo. Cuando Angkar, el
Partido Comunista Camboyano, se hizo con el poder, fue nombrado
Ministro de Asuntos Exteriores de la República Democrática de
Kampuchea, como rebautizaron a Camboya los líderes de los Jemeres
Rojos: Pol y Pot y Nuon Chea, el número dos, todavía pendiente de
juicio. Hasta ahora, parece mentira, sólo hay un líder jemer que ha
sido condenado a cadena perpetua, “Duch” Kaing Guek Eav, quien
dirigió la cárcel de Tuol Sleng S-21, donde de una población
reclusa de entre 20.000 prisioneros, apenas sobrevivieron una
veintena.
Resulta
difícil de explicar y de analizar lo sucedido en esos años y hasta
dónde llegó la paranoia de unos líderes que quisieron transformar
de manera radical las vidas de sus compatriotas. Cuando se hicieron
con el poder su principal objetivo fue eliminar a todos aquellos que
consideraban enemigos del pueblo. De manera sistemática, con una
brutal represión, pusieron en marcha un acelerado y programado
proceso de depuración, genocidio y adoctrinamiento político
tristemente macabro, pero muy eficaz. Para estas cosas, algunas
dictaduras comunistas no tienen parangón.
Menos
mal que tenemos dos excepcionales testimonios de lo sucedido en esos
años. El primero, la magnífica película de Roland Joffé, Los
gritos del silencio. En segundo, las memorias de Denise Affonço,
escritora residente en la actualidad en Francia que vivió en directo
aquellos dramáticos hechos, que provocaron la muerte de su marido y
de una hija en un campo de trabajo. Lo cuenta en El infierno de
los jemeres rojos, que publicó en España en 2010 Libros del
Asteroide.
“Con este libro
–escribe Affonço-, quiero hacerme testigo de cargo del monstruoso
régimen de los jemeres rojos y rendir homenaje a quienes me
liberaron, los soldados del ejército regular vietnamita que estaba
en guerra contra la ideología más sanguinaria de la época, el
comunismo maoísta que inspiró a Pol Pot”. Affonço vivía en la
capital de Camboya, Phnom Penh, cuando el 17 de abril de 1975 los
jemeres rojos se apoderaron de la capital, entre el júbilo de los
habitantes, que veían derrocado al títere Lon Nol. Poco les duró
la alegría. Pronto, Angkar, el Partido Comunista, comenzó su
sistemática implantación de su ideario, que llevaba consigo la
implantación por la fuerza de un régimen que se proponía cambiar
drásticamente la economía, la política y hasta las relaciones
sociales y personales.
Los
jemeres rojos vaciaron la ciudad de Phnom Penh de sus tres millones
de habitantes, que fueron trasladados a campos de trabajo por todo el
país. En el primer campo donde fueron a parar Denise Affonço, su
marido y sus dos hijos, recibieron las primeras instrucciones y
consignas de Angkar, traducidas en unos mandamientos donde se
resumían los principios básicos de un partido que ambicionaba
construir un nuevo paradigma humano: “Todo el mundo será reformado
por el trabajo”, “Obedeceréis a Angkar en cualquier
circunstancia”, “Está prohibido sentir nostalgia del pasado”,
“Los niños serán educados por Angkar”. Con el ejemplo de lo ya
acontecido en Rusia, en China y en Corea, Angkar impone las sesiones
de reeducación, con instrucciones tan peregrinas como la prohibición
de llevar ropa de color o cruzar una pierna por encima de la otra al
sentarse (gesto que se juzgaba como un signo externo del
capitalismo).
El
visionario Pol Pot instaura una surrealista dictadura agrícola que
no se arredra ante las enfermedades ni las muertes de miles de
personas. En el caso de Denise vio cómo moría de hambre su hija de
nueve años, Jeannie, y cómo las autoridades se llevaban a su marido
–ferviente partidario de los jemeres rojos- a un destino
desconocido, aunque no tardó mucho en enterarse de su fusilamiento.
En 1979, tras cuatro
años de trabajos forzados en unas condiciones humanas al límite,
que se describen con detalle en estas memorias, Denise fue liberada
por el ejército vietnamita. Poco tiempo después la sugirieron que
escribiese lo que había visto durante esos años, testimonio que se
ha convertido en prueba de cargo en los juicios que se están
celebrando con una exasperante lentitud contra los jemeres rojos.
Como censura la autora en este libro, la comunidad internacional no
movió un dedo en aquellos momentos para detener esa masacre.
El infierno de los jemeres rojos
Denise AffonçoLibros del Asteroide. Barcelona (2010)
256 págs. 16,95 €.
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